¿Qué nombre prefieres: Brosimum Alicastrum, Capomo, Mojote, Mojo, Huje, Ojox, Oxotzin, Ojoche, Ojite, o simplemente Ramón?
Con todos ellos se le conoce a un gigante de 15 metros que habita desde hace dos décadas en el edificio de Papalote.
El Árbol Ramón es una de las exhibiciones más emblemáticas y visitadas del Papalote. Recientemente, y con motivo de su 20 aniversario, el museo renovó sus contenidos y museografía para ofrecer a los visitantes una experiencia más sensorial sobre la selva húmeda, que les permita apreciar de cerca el importantísimo papel de los árboles en las ciudades.
Grandes hojas verdes fabricadas con PET dan la bienvenida a niños y adultos atraídos por la oportunidad de convertirse en exploradores. Entre troncos y pedazos de madera, los intrépidos visitantes se adentran por una zona desconocida que poco a poco les revela el ambiente de una selva. De pronto ruge un jaguar, o el golpeteo del agua anuncia la cercanía de un río. Incluso, al aguzar el oído, se puede escuchar a las hormigas cuando ramonean (comen hojas).
Durante el recorrido, cada explorador pasa por tres estaciones o “momentos”. En ellos aprenden que la existencia de los seres humanos depende de los árboles, pues éstos nos brindan oxígeno y alimento, además que buena parte de la vida de los seres de la selva está muy ligada a la existencia del Árbol Ramón. También aprenden que si desaparecieran algunas de estas criaturas ocurriría un desequilibrio que afectaría a todo el sistema.
La nueva museografía permite a los visitantes, a través de un moderno ciclorama que utiliza iluminación LED, vivir los diversos ambientes de luz y sombras que se aprecian en la selva a lo largo del día.
Algunos metros más arriba de la copa de Ramón, se alza un mirador que ofrece una vista de 360º de la Ciudad de México, desde el cual los exploradores pueden observar los edificios y avenidas que contrastan con el ambiente natural del Bosque de Chapultepec.
Después de esta aventura, los visitantes del Árbol Ramón regresan a su vida citadina con una idea más nítida del proceso de fotosíntesis, de la secuencia e importancia de las cadenas alimenticias, y con la conciencia de que el ambiente urbano mejoraría significativamente si plantamos más árboles.
Las propiedades de Ramón
El Árbol Ramón, cuyo nombre científico es Brosimum Alicastrum, puede medir entre 20 y 45 metros de altura, florece dos veces al año, vive alrededor de 200 años, y en su edad adulta produce 100 kg. de nuez maya al año. También es resistente a las sequías, entre otras propiedades. Además, contribuye a la conservación del suelo y a la recuperación de terrenos degradados, controla la erosión y contrarresta los efectos de los vientos fuertes.
Entre las muchas bondades agrícolas y de biodiversidad del Oxotzin (uno de los nombres que recibe en Oaxaca), hay una que ha llamado particularmente la atención de los científicos: la nuez maya, una pequeña semilla parecida al grano de café que se encuentra en el interior de sus frutos, y que contiene tantas propiedades nutricionales como usos alimenticios para las comunidades donde crece.
De acuerdo con estudios de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), estas semillas, ya sea hervidas o tostadas, tienen un sabor parecido a las castañas y pueden utilizarse como sustituto del café o para hacer pan o tortillas. Además, la nuez maya contiene grasa, azúcares y una gran cantidad de triptófano, que es un aminoácido esencial en la nutrición de los seres humanos. También es rico en fibra, calcio, potasio y ácido fólico, así como en vitaminas A, B y C.
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Bibliografía:
http://www.conabio.gob.mx/conocimiento/info_especies/arboles/doctos/47-morac1m.pdf