No sé cómo explicar ese momento de mi vida. A veces digo que es muy obscuro pero luego recuerdo que también hubo momentos felices. Es como un gris, llamémoslo así: ‘mi momento gris’. Mi familia y amigos lo nombran como negro, el más negro de mi vida, pero no sé, ellos no vivieron y sintieron lo que yo. Sí, caí muy profundo, me lastimaron y defraudaron como jamás creí que podrían hacerlo, pero también sonreí y eso, para mí, le da un poco de luz. En fin. Quizá yo no veía todo lo que las personas más allegadas observaban desde fuera, así que cuando pude ponerle un punto final, ni en mi cumpleaños me felicitaron tanto como cuando rompí con el tóxico de mi vida.
Quizá no lo he superado del todo pero ya puedo escribir estas líneas. Lo veo y me gusta. Recuerdo nuestros momentos lindos y sonrío también, pero jamás me habían roto tanto el corazón. Lo tiró en cachitos y los pisó con todas sus fuerzas. Ahí estaba yo, débil, pequeñita y vulnerable. Regresé muchas veces, es cierto, rogué su cariño por muchas más. Me veía a su lado por siempre y estaba dispuesta a soportar. A decir verdad sabía dentro de mí que no estaba bien pero de igual forma en mi cabeza estaba el pensamiento de ‘nadie puede ser exactamente como lo quieres y todos tienen defectos’. Conocía los tuyos y estaba convencida que podía vivir con ellos aunque todos estuvieran en desacuerdo.
Muchas veces me puse en contra de mis amigos, te defendí frente a mi familia y hasta de mi propia mente. Todo me decía que esa relación me hacía daño pero a la vez me aferraba a los buenos momentos; pocos pero memorables. No conocía nada más, en realidad creía que esto estaba bien porque era mi única experiencia, o la que había tenido más grande. ¿No les pasa? es como cuando te preguntan ¿qué se siente tener hermanas? cuando no las tienes… así me sucedía: ¿qué se siente tener una buena relación? pues en realidad no la conocía. Pensaba esto era normal.
Y entonces abrí los ojos. Necesitaba tocar fondo para darme cuenta. Ninguna palabra, acto o petición de mi familia o amigos podrían hacerme ver todo lo que yo no veía. Solito sucedió. Se derramó el vaso que llevaba tanto tiempo llenándose a gotas. Ya no pude más, mi corazón ya no pudo más, mi mente estaba agotada y mi cuerpo pedía descanso. Entonces me fui.
Fue extraño para ti, por supuesto. Estabas acostumbrado a tenerme siempre detrás. Yo ya no quería eso en mi vida y deseaba con todas mis fuerzas estar junto a alguien, no a su espalda. En realidad no quería o buscaba salir con alguien más, solo ya no quería lo que tenía.
Me miré al espejo e intenté centrar mi atención en lo valiosa que soy. Cómo me hiciste daño. Cómo lastimaste este corazón y atormentaste mi mente. Era tiempo de sanar, de dejarte atrás, de quererme y caminar sola. Moría de miedo, no te voy a mentir. Estaba muy acostumbrada a tenerte de alguna forma, o creer que te tenía.
Compartí mi decisión y me sorprendió la reacción de mi familia y amigos. Yo lloraba y sentía que me moría pero ellos estaban felices, incluso veía una paz en su mirada que no podía explicar y yo quería tener. Ahora lo entiendo, estaban cansados de verme mal, de suplicar cariño, rogar atención y aferrarme a tomar la mano de alguien que no quería sostener la mía.
Esperaba un abrazo de ellos pero ¿sabes qué recibí? felicitaciones. Me sorprendía y un poco me enojaba también. ¿Por qué me felicitaban?
Luego lo entendí. Hoy estoy más tranquila, vivo en paz y sin la presión de cuidar que me seas leal u opciones para que te sintieras bien a mi lado. Ni en mi cumpleaños recibí tantas felicitaciones como cuando me despedí de tí, la relación más tóxica de mi vida.
Hoy me felicito a mí. Por mi fuerza, valentía y amor propio. Porque ahora entiendo que no me hubiera llevado a nada seguir atrapada en esa relación (si así pudiera llamarle) y que cada lágrima, cada dolor en el pecho, migraña y presión en el puño cerrado, valieron totalmente la pena. Hoy estoy feliz de haberte dejado atrás, tomar las riendas de mi vida y seguir caminando solita en la dirección que yo misma decidí. Adiós, tóxico de mi vida, ahora eres parte de mi pasado y no, no te deseo lo peor, gracias por enseñarme lo que no quiero en una pareja y a ser más cautelosa si en algún momento alguien quiere entrar a mi vida. Aquel día todos me felicitaron, hoy me felicito a mí.
