Un nuevo año, una nueva discusión sobre un tema controversial renace como un mamífero que despierta de su hibernación. Hay dos tipos de personas: las que aman el calor y las que adoran el frío (y desprecian a la contraparte). Las primeras disfrutan de pasar el tiempo en casa, con unos calcetines chonchos y una taza de chocolate caliente en las manos, enfundadas en guantes tejidos; las del calor, por otro lado, prefieren sentir los cálidos rayos del sol que les acarician el rostro como en canción de Luis Miguel y saborear una paleta helada mientras caminan en chanclas, con los dedos al aire.
¿Cuál es mejor? Algunas personas dirán que cada clima tiene sus ventajas y desventajas, o que cada quién habla de la feria según le fue en los caballitos… Pero aquí venimos a decirles la verdad absoluta, la conclusión a este tema: el calor es mejor. Mil veces mejor.
En primer lugar, el calor promueve el movimiento. No por nada la gente se va de vacaciones a la playa cada año, en busca de ese clima que en las grandes ciudades o en las zonas alejadas de las costas no podemos tener. Los seres humanos añoramos el calorcito por naturaleza, así como las mariposas que emigran anualmente en busca de tiempos más cálidos. Mientras que el calor nos lleva a buscar soluciones para refrescarnos, el frío nos entumece. Nos paraliza. Cuando tienes frío no puedes pensar en otra cosa, pues tu cuerpo está enfocado en sobrevivir.
El calor es mejor que el frío porque, contrario a la creencia popular, sí se puede quitar. Estamos en una época en la que los avances tecnológicos nos ayudan a permanecer con vida ante condiciones de vida extremas: ya existen los refrigeradores, el aire acondicionado y los hielos en bolsa. Pero, si tienes frío, más vale que tengas calefacción y ropa adecuada… esa que debes cargar a todas partes aunque sea pesada y vayas en el transporte público, cubierta con seis capas de prendas para evitar el congelamiento. Y si vives en Latinoamérica sabes que tener calefacción en un edificio es improbable (y de hecho es un gasto energético que probablemente no vale la pena, dada la situación de cambio climático en la que vivimos).
Fuera de broma y desde un punto de vista científico, el frío sí provoca más muertes en casos extremos. El cuerpo de los seres humanos tarda en autorregular su temperatura. La hipotermia ocurre cuando bajamos hasta 35 grados Celsius (si alguna vez te han tomado la temperatura entonces sabes que lo normal ronda los 36.5 grados). Si sigue bajando, nuestros órganos se “apagan” para preservar la energía que el cerebro necesita. Y puede ser un proceso muy peligroso del que se puede no salir con vida.
Y tú, ¿prefieres el calor o el frío? En realidad todo depende del lugar en el que vivas. Por supuesto, las personas no estamos hechas para vivir en climas extremosos y cualquiera de los dos puede representar un peligro (y una molestia). Pero aquí preferimos meditar esa pregunta en el calorcito de la playa, con permiso.