¿Alguna vez te hicieron sentir mal pero tuviste que aguantarte porque “solo estaban jugando”? ¿No? Entonces probablemente tú eres la persona horrible que hacía a las demás personas sentirse incómodas. No te preocupes, a veces las cargas culturales y sociales no nos permiten ver que, aunque no lo queramos, aunque seamos bien intencionados, seamos unas personas dlv.
Le puede pasar a cualquiera y es comprensible. Lo importante es hacer introspección, darnos cuenta de nuestros comportamientos y esforzarnos por mejorarlos.
1.Cuando le dijiste marica o joto a alguien para insultarlo
Por no querer pasarte la tarea, las respuestas en un examen o por no querer acompañarte a esa fiesta a la que ni tú querías ir. De por sí no es justo que quieras insultar a alguien simplemente por no hacer algo que ni siquiera es su responsabilidad. Pero, para hacerlo todavía peor utilizas una palabra asociada con la orientación sexual de otras personas de manera ofensiva, como si de alguna manera la homosexualidad fuera un defecto con el que se puede insultar a los demás.
2. Cuando dejaste que tu mamá, hermanas, tías o hasta tus amigas te atendieran
Y mientras tú te quedabas sentado. Sí, tal vez te dijeron que tú eres el “hombrecito” y que por lo tanto tu único trabajo es sentarte ahí y verte bonito mientras las mujeres se encargan de las cosas de la casa. Pero ¿no te pusiste a pensar en lo ridícula que es esta costumbre en realidad? ¿Qué clase de justificación es tu género para quedarte ahí sentadote como inútil mientras las demás hacen todo por ti? No es una razón válida, si tú también quieres comer, si quieres tener ropa limpia o si te desespera que tu espacio esté sucio, lo justo es que colabores para mejorarlo.
3.Cuando hiciste que tu compañera de equipo fuera la que escribiera o dibujara
Porque “a ella le queda más bonito”. Por un lado, no subestimes tus dotes artísticos, el mundo se merece verlos aunque no seas una niña. Por el otro, que tú tengas flojera no significa que las mujeres de tu equipo no la tengan también. ¿Por qué no trabajar todos juntos dividiendo las tareas equitativamente? Créeme, no hay nada en el código genético de las niñas que las haga escribir más bonito, lo único que pasa es que a nosotras nos exigen más hacerlo de manera estética… y algunas ni así la libramos.
4.Cuando fingiste solo estar interesado en la amistad de una persona para acercarte a ella
Y luego descaradamente buscar una relación amorosa. Puntos extra si cuando te rechazó y empezó a salir con alguien cuyas intenciones fueron claras desde el principio la acusaste de ponerte en la inexistente friendzone y subiste 80 memes diarios al respecto. Nadie, en serio, nadie, tiene la obligación de corresponder tus avances solamente porque te tomaste la molestia de encontrar atractiva a la otra persona. Y ya en confianza, entre más te quejas de la friendzone, más le haces saber a la otra persona que tomó la decisión correcta al elegir a alguien más.
5. Cuando excluiste a alguien de tu grupo de amigos porque “no podía seguir el paso”
Tal vez porque era niña, tal vez porque tenía alguna discapacidad, el caso es que no podía ir a tener las miles aventuras que te estabas imaginando en el parque medio seco que estaba a una cuadra. No nos cuesta nada adaptarnos para incluir a otros, finalmente entre más suele ser más divertido.
¿Te comportaste así alguna vez? ¿Te ha tocado sufrir este tipo de situaciones? No tienes por qué guardártelo y soportarlo como normal. Deja que tu voz se escuche en la Consulta Infantil y Juvenil del 17 al 25 de noviembre y cambia la conversación.