Las vimos resplandecer en pantalla, sus actuaciones nos enamoraron y nos dejaron anonadaos por su belleza y carisma. Eran fantásticas, caminaban con estilo y jamás vimos algo imperfecto en ellas, eran únicas.
Todas esas divas desfilaron ante nuestros ojos demostrando que no había nada más perfecto que ellas, pero, nadie se percató de que, además, eran humanas. Ellas sentían, comían y dormían, como todos nosotros. Ellas sufrieron y gozaron, pero rara vez se habla de sus lados más humanos, esos que duelen y sangran. Estas historias demuestran lo maravillosas que fueron, sí, pero también lo complicado que fue ser humanas y al mismo tiempo, deidades (casi).
María Félix
La Doña tuvo una relación tóxica —por decir menos— con Agustín Lara que duró 3 años. Ella lo escuchó en la radio y prometió casarse con él. Sin embargo, al conocerlo en persona, lo vio más como un buen amigo, hasta que la tensión sexual no pudo más y, de pronto, ya estaban enamorados y a punto de casarse. Durante el matrimonio, Lara le era infiel a cualquier oportunidad. Ella, por el contrario, sólo se dejaba querer por los amigos y examantes que le enviaban reglas costosos. Lara, celoso y harto de que su esposa tuviera tantos fans, le disparó en la nuca, peor ella logró agacharse a tiempo evitando la herida. A pesar de las canciones, de los poemas y las enormes cartas de reonciliación, La Doña se mudó a España dejando el matrimonio atrás.
Dolores del Río
En 1939 comenzó una relación con Orson Welles. La prensa los seguía a todos lados ya que era una de las parejas más increíbles del espectáculo. Él no era el más atractivo, pero sí era un genio y ella, no sólo era un rostro hermoso, era inteligente y sabía hacer su trabajo como nadie. Lupe Vélez la envidiaba y Marlene Dietrich la consideraba la mujer más hermosa sobre la Tierra. A pesar de todo, Del Río y Welles no pudieron continuar su noviazgo. Años después se encontraron y él le confesó que no era feliz en su matrimonio, incluso, la hija del cineasta le contó que ella seguía presente en casa, en los detalles diarios y en el aire hogareño. Dolores nunca lo admitió, pero tampoco desmintió que Welles fuera el gran amor de su vida.
Miroslava
Mucho se ha dicho de su muerte a causa del amor no correspondido de Luis Miguel Dominguín, el torero español conocido por sus affairs Hollywoodenses, principalmente. Sin embargo, ella no sólo sufrió por amor, sino también con su familia. De niña, tuvo que huir múltiples ocasiones con su madre, ya que ella era perseguida por los nazis. Incluso fueron confinados a un campo de concentración, hasta que la guerra terminó y salieron directo a México, país donde no sólo fue discriminada por considerarla prepotente sin antes conocerla (debido a su procedencia, Checoslovaquia), sino por ser adoptada.
Marga López
Durante 9 años, la actriz estuvo con Arturo de Córdoba, el gran amor de su vida. Cuentan que él era bisexual; sin embargo ,estaba casado. Cuando esto dejó de ser un rumor de pasillo y migró a las revistas y periódicos, su esposa se separó de él, pero no le dio el divorcio. Entonces Marga y él comenzaron un romance que, al principio, fue puesto en duda por la esposa de Córdoba y el resto de los amigos cercanos, pero no fue así. La pareja vivió feliz hasta que la muerte se llevó al actor y Marga, desconcertada, lloro toda la noche y desde entonces, tuvo complicaciones de salud que se agraviaron en 2005, cuando falleció.
Blanca Estela Pavón
¿Qué sería de Pepe el Toro si su amada Chorreada? En 1949, la actriz perdió la vida en un accidente aéreo con tan solo 23 años. Antes de subir al avión, Blanca Estela hizo algunas oraciones, cosa poco común en ella. De igual manera, hizo llamadas telefónicas y encargos por si “no regresaba a casa”. El avión despegó y falleció calcinada en las faldas del Popocatépetl. Ante la noticia, Pedro Infante, su gran amigo (y eterno enamorado), lloró como nunca antes se le había visto; de igual manera, Emilio B. Rosado —gran fan de su belleza— le escribió el danzón llamado “Blanca Estela” .
