Cada año comemos uvas como representación de los propósitos que sabemos que no cumpliremos. Introducimos una uva a la boca pensando que mágicamente tendremos voluntad para bajar de peso, leer un libro más al año, conseguir pareja o terminar la tesis. Sin embargo, al finalizar el primer día del año pareciera que no hicimos ningún propósito y las uvas son cosa del pasado, ya que, según la psicóloga Maca Hernández, solemos tener un pensamiento de “todo o nada”, sin un punto medio. Así que cuando empezamos con un propósito nos predisponemos a fracasar o ganar, el problema está en que a nadie le gusta el proceso para tenerlo todo, y al ver que se requiere de esfuerzo y tiempo, preferimos abandonar toda esperanza quedándonos en “nada”.
Entre los propósitos más comunes y también más olvidados de cada año, según El Economista, están bajar de peso, hacer ejercicio, ser más organizado, pasar más tiempo con la familia, viajar más, aprender una habilidad nueva, encontrar un pasatiempo e incluso hallar el amor, pero si uno impera al momento de comer las uvas es el deseo de mejorar como persona. Es decir, cada año nos prometemos mejorar en todos los aspectos, pero al ver que necesitamos hacer un esfuerzo extra, preferimos seguir siendo los mismos.
A pesar de todo, existe un método para mantenerse fieles al propósito: la filosofía. Con el consejo de algunos filósofos podemos ser mucho más productivos y evitar que la intención quede en el olvido o en la noche de año nuevo. Seguir los consejos es en realidad muy sencillo, basta con ser consistentes y no rendirse o dejarse ganar.
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Caminemos sin parar
Søren Kierkegaard hace referencia al hecho de avanzar en la vida, no quedarse con lo establecido ni con lo que se nos ha dado. Siempre tenderemos la oportunidad de dar un poco más y, claro, de obtener más de lo que esperamos, por lo que no hay que hacer algo más por avanzar.
«A pesar de todo, no dejes de caminar. Cada día yo me alejo de la enfermedad y trato de sumergirme en pensamientos positivos, pero entre menos avanzo más enfermo me siento. Por ello no hay que dejar de caminar y de ver hacia el futuro».
—Søren Kierkegaard
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Abracemos a todos, incluidos nosotros mismos
Se trata de dar amor y cariño y recibirlo. Según Baruch Spinoza, todos tenemos problemas que tratar con nosotros mismos, por lo que sentimos un poco de placer cuando pasamos por algún momento de satisfacción, ya que nos ayuda a mantenernos con esperanza y nos “obliga” a repetirlo.
«He observado pasiones, como el amor, el odio, la ira, la envidia, la ambición, la compasión y la otras perturbaciones de la mente similares a la naturaleza. Se convierten en fenómenos que, sin embargo, inconvenientemente, son aún necesarios, y tienen causas fijas, esto quiere decir que nos esforzamos por comprenderlos para sentir ese placer de comprenderlos».
—Baruch Spinoza
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Seamos el agua
Generoso, fluido, indispensable y cíclico, así debemos ser los seres humanos; no obstante, pocos lo consiguen. Se trata de ser tan fuertes como una ola, inesperada como una llovizna y tan aclamada como un oasis. Hay que hacer lo correcto, llegar en los lugares que más lo requieran y dejar los que no lo necesitan. Lao-Tse veía al agua como un fenómeno natural de bondad, de paz y de gentileza.
«Lo mejor, como el agua, beneficia a todos y no compites.
Habitan en lugares humildes que todos desprecian.
En las relaciones personales, aman la bondad.
En sus palabras, aman la verdad. En el mundo, aman la paz.
En asuntos personales, aman lo que es correcto. En acción, les encanta elegir el momento adecuado.
Es porque no compiten con los demás que están más allá del reproche del mundo».
—Lao-Tse (Fragmento)
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Celebremos lo que tenemos
No importa si es mucho o poco, tratemos de darle al mundo la mejor versión de nosotros mismos. Las virtudes deben sobresalir y opacar los defectos. Aunque por lo general hacemos lo contrario, hacemos notar todo lo que hay de negativo en nuestra vida; sin embargo, tenemos muchos puntos positivos en los que no nos fijamos y, por lo consiguiente, otros los evitan también. Sócrates demostró que muchas personas apreciaban más algo que no tenían o que les costaba definir, por ejemplo, los tímidos quieren valor, mientras que el que lo posee, es decir, el valiente, no lo aprecia tanto, puesto que es una cualidad que tiene desde pequeño y no le parece extraordinario ni anormal.
«Una vida no examinada ni explorada, no vale la pena vivirla».
—Sócrates
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Leamos un libro al menos cada mes
Para los hombres de la India, el poder intelectual llega a ser mucho más valioso que el monetario. Por ello, cuando un hombre se convierte en alguien adinerado, es normal que sea muy culto y que no deje de leer ni de estudiar conforme va avanzando su vida. De hecho, se le considera digno de tener o no poder según los libros que haya leído y el conocimiento que posee por haberse informado. Buda aseguraba que los Bahmins, es decir, los antiguos maestros, tenían como riqueza su intelecto y conocimiento, mismo que heredaban a sus entenados.
«Ellos no tenían castillos, oro o alguna otra riqueza material además de los libros, su mayor posesión era el conocimiento».
—Buda
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Pasemos más tiempo con nuestros seres queridos
Aristóteles creía que la amistad era vital para tener una mejor salud mental, ya que ellos entienden nuestros problemas y nos enseñan a ser mejores personas. De igual manera, cada amigo en la vida es esencial para tener confianza en uno mismo, para sentirnos mucho más plenos y escuchados, además de queridos.
«El mejor amigo es aquél que cuando nos desea el bien, lo desea de verdad».
—Aristóteles
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Intentemos ser lo que esperamos de los demás
Debemos convertirnos en lo que esperamos de los demás. Si queremos respeto, hay que darlo primero, si esperamos amor, hay que brindarlo antes y así con cada aspecto de la vida. Friedrich Nietzsche fue determinista, por lo que aseguraba que había que cambiar el sistema empezando desde uno mismo, tratar de convertirnos en el ser humano ideal para lograr que otros nos sean recíprocos.
«¡Conviértete en quien eres!»
—Friedrich Nietzsche
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Cambiemos sin reprochar
Heráclito aseguraba que todo cambiaba, nosotros somos parte de ese todo, por lo consiguiente, nos guste o no, estamos inmersos en cambios. En lugar de aferrarnos a algo, debemos dejar ir y aceptar los cambios que pueden ser positivos, según la forma en que los veamos. Si la historia es cíclica, nosotros también.
«Uno no puede dar dos pasos en el mismo río dos veces».
—Heráclito
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Tomemos el control de nuestra vida
Somos responsables de lo que nos ocurre. Lo que hacemos en el presente, repercutirá en el futuro, por lo que hay que pensar mucho mejor en lo que hacemos, la manera en que nos desarrollamos y las personas con las que nos relacionamos. Simone de Beauvoir creía que los cambios se daban cada día, por lo que hay que aceptarlos y modificarlos según nuestras posibilidades.
« Cambia tu vida hoy. No juegues en el futuro, actúa ahora, sin demora».
—Simone de Beauvoir
Tenemos la posibilidad de mejorar y cambiar el futuro que nos aqueja. Esto con el fin de ser mejores personas, de que el mundo se llene de seres humanos con mejores sentimientos y actitudes mucho más pacíficas, que faciliten la convivencia y el crecimiento como sociedad. Cumplamos los propósitos de año nuevo, no seamos parte de la estadística y mejoremos cada día con ayuda de los consejos de los filósofos más importantes de la historia.