La muerte de Olivia Newton-John el pasado 8 de agosto, sorprendió a sus fans alrededor del mundo, ya que nadie sabía que se encontraba en la etapa final de un cáncer de mama que llegó a metástasis.
La actriz que es recordada por su papel de Sandy en Vaselina, así como por los hits Physical y Xanadu, era todo un ícono del cine, aunque en los últimos años se dedicó a su fundación en la que ayudaba a la investigación de la medicina vegetal para curar el cáncer.
Olivia fue detectada con cáncer de mama en 1992 y aunque lo superó en varias ocasiones, luchó contra esta enfermedad por casi 30 años, por lo que en su última recaída, la actriz de 73 años ya estaba consiente de que no le quedaba mucho tiempo.
De acuerdo con Totti Goldsmith, una de sus sobrinas, la intérprete estaba pasando mucho dolor en sus últimos días, el cual trataba de aliviar con marihuana medicinal, además la noticia de su fallecimiento no fue una sorpresa para la familia, ya que todos sabían que ella estaba en etapa terminal y estaba pasando unos días muy malos.
“No fue solo el cáncer, sino otras complicaciones, estar en un hospital y con un sistema inmunológico muy sensible”, dijo Goldsmith a un canal de Australia. “Tuvo infecciones secundarias. Se vino abajo en los últimos cinco o seis días”, reveló.
La mujer aseguró que su tía estaba pasando por mucho dolor, ya que la medicina no era suficiente. Por otro lado, confesó que no alcanzó a llegar a Estados Unidos para despedirla, pero que sí le pidió a su tío, John Easterling que la comunicara con ella.
“Le dije: ‘¿Tienes miedo de morir?’ y ella dijo: ‘No tengo miedo. He hecho más en mi vida de lo que podría haber imaginado’”, fueron las palabras que le dijo Olivia a su sobrina.
Totti, quien vive en Australia, país del que es originaria la actriz, también reveló que pudo decirle por teléfono todo lo que tenía guardado, y que incluso tuvo tiempo de platicar con ella, aunque ya se escuchaba cansada.
“Le dije todas las cosas que tenía que decir. Ya nos iba a dejar”, aseguró.