Silvia Pinal
Su primer papel importante fue en Bamba, una película que para ella significaba absolutamente todo. Sin embargo, al ser una mujer muy joven y nada conocida, los productores la trataban mal. Miguel Contreras Torres, el director. La obligaba a repetir múltiples veces sus diálogos hasta que la hacía llorar, sólo para gritarle frente a todos que era una estúpida y que no sabía nada de la vida. Le llegó a decir que era una mujer que había nacido para cocinar y atender a su marido, no para actuar. A partir de entonces, decidió que nadie la haría dudar de su talento, ni siquiera su amor platónico, Jorge Negrete, quien la taraba igual de mal. Por ello, asegura, tuvo muchos divorcios y declinó propuestas de matrimonio.
Lupe Vélez
Sobre su muerte se ha dicho que cual diva, reposaba en su cama con el rostro perfecto y la figura increíble que la caracterizaba; no obstante, la realidad dista un poco de ello (o lo que se dice en diversos textos que documentaron su vida). Cuando el ama de llaves entró a su cuarto y la vio inerte, Vélez estaba sobre el retrete, con la cabeza casi al fondo y vomitada por completo. Estaba completamente mal y tenía sangre en la frente por el golpe que se dio en la taza de baño. Ante dicha escena —poco glamourosa— la prensa la cambió por completo, aunque Kenneth Anger y Andy Warhol hablaron en repetidas ocasiones del suceso real; no por hacerla quedar mal, sino por hacernos entender que era un ser humano convencional.
Elsa Aguirre
Mientras filmaba Cuidado con el amor con Pedro Infante, ella se enamoró profundamente de éll. Llegaba temprano para verlo y lentamente empezaron una amistad. El sentimiento de Elsa llegó a los oídos del también cantante, quien se puso de acuerdo con la maquillista para que los dejara solos. Éste le llevó un oso de peluche y mientras Elsa se sonrojaba, él le dio un beso sorpresa. La actriz recordaba que su madre le decía que era una falta de respeto, por lo que se giró y le dio una cachetada. Infante sonrió cínico y le dijo que había valido la pena. Luego del altercado, la prensa la conocía como “la mujer que se había atrevido a despreciar a Pedro Infante”, mote que aún conserva y no la deja en paz.
Evangelina Elizondo
Ella salía con Ramón Gay, un actor cotizado y amado por todos en el cine nacional. Poco antes se había separado de José Luis Paganoni, quien le había ocultado que tenía otra familia previa a la que pensaba formar con la actriz. Una noche, mientras Evangelina y Gay platicaban en la calle, el exesposo ardiendo en celos le disparó al actor y la golpeó a ella, asegurando que si no estaba con él, tampoco estaría con otros. Huyó un mes y luego se entregó a las autoridades. Evangelina no sólo tuvo que ver morir a su amado, sino que, durante el funeral, Arturo de Córdova, gran amigo de Gay le lloró más que la actriz. Desatando los rumores de que su novio mantenía una relación homosexual con Córdova. Así vivió, con la desdicha de ser engañada múltiples ocasiones.
Libertad Lamarque
Eva Duarte, mejor conocida como Evita Perón, era una actriz principiante cuando Lamarque ya era consolidada en Argentina. Una ocasión coincidieron en una película. Entonces, Eva ya salía con Juan Domingo Perón, quien se convertiría en mandatario de aquel país. El casi presidente conoció a Libertad y quedó prendado, a pesar de mantener su relación con Evita. Cuando se casaron y subió al poder, Eva le pidió a Libertad que se exiliara si no quería que ella lo hiciera, puesto que la actriz había mantenido un amorío con su esposo. Lamarque viajó a México a triunfar y dejó atrás su país, regresó hasta los 74 años.
Tenemos una fuerte impresión de lo que fueron estas mujeres. Son modelos a seguir, pero se refuerzan aún más cuando entendemos que, así como nosotros, ellas tuvieron momentos terribles y otros mucho más alegres, pero todos humanos.
Este artículo lo hizo Diana Garrido en 2018 y ha sido actualizada.
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