No me quieres y nunca me vas a querer. ¿Cómo lo sé? Porque te conozco. Te conozco porque te observo, te observo porque me gustas, me gustas porque te conozco. Sí, es un círculo vicioso —y amoroso— que gira vertiginosamente en mi cabeza y corazón, dando vuelcos en mi estómago y retumbando en mis piernas, las cuales tiemblan cuando estás cerca. Como ahora, que vienes lentamente hacia mí…
Entonces sonríes. Me miras y sonríes. Te acercas y sonríes —¿no te cansas de sonreír?—. Me abrazas y me preguntas ¿cómo estoy? —estoy nerviosa, me cuesta trabajo hablar, me sudan las manos— ‘Bien, ¿y tú?’, contesto intentando disimular. Charlamos, reímos, nos abrazamos y te vas.
Mientras miro tu espalda alejarse por el pasillo, un terremoto sacude cada centímetro de mi ser, dentro del cual se derrumba la esperanza y mi deseo. Si tan sólo pudiera decírtelo, si sólo te asomaras un segundo a lo que siento, si tuviera el valor de confesártelo todo, podría contarte cómo sería la vida que quisiera tener contigo…
_
Dormiríamos por horas. Después de platicar de nuestros miedos, de nuestras faltas y de nuestros deseos, el sueño nos vencería. Nada haría falta y nada sobraría.
En un abrazo, nos diríamos todo lo que no podemos decir con palabras. Sentiría el color de tu cuerpo al despertar y tus brazos me confortarían después de un día pesado. Yo estaría ahí para escucharte, para decirte que todo va a estar bien y para besar cada centímetro de tu piel.
Elegiría poemas para ti. Te mostraría las cosas que amo, las que me apasionan y me llenan de emoción. Prepararía una carta para dártela cada noche antes de dormir, donde pondría una estrofa de lo que leí por el día.
Evitaría estar todo el tiempo contigo. Me recordarías cuando estés a solas, cuando veas algo que sabes que me gustaría. Poco a poco te percatarías de lo mucho que me extrañas.
Haríamos nada por un buen rato. Las cosas más banales tendrían lugar en nuestra alcoba. Nos aburriríamos juntos, nos contaríamos cosas sin sentido, veríamos videos graciosos y charlaríamos de cualquier cosa.
Me leerías tus poemas favoritos. De manera pausada, sin prisas y con amor, repetirías tus versos predilectos. Inventaríamos nuestras propias frases, nuestro propio lenguaje.
Dejaría toda la pena y pudor a lado. No tendría la menor reserva ante ti. Yo sería yo, tú serías tú y eso nos bastaría a ambos para sentirnos felices.
Me contarías un cuento cada noche. Te interrumpiría para darte un par de besos y entre risas continuarías con el libro.
Todo bastaría y ambos lo sabríamos. Conocerías que estoy loca por ti. Yo sabría que estás loco por mí; que ahora no tienes dudas, que puedes ver el amor que siento y que tu corazón vibra junto con el mío.
Pero no puedo. No puedo decirte lo que siento, lo mucho que me gustas. Quizá sea el mismo cariño que te tengo el que me hace respetar esa línea que tú mismo has decidido marcar. No seré yo quien te insista, no seré yo quien te convenza de que esto tendría sentido.
Tu cuerpo apenas parece un punto que va borrándose al final del pasillo. ‘Es mejor así’, me digo mientras desapareces por completo. Al final suspiro por la vida que podríamos tener un día y le dejo al destino la decisión final. A mí tan solo me queda imaginar cómo sería.
_
Todas estas imágenes pertenecen a Sneha Shanker , una ilustradora independiente radicada en Bangalore, capital de Karnataka, en la India… Sigue su trabajo en Instagram para que no te pierdas ninguna novedad.
**
Si quieres conocer más ilustraciones, mira estas que te ayudarán a comprender la deprimente y asquerosa realidad que nos espera y descubre estas otras que dibujan los momentos perfectos que tendrás cuando vivas sola.