He dedicado mis días a pensar en ti, dentro de un mundo donde la noche es corta y los días largos he visto a esa pequeña niña de ojos cafés, esa niña especial que me sigue mirando a través de mi reflejo todas las mañanas que observo un espejo. Esa niña que aún tiembla cuando alguien nos levanta la voz, que estalla en lágrimas cuando tiene miedo y se refugia en el destellar de mis ojos. Esta carta es para tí, para la guerrera de mi infancia; carta a mi niña interior.
A ti, niña bonita que te convertiste en lo que ahora soy, un conjunto de tus mejores sueños que tuviste desde que naciste. No te calles, no te aísles, sigue luchando por lo que tú quieres, que este mundo tiene mucho para ti, no temas ya que nuestros peores días han pasado, dame tu mano y juntas vamos a ir volando a las metas que ya se van acercando.
Recuerdo cada momento en que tú y yo hemos sido participes, cada que tomo mi café a las 10 de la mañana ahí estas tú para recordarme que nuestra taza es la de princesas, cuando conozco a alguien por primera vez te asomas en el sudor de mis frías manos y me susurras que sería mejor estar leyendo nuestro cuento favorito, cada noche que me acuesto llegas tú con 5 años a pedirme que prenda mi lucecita de la habitación, cuando necesitas de mi abrazo ya que es importante decirte que no hay nada que temer, también cuando apareces con 12 años a decirme que necesitamos tiempo a solas.
Muchas veces sales sin que yo me dé cuenta, hasta que apareces mirándome de frente a decirme que te ponga atención. Eres la persona de mi mayor admiración ya que has sabido vencer todos esos obstáculos que nos tiene el destino. A ti, princesa salida de un cuento de hadas que busca a su príncipe azul, temo decirte que ya no estamos en busca de ese pensamiento, nosotras no somos desprotegidas y hemos descubierto la verdadera razón, mejor encontremos quien alegre nuestro corazón.
Aquella pequeña que una vez vi en medio de la oscuridad con muchos nudos en la cabeza e historia por contar, aquella que guardaba en mi repisa con doble candado para ya no escuchar sus quejidos fuertes que me hacían despertar, pido perdón por dejar a esa niña tantos años empolvada con rasgaduras que temía ya no aguantar, perdóname por dejarte pendiendo de un hilo en los momentos más tristes que necesitabas desahogar, gracias por no quedarte callada y siempre esperar a que llegara, ya que sin esa insistencia estaría pagando mi indecencia.
Sé fuerte, libre y empoderada ya que en el futuro vamos a estar bien, te lo aseguro, ponte en mi oreja a contarme todos aquellos miedos que nos faltan sanar para que me sea más fácil protegerte.
Niña tierna, noble y de grandes ideas, sigue luchando por el lugar que te pertenece, valemos más de lo que nos han hecho pensar y sin cesar vamos a triunfar. Refúgiate en mis brazos, ya no llores más, que esta vida aún no se acaba y hay infinitas experiencias por pasar, recuéstate en mi regazo para poderte contar todas las sensaciones nuevas que están próximas a llegar.