Cuando se trata de la relación entre mamá y bebé, parecería que todos tienen una opinión. Tus tías recomiendan que comas esto o aquello para que “te baje la leche”; los vecinos preguntan por qué llora tu bebé, ¿será que no ha comido? Tu abuela opina que no le des pecho mucho tiempo, pero luego recuerdas cómo son tus tíos y comienzas a dudar de sus consejos. La Secretaría de Salud organiza un foro de lactancia materna, pero no invita a ninguna mujer a participar. Son tantas las voces que pretenden imponer una supuesta verdad sobre la lactancia, que no se alcanzan a escuchar las de quienes están viviendo esta profunda experiencia: la mamá y ese pequeño ser cuyo primer acercamiento al mundo es a través de lo que siente la mujer que lo ayudó a venir.
En medio de un torbellino de opiniones que se empeñan en silenciarnos, buscamos el testimonio de seis mujeres jóvenes que en su proceso de convertirse en madres descubrieron una manera distinta de vincularse con su bebé a través de la leche materna; una que desafía y resignifica todo lo que se ha dicho sobre la maternidad y la crianza. Con miedos, dudas, frustraciones y mucho, mucho amor, estas mujeres confiaron en sí mismas y crearon una forma de vivir la lactancia a la medida de ellas y sus bebés:
–
¿Podré hacerlo?
¿Y si me duele? ¿si mi pezón no tiene la forma y tamaño adecuados? ¿Y si la leche no baja…? Luego llega el momento, comienzas a darle el pecho y nada pasa, no lo quiere. Te aterras, quieres llorar, los doctores te dicen que tengas paciencia, que la bebé está aprendiendo (¿qué no lo hacen por instinto?) y después de dos días de ser rechazada e insistir, bebé es ahora una experta, todo fluye normal y por fin te sientes “buena madre”.
Mitzel Vallejo, 27 años. Maestra de secundaria
–
¿No deberías poder alimentar a tu propio bebé?
Estaba adolorida, cansada y sin terminar de asimilar que ya era mamá. Pese a ser primeriza y apenas poder caminar por la cesárea, todo iba (relativamente) bien en el hospital, incluso los exámenes de la técnica para amamantar. Llegando a casa el bebé no paraba de llorar, parecía no llenarse; entré en pánico, el cansancio y la flaqueza emocional me guiaban a comprar una fórmula, pero mi necedad y autopresión repetían en mi cabeza: “¿no deberías poder alimentar a tu propio bebé?” Para mí, la lactancia materna es el mejor pretexto para abrazar más fuerte a mi bebé y justificar que mis pechos se vean caídos.
Itzel Maldonado Nuñez, 30 años. Project Manager y mamá de tiempo completo
–
Gracias, pero no
Las opiniones vienen desde que la gente sabe que estás embarazada, parte de lo más extremo que me recomendaron fue: “Toma un té de clavo con canela y comino para que no te duela el parto…”, afortunadamente soy de las que investigan antes de aplicar una sugerencia; resulta que el clavo es tan fuerte que puede ocasionar daño neurológico, hepático, convulsiones y otras tantas cosas. “Toma cerveza para que te baje la leche”, aunque esa idea suena divertida, también resulta dañino porque el alcohol pasa directo en la leche o sea que sería como darle una cerveza. Si algo he aprendido es que el infierno está lleno de buenas intenciones, así que para conservar nuestra salud física y mental agradecemos sin tomar el 90 por ciento de las sugerencias.
Dulce Karen Ruiz, 27 años. Psicóloga, micropigmentadora y lashista
–
No estás sola
Me recomendaron la liga de la leche durante el embarazo, pero no acudí a ninguna reunión hasta que el primer mes padecí grietas. Al salir de esa primera reunión me sentí tan agradecida, pues no sólo me habían orientado y dado soluciones para lo que estaba viviendo, descubrí un entorno nuevo donde se prioriza la crianza respetuosa de los hijos y sobre todo donde obtuve la certeza de estar acompañada en todo lo que la maternidad implica.
En mi segundo embarazo me enteré de unos bebés de apenas 900 gramos que acababan de nacer y sólo al imaginar el dolor de esos padres sentí la necesidad de contribuir. Así me acerqué a los bancos de leche, resulta muy gratificante saber que impactaste de forma tan significativa en la vida de alguien y que tu leche es un regalo de vida.
Elisa F. Glez Santos, 28 años. Madre de tiempo completo, ama de casa y estudiante de universidad
–
Intimidad, resiliencia e instinto
Sólo mi hija de dos años once meses, mi esposo y yo comprendemos por qué ha durado tanto la lactancia… el lazo que hemos creado es indescriptible. A veces quiero abandonar (igual que al principio), pero ahora ya no puedo decirlo porque nadie me dirá “aguanta poquito más, es lo mejor para tu hija”. La clave para saber cuánto prolongar la lactancia es el instinto, cuando mi hija llora, ni cuenta me doy que ya estoy ofreciéndole el mejor consuelo, somnífero y analgésico que hay.
Liz González, 29 años. Micropigmentadora
–
Un lenguaje de dos
Comencé la lactancia como una completa inexperta y mi bebé me demandaba demasiado. Al poco tiempo entendí que me buscaba siempre que tenía hambre, sueño, sed, me extrañaba y yo igual si lo necesitaba me acercaba a él, creamos una conexión que sólo nosotros entendimos. Así duramos dos años y los dos nos sentimos listos para dejarlo, sin llantos ni nada. Todo ese tiempo no gasté en leche y dormirlo era súper fácil. Creo que así fue mi experiencia, alejada por completo de los mitos.
Elena Kleemann, 28 años. Asesora patrimonial
Ser mamá es una experiencia llena de incertidumbre, pero saber que otras mujeres pasan por lo mismo puede ayudarte a sentirte acompañada mientras intentas comprender qué pasa con tu propio cuerpo y con el otro cuerpecito que, aunque ya no está unido al tuyo, sigue vinculado a ti de maneras tan profundas que no eres capaz de describir. Para estas mamás, la leche materna es mucho más que alimento, es consuelo, es conexión, es la mejor forma de dar amor y contención a tu bebé. La lactancia es el vínculo que surge después de que el cordón umbilical cae, justo en ese instante en que lo único que te une a tu bebé es el deseo de darle siempre lo mejor de ti.