A la par con la tendencia de ir a las playas a vivir una cuantas noches de desenfreno durante la década de los noventa, los tatuajes de estilo tribal también tuvieron un auge importante. Esos numerosos diseños, generalmente realizados en color negro, están inspirados en las tribus maories de la Polinesia oriental. Los jóvenes optaron por colocar estos de gruesas y oscuras líneas en su cuerpo por el impacto visual que causaban, sobre todo en la piel de una persona atlética.
Sin embargo, remontándonos al origen de estos trazos, cada uno de los dibujos que los conforman tiene un significado especial que se conecta, directamente, con la fuerza interior de quien los porta. Por ejemplo: si el tatuaje iba a ser colocado sobre un guerrero, además de ser imponente, el dibujo tenía que incluir el símbolo de la lanza y dentro de éste los elementos pertenecientes a las habilidades que cada hombre presentaba en batalla. De esta forma, las marcas de tinta no sólo servían para aterrorizar a los enemigos, sino como una especie de identificación personal ya que la probabilidad de que dos sujetos llevasen el mismo tatuaje era casi imposible.
Finalmente, la idea de llevar un tatuaje es que éste nos dé aún más individualidad y –al mismo tiempo– cierta conexión con nuestro espíritu, pues los trazos de cada figura representan nuestros pensamientos, deseos o algún hecho de nuestro pasado. En otras palabras, un tatuaje maorí es el equivalente a los tótems que los chamanes tallaban en piedra o madera. Esta tradición se expandió a largo de toda América, pues estas pequeña esculturas se asociaban con las semejanzas entre el espíritu de algunos animales y el de los seres humanos.
¿Será posible que aún en nuestros tiempos un tatuaje guarde tanta magia y sea parte de esa gran conexión ? El artista Brian Gomes piensa que sí, es por eso que su estilo abraza los elementos y las premisas de la sabiduría amazónica, especialmente la de los chamanes que provienen de las regiones alrededor del río.
“Me inspiro constantemente en las artes gráficas indígenas brasileñas,
en la geometría sagrada, patrones islámicos y orientales”.
Al otorgarle un significado tan profundo a su trabajo, Gomes se convierte en una especie de retratista del alma. Cada una de sus líneas es única: nunca utiliza el mismo diseño en ninguno de sus clientes. La intención principal del artista no es simplemente la de embellecer el cuerpo, sino crear una representación de su interior y volver tangible el vínculo que une el alma con el Universo.
“Los tatuajes son la fruta madura del alma,
nuestra belleza interior”.
A pesar de que su principal inspiración es el arte de los pueblos
Shipibo-Conibo y Huni Kuin, Gomes no imita ninguno de esos diseños. Simplemente se basa en las líneas y la paleta de colores que usan los nativos en sus creaciones para hacer una especie de homenaje a estas culturas; siempre respetando el contexto de su simbología.
El trabajo de Brian Gomes es apenas una muestra de la importancia que muchos maestros tatuadores le otorgan a su trabajo. Ellos lo elevan hasta un punto en el que la divinidad y el cuerpo se unen para crear una sola pieza de arte.
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