Cruzar la delgada línea que separa al erotismo del terror nos queda a sólo un paso. Ir de las caricias a cuerdas que estrujan muñecas y tobillos hasta sangrar, de besos a mordidas caníbales que perforan la piel o de masajes sensuales a sanguinarias tácticas eróticas, suponen una combinación de placer y dolor que resultan en una demente pero satisfactoria pesadilla.
El dolor es parte de lo que convierte a la satisfacción en un orgasmo, es lo que lleva al mismo placer de un sexo húmedo a venirse sin reparo. La locura, por su parte, es la que acerca a los cuerpos al éxtasis, ese que solamente llega cuando dejamos de lado el estigma con el que han convertido al coito en una práctica impura y viciada. Pero ¿qué sucedería si no existiera ningún límite para el hombre en cuanto al ejercicio de su sexualidad? ¿Qué prácticas se llevarían a cabo sin la diferenciación entre sexo y sadomasoquismo? ¿Cómo se comportaría la mente si el placer significara el único y máximo fin?
Las respuestas a todas esas preguntas, que para muchos resultan oscuramente libidinosas, fueron representadas a manera de ilustraciones por el famoso y original artista Toshio Saeki, quien de forma macabra convirtió los sueños húmedos más turbios, los secretos eróticos más eclipsados y las fantasías más aterradoras jamás antes vistas, en imágenes que de manera abrupta sorprenden y provocan a cualquiera.
*Ficción a través del dibujo: los cuatro pilares en el mundo de los cómics
Lo que estas ilustraciones provocan en el espectador no es más que la incomodidad de observar algún reflejo de nuestra mente desequilibrada, la cual a todos nos ha traicionado en distintas ocasiones al delatar que lo grotesco, lo sádico y lo bizarro también puede ser excitante. Soñar con orgasmos celestiales que nos empapan la entrepierna, con besos húmedos que nos marcan la piel con el sabor de otra boca que tan sólo con su lengua y labios puede estremecernos como en ninguna realidad nadie lo ha hecho, imaginar la sensación de unas manos hirviendo sobre nuestro cuerpo, las cuales nos hacen temblar como si tocáramos la muerte y después regresáramos a la vida, es parte de todos los deseos reprimidos que los seremos humanos tendemos a ocultar en la parte más profunda de nuestra mente.
El dolor es una consternante sensación que nos da a entender
que un sueño húmedo no es exclusivo de una buena historia,
sino también de una pesadilla, la cual, en la intensidad de
su aterradora temática, nos comprueba que somos
seres instintivos en la búsqueda inalcanzable
del máximo placer sexual.
No es fácil aceptar que el dolor puede llegar a deleitarnos como ninguna otra sensación lo hace, confesarse adicto al momento en que el orgasmo nos obliga a dejar de respirar hasta sentir que el calor de la sangre en nuestro cuerpo nos hará explotar, casi derritiéndonos como lava que se escurre ardiente y lentamente, resulta más complicado de lo que debería. Encontrar las palabras para expresar que la escena de otros que se retuercen en placer puede provocarnos la misma satisfacción que aquello que termina por invadirnos de la cintura para abajo es un reto que limita la sexualidad de algunos.
*Los placeres culpables en ilustraciones sexuales minimalistas
De manera exacerbada, estas ilustraciones capturan el placer que hombres y mujeres encuentran en el poder de someter a otro a cualquiera de sus caprichos eróticos, son una representación máxima y tal vez monstruosa de lo que una sociedad reprimida pero también insaciable intenta ocultar. Todo esto es la verdadera fuente de placer de la que el hombre se ha querido deslindar durante años; tormentosos placeres, escenas inquietantes, prácticas sanguinarias, historias morbosas y actos prohibidos son los que llenan los sueños y algunos trozos de realidad de los que prefieren salirse de lo ordinario para gozar de manera intensa de todo aquello que el mismo instinto busca satisfacer.
Los extraños y perversos sueños húmedos a los que Saeki se refiere son todas esas preguntas que nadie se atreve a hacer, son todas las ideas desaprobadas que se quedan en el aire, son los atisbos de imaginación que pecan de monstruosos, son cualquier descripción torcida que caiga en lo anormal y son el resultado de una sed originada por la falta de exploración y experimentación sexual a la que el mismo mundo nos orilla.
El mundo erótico recreado en la serie ilustrativa japonesa es el que nos cuenta una realidad paralela a la nuestra en la que las perversiones más extravagantes sobre pulpos dando placer a jóvenes mujeres, duendes teniendo orgías, monstruos satisfaciendo mutables deseos, niños atestiguando encuentros sexuales paranormales y otras historias indescriptibles forman parte de la demente y erótica pesadilla que aún siendo tan horripilante puede hacernos despertar en medio del éxtasis de un sueño húmedo.
El arte es uno de los espectros que permite combinar al erotismo, la violencia y la perversión en un compilado de ilustraciones, en este caso, que de manera controversial retratan los demonios que nos proponen probar nuevas experiencias de vez en cuando, pero también nos advierten sobre el perturbador mundo al que esta libertad tergiversada y fantástica nos adentra. El pecado y la expiación parecen ser las partes menos importantes de este contexto, pues el verdadero placer se obtiene de un elemento principal que en la mayoría de estas imágenes reaparece: el dolor.
Esta consternante sensación nos da a entender que un sueño húmedo no es exclusivo de una buena historia, sino también de una pesadilla, la cual, en la intensidad de su aterradora temática, nos comprueba que somos seres instintivos en la búsqueda inalcanzable del máximo placer sexual.
Al igual que en nuestros sueños se delatan nuestras más oscuras aspiraciones, en la imaginación se crean las ilustraciones sexuales más sucias, pero si aún no te convence esta teoría, conoce las ilustraciones de nuestra sociedad que sólo se interesa por tener sexo y consumir.