La peor etapa de mi vida comenzó con un simple dolor de cabeza, tomé ácido acetilsalicílico (Aspirina) en todas sus presentaciones durante semanas y nada solucionó el problema. Medité, cambié mi alimentación, tuve sexo, dormí siestas, me inscribí en un gimnasio y hasta intenté enamorarme, pero nada mejoró mis fuertes jaquecas. Entonces un amigo me recomendó preguntarle al doctor más popular del mundo sobre mis migrañas.
Después de teclear en el buscador de Google “dolor de cabeza”, un sinfín de resultados aparecieron frente a mis ojos como balas de salva. Desde remedios caseros para contrarrestar las dolencias, hasta enfermedades mortales que tienen como síntoma una jaqueca, fueron parte del repertorio que la primera página del buscador. Cuando terminé de leer que mi cefalea podía tratarse de un tumor cerebral que prácticamente me desahuciaba, cerré la computadora de golpe y decidí tomar un baño de agua fría para olvidar los desesperanzadores diagnósticos de Google.
Lo que al principio parecía una buena opción para terminar con mis dolores de cabeza, se convirtió en una obsesión que no sólo triplicó mis molestias, sino que empeoró mi estado de salud física, mental y emocional. La ansiedad que experimentaba al no tener acceso a una computadora o un celular para buscar más información sobre la cefalea, la presión arterial alta, los tumores cerebrales, los abscesos en el tejido sesudo, me carcomían. No obstante, el estrés que me provocaba leer sobre migraña, sus causas, tratamientos y consecuencias, también era devastador.
Agotarte hasta enfermarte al buscar un diagnóstico a través de Google, es una de las primeras causas de ansiedad y otros trastornos. Preguntarle a “Doctor Google” pasó de ser una opción o curiosidad, a una adicción que ya se reconoce como el fenómenos de los hipocondríacos en Internet. Ser cibercondríaco no es un juego, pues lo único que esta dependencia a la información médica sin sustento genera, es sugestión y autodiagnósticos irresponsables.
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¿Qué significa ser cibercondríaco?
Cerca de 1 % de las búsquedas en Google son sobre cuestiones médicas, aseguró la BBC. Además el universo digital provee a sus usuarios más de 200 mil apps para “controlar” y calificar la salud. Los médicos de todo el mundo ya son conscientes de este riesgoso fenómenos, pues varios aseguran que muchos pacientes llegan a sus consultorios no por síntomas reales, sino por la información que recopilaron en Google. Todas esas personas que no controlan sus impulsos para encontrar todas las respuestas y tratamientos a sus dolencias en Internet, forman parte de esta nueva adicción.
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¿Cuáles son las búsquedas más comunes en Internet?
Evidentemente la cefalea es una de las dolencias más buscadas en la red (más de 1.7 millones de personas teclean “dolor de cabeza” al año). Otras de las afecciones más consultadas son la diabetes, la depresión y la ansiedad, según Google. Uno de los mayores problemas es la vergüenza que muchas personas sienten al buscar ayuda profesional; es decir, muchos prefieren buscar información y soluciones a enfermedades como las hemorroides, la candidiasis (la infección vaginal más común por hongos), el lupus, la esquizofrenia o el VPH (virus del papiloma humano).
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¿Qué sucede cuando alguien se diagnostica en Internet?
Los cibercondríacos han aumentado en los últimos años, al grado en que la Revista de Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría validó el término. Lo devastador es que estas búsquedas en la red incrementan potencialmente la ansiedad en las personas que intentan solucionar sus problemas de salud sin la ayuda de un especialista.
El contenido sobre salud en la web tiende a llevar a la gente a imaginarse síntomas leves y graves, e incluso enfermedades improbables que pueden causar un estrés y ansiedad innecesarios. Aclaró Veronica Pichin, directora de producto de Google en 2016.
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¿Cuál es la solución a esta dependencia o adicción?
Google se ha dedicado a crear una lista de síntomas que la mayoría busca en línea para ofrecer la mejor información al respecto. La calidad de las respuestas del buscador, en cuanto a este listado, se planeó en conjunto con un equipo de doctores de la Escuela Médica de Harvard y la Clínica Mayo, en Minnesota, Estados Unidos.
Lo cierto es que sería imposible controlar el comportamiento de los billones de usuarios en Internet, así que la única forma de evitar que diagnosticarnos a través de Google se convierta en nuestra peor enfermedad es a través de una consciencia responsable. Es decir, apoyarse de las herramientas tecnológicas a las que hoy tenemos acceso es válido, pero basar un tratamiento médico en las respuestas generalizadas e infundadas de un buscador es un error que podría costarnos la vida.
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Fuente
BBC