¿A quién se le ocurrió esa loca idea de hacernos pensar que enamorarse es esperar al príncipe azul, que el amor es alguien que nos rescata, que existen las medias naranjas? El amor no es solamente ver cómo el tiempo se detiene mientras ves a los ojos a tu pareja, ni pensar que todo es mágico y la finalidad es ser felices para siempre.
Cada vez es más común escuchar a muchos que hablan de lo terrible que ha sido esta idea: la colección 12 princesas en pugna; la fotógrafa israelí Dina Goldstein con Fallen Princess; In the Doll House; o Como anillo al dedo. Manual de amor de la A a la Z, de la escritora Yazmín Jalil. Basta con que busques en Google “felices para siempre” para encontrar infinidad de textos que hablen de lo equivocados que estamos.
¿Pero por qué nadie nos dice nada? Qué fácil es acabar frustrado con la expectativa tan alta que tenemos del amor. “Para siempre” es un muchísimo tiempo, ¿no? Resulta que si decides terminar con tu novio entonces debes empezar de nuevo a enamorarte de alguien y que ese alguien se enamore de ti para encontrar el gratificante “y vivieron felices para siempre”. Y qué decir si se nos ocurre casarnos y las cosas no funcionaron, ya sea por los planes de vida incompatibles, por desacuerdos naturales de una pareja o porque simplemente no logramos establecer esa mágica conexión de chispitas de colores, amor, respeto, confianza y perfección como para vivir hasta que la muerte nos separe. ¿Qué pasa si después de 25 años juntos deciden que es momento de un cambio?, ¿está mal?, ¿debemos crear una batalla campal? —abogados, discusiones, desacuerdos, gritos, pelea, familia dividida.
Este concepto de amar a una sola persona hasta el resto de la eternidad suena increíble para un cuento de hadas; pero todos tenemos millones de dudas al respecto que parecen no tener solución. Una separación es algo sumamente complicado, debemos entenderlo. Pero si dejamos de estar enamorados, ¿necesariamente tenemos que —en automático— dejar de querer, de amar, o en algunos casos dejar de sentir cariño por esa persona?
Si elegiste a una persona para pensar en “vivieron felices para siempre”, ¿no crees que es porque es alguien increíble? Tal vez no funcionen juntos en una relación romántica, pero así como ustedes no funcionaron hay muchas otras cosas que pueden funcionar, como una amistad o un proyecto laboral. Que alguien no funcione para ti no significa que tú no funciones para nadie, que debas retirarle el habla, que lo odies o que se convierta en “el/la innombrable”.
Sé que tu cuento para la eternidad tal vez necesite una segunda oportunidad, pero no hay necesidad de vivir en el rencor. ¡Claro! La despedida duele, el orgullo duele; pero contradiciendo a la Madre Teresa de Calcuta: el amor no debe doler. El amor debería ser tan fácil como para que “hasta que la muerte nos separe” no suene a tortura. Si a ese amor de pareja le sumas otros elementos que satisfagan esa necesidad de compañía, el reto se vuelve un poco más interesante y placentero.
Ama a todos y a todo como si no te fuera a doler, ese dolor el día de mañana será aprendizaje, será lo que te haga más receptivo, será lo que te haga más tolerante. Baja un poco la expectativa de “para siempre”, “hasta que la muerte nos separe”, “hasta la eternidad” y piensa en ser feliz hoy, estar juntos hoy, disfrutar lo que tienes alrededor hoy y sentir maripositas en la panza por todo lo que te rodea. Construye el amor y trabaja en él todos los días, porque lo puedes encontrar en pequeños detalles que te hagan sonreír, lo puedes encontrar en compartir con tus personas cercanas, lo puedes construir amando cada imperfección que aparezca por tu vida, amando los retos, amando las diferencias que tienes con otros.
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Las fotografías que aparecen en este artículo son parte de la obra de Dina Goldstein.
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