¿Cuántas horas de estudio, desvelos y exámenes resueltos con sangre invertiste para terminar la universidad? Después, encendiste una vela por cada santo, que según tu madre, te ayudaría a encontrar trabajo. Como no tenías nada qué perder lo hiciste y cuando menos te lo esperabas sonó el teléfono para darte una buena noticia: estás contratado en el trabajo de tus sueños. El anuncio te conmocionó; abriste el champán y te viste en la cima del mundo, siendo exitoso y con la cartera repleta de dinero. Pero, al mes de iniciar labores, todo se derrumbó. ¿Por qué?
Antes que nada debemos aclarar que ningún trabajo es perfecto y entre más importante sea el puesto, mayor será la carga de trabajo y, por ende, el estrés. Cuando el individuo no puede sortear de manera satisfactoria los males tiende a colapsar y padecer el tan temido síndrome de Burnout. ¿Qué es? En palabras coloquiales significa: quemarse en el trabajo como un hombre en llamas que se ahogó en la hoguera de las responsabilidades y compromisos laborales.
Según el sitio web especializado en salud, DMedicina, el principal detonante es el entorno laboral y las condiciones del trabajo. “El empleado que está expuesto de manera continua a altos niveles de estrés, carga de trabajo excesiva, poca autonomía, malas relaciones en el trabajo, ausencia de apoyo en su entorno y falta de formación para desempeñar las tareas, puede llegar a padecer un estrés crónico que acabe provocando el burnout“.
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¿Cuáles son los síntomas del síndrome?
Entre las señales más alarmantes está el sentimiento de agotamiento, fracaso e impotencia; baja autoestima, estado permanente de nerviosismo, dificultad para concentrarse, dolor de cabeza e insomnio. Algunas personas también padecen de aburrimiento, impaciencia e irritabilidad.
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¿Qué pasa cuando te “quemas”?
Si no se trata en su momento, el síndrome se acentúa de manera progresiva. Conforme pasa el tiempo, al empleado se le dificultan cada vez más las tareas que en un principio parecían sencillas. La frustración laboral y personal se vuelve una constante, lo que provocará un estado continuo de agotamiento. El sitio DMedicina asegura que los trabajadores pueden llegar a abusar de los psicofármacos, del alcohol y de otras sustancias.
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¿Cómo evitarlo?
Según recientes estudios de los investigadores en psicología, Kelchetermans y Strittmatter, es necesario una terapia psicológica, cambios en la calidad de alimentación y la distribución del tiempo de sueño-trabajo-esparcimiento. Cuando las circunstancias impiden que el individuo haga cambios sustanciales en horarios y hábitos, entonces pueden aplicar las siguientes soluciones para aminorar el síndrome.
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1. No sobrecargarse de tareas.
Se debe tener claro que cada puesto tiene obligaciones específicas. A veces por quedar bien o querer sobresalir, algunos empleados hacen más de la cuenta. Las primeras veces resultan gratificante los cumplidos de los superiores, pero con el tiempo aquellas tareas extras se volverán una necesidad inherente al rol del trabajo. Con el tiempo la persona se sobrecarga de labores y comienza a quemarse.
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2. Utilizar los canales de comunicación para informarle al área de recursos humanos sobre el problema.
En la mayoría de las ocasiones el síndrome del burnout se debe a la deficiencia o el flujo de trabajo de la organización. Quien padece el trastorno no debe sentirse culpable y retraerse sino expresar lo que siente. El departamento de recursos humanos tiene la obligación de apoyar.
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3. Delimitar las funciones.
Como se dijo al inicio, entre más importante sea el puesto mayor serán las responsabilidades. Ésto no justifica que un empleado esté haciendo más de la cuenta. Así que para evitarlo los especialistas recomiendan organizar reuniones periódicas en las que todos puedan dar su opinión sobre sus labores y clarificar en qué ámbito es responsable cada uno.
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4. Aprender a controlar las emociones.
Lo más importante es no enfadarse cuando se crea que se está cometiendo una injusticia. En lugar de explotar hay que exponer las quejas con argumentos basados en hechos concretos y proponiendo soluciones.
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5. En el momento de presión hay que saber pedir ayuda.
La mayoría de empleados se queman cuando se les exige asumir tareas para las que no están preparados. Para evitarlo se puede pedir un curso de formación o buscar la ayuda de un compañero más experimentado.
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Más allá de los problemas de organización y de responsabilidades, el síndrome del burnout ataca a las personas que padecen un desequilibrio emocional. La mejor forma de evitarlo es adaptarse a la realidad y no deprimirse cuando las expectativas se vengan abajo. Para eso, la mejor ayuda está en la familia, los amigos, un óptimo descanso y en desarrollar satisfactoriamente los hobbies que el espíritu necesita.