A través del tiempo muchas mujeres le han mostrado al mundo y a la sociedad que todos tenemos las mismas capacidades para alcanzar una meta. La Historia recuerda a muchas de ellas, quienes con su ímpetu y dedicación heredaron grandes proezas; sin embargo, todos los días, millones de mujeres en el mundo siguen haciéndolo de distintas maneras: en casa, en el trabajo; siendo representantes de grandes empresas, revolucionando tendencias en la moda, etc., no hay un sitio donde no exista una mujer—incluso miles— que todos los días haga algo maravilloso que impacte de diferentes maneras a su grupo social o comunidad.
Antes, la figura e importancia de la mujer estaba resumida a ser ama de casa: conocer a un hombre, casarse, tener hijos y procurar el bienestar de los otros antes que el suyo; que una mujer decidiera vivir sola, o trabajara para viajar y hacer lo que deseaba cómo y cuando lo quisiera, era algo impensable hace algunas décadas, pero hoy es común que así sea.
Casarse o vivir en unión libre, ser soltera, tener o no hijos, viajar, trabajar, vivir sola o con amigos, etc., son temas que ahora pueden decidir libremente. Claro que aún hay quienes juzgan estas actitudes como propias de mujeres libertinas y locas, inconscientes y que no tienen claro “el papel que les tocó vivir”, pero hay otros que admiran dicha entereza. Y también hay quienes se enamoran de esas fortalezas.
Las cosas han cambiado y cómo nos relacionamos con los demás también, lo cual no es novedad para nadie, pero algunas de las nuevas costumbres no han sido tan benéficas. Si bien es cierto que las mujeres lucharon por la igualdad de derechos y oportunidades, eso no significa que deba existir un trato irrespetuoso para demostrarles que “eso es lo que sucede cuando eres igual a los hombres”.
Cargar un garrafón de agua, cambiar un foco, pagar las cuentas, o ser el sustento principal de la familia, no son razones para que las parejas de las mujeres independientes no tengas detalles y actitudes amables y, ¿por qué no?, cursis.
En otras épocas, como en la de nuestros abuelos o padres, las costumbres de cortejo y atenciones eran distintas. No es la idea sostener que todo tiempo pasado fue mejor, pero sí que valdría la pena rescatar algunas actitudes que mejorarían la manera de vivir las relaciones, no sólo de pareja, en un ámbito general.
A continuación te presentamos cuatro actitudes que ningún hombre debe perder cuando sale con una mujer independiente:
Cortejo y caballerosidad
En la actualidad la mujer trabaja, se sostiene económicamente, maneja su propio auto y toma sus propias decisiones sin la aprobación del sexo masculino, y eso es algo muy positivo, lo cual no quiere decir que un hombre que desea salir con una mujer independiente deba abstenerse de actitudes básicas y elementales de educación y cortesía como arreglar un encuentro con antelación, no con un mensaje en la madrugada cuando todos sus planes se cancelaron, u ofrecerse a pasar a buscarla y acompañarla a su casa después del encuentro. Lo mismo ocurre con la famosa cuenta de la primera salida: que las cosas sean equitativas en términos de gastos y que la mujer se ofrezca a pagar la cuenta, no significa que como caballero no debas tener el gesto de pagar tú, simplemente como una forma de hacerle saber que en esa ocasión se trata de una invitación. Para compartir los gastos ya habrá tiempo de sobra. Una mujer independiente no esperará que pagues siempre todo, es más, no lo permitirá, por eso agradecen cuando el hombre insiste algunas veces en hacerlo, porque probablemente ella también lo hará en algunas ocasiones.
Respeto por compromisos adquiridos, puntualidad y consideración
En la era donde todo el mundo parece constantemente ocupado, es muy frecuente que surjan contratiempos de último momento y puede comprenderse, pero algunas personas hacen del contratiempo una manera de vivir, suponiendo que los demás deben simplemente adecuarse con resignación a su falta de consideración. Si realmente te interesa una persona, es importante que respetes su tiempo, tal como te gustaría que ella respetara el tuyo. Sí, habrá ocasiones en las que ella también tenga que asistir a una reunión de imprevisto, o tenga que quedarse en casa porque irán a arreglar las fallas en las tuberías de la casa, pero si tu muestras consideración y apoyo, ella hará lo mismo, siempre y cuando sean situaciones extraordinarias, no una constante en tu comportamiento.
No abuses de la tecnología
No es noticia que hoy las redes sociales gobiernan nuestra cotidianidad y que sí, es muy cómodo y práctico enviar mensajes por Whatsapp, Messenger o Instagram, comparado con hacer llamadas tradicionales. Seamos realistas, hay un momento en que el chat resulta inexpresivo e insuficiente para transmitir interés o compartir situaciones de la vida cotidiana, y nada mejor que un café o un trago cara a cara para conocerse, conversar y descubrir si la otra persona nos interesa realmente, ya que la convivencia presencial hará que conozcas de verdad a la mujer en cuestión. Organiza una salida al museo, o al cine; sorpréndela con un encuentro, por muy corto que sea, entre semana para platicar sobre cosas del trabajo o de la familia, desapegarte por completo, creyendo que los problemas son sólo suyos, lo único que logrará es que prefiera alejarse de ti, porque recuerda, una mujer independiente no necesita de alguien a su lado para saber lo mucho que vale, pero, igual que todos, quieren a alguien con quien puedan compartir su vida en todos los aspectos.
Ofrece tu ayuda
Sí, una mujer independiente puede resolver sus problemas, pero eso no significa que no puedas ofrecerte a llevar al perro al veterinario o a cambiar las cortinas. Son esos pequeños detalles los que hacen que alguien sienta que otra persona pone atención a sus necesidades, y en consecuencia, tendrá la misma actitud hacia ella.
Si una mujer independiente es capaz de luchar por sus sueños y metas, imagina cuando los comparte con alguien a quien quiere.
Nuestra época tiene muchas ventajas en todos los ámbitos, y aprovecharlas está bien, pero no perdamos de vista nuestra condición de seres humanos, sensibles a las miradas, a los gestos, a las demostraciones físicas de cariño. Ser un poco más parecidos a nuestros abuelos a la hora de conquistar y ser conquistados quizás no sea una mala idea, y nos devuelva un poco del romance que parecemos haber perdido.
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