Mirarle directamente a los ojos. Ver cómo las lágrimas brotan de ellos para caer y estrellarse contra el suelo. Peor aún, saber que eres responsable de ese hecho, que fuiste tú quien ocasionó ese corazón roto, esa decepción, y ahora no sabes qué hacer para detenerlo. Es la persona que más amas en la vida y ¿le hiciste eso? Sabes que lo hubiera podido esperar de cualquiera menos de ti, que quizá no es tan importante como otras cosas que han vivido juntos, pero le duele en lo más profundo de su ser que hayas sido tú quien abriera la puerta del caos. Obviamente, no sabes la manera de pedir perdón –sobre todo porque no sabes si te será otorgado– y la garganta se te cierra a tal grado que, a pesar de todo intento por demostrar tu arrepentimiento, las palabras se hunden en tu corazón para perforarlo con sus fríos y cristalinos filos del pecado.
“De acuerdo con algunas investigaciones, sentir culpa, sobre todo después de ciertos sucesos catastróficos con la pareja o alguien a quien se ama mucho, es en extremo normal, pero no debemos permitir que ésta nos invada”.
Es ahí cuando llega la culpa. La horrible, asquerosa y maloliente culpa. Ese sentimiento que te susurra al oído tus malos actos del pasado y el futuro; ese demonio que te recuerda cómo no podrás recibir nunca un premio por tu arrepentimiento porque lo hecho, hecho está. La culpabilidad destruye vidas y arruina emociones; es quizá una de las sensaciones más devastadoras en el mundo y, según expertos tanto en psicología como en ciencias de la mente, es uno de los pensamientos capaces de tornar negativamente al ser humano y convertirlo en un individuo inmanejable.
De acuerdo con algunas investigaciones, sentir culpa, sobre todo después de ciertos sucesos catastróficos con la pareja o alguien a quien se ama mucho, es en extremo normal, pero no debemos permitir que ésta nos invada y se convierta en el monstruo que acecha todas las noches debajo de la cama. No importa qué es lo que hayamos hecho, no se puede vivir en el arrepentimiento y la amargura por siempre. Sí, se dañó a esa persona que lo significa –o significaba– todo, pero hay que seguir adelante; a su lado o a la distancia, vivir en las sombras de la culpabilidad no es una opción.
Para superar ese triste episodio de fallas y fracturas, la psicología contemporánea te recuerda cinco pasos de reflexión fundamentales para que no te conviertas en la encarnación perfecta de la culpa. Cinco recordatorios y consejos de mucha ayuda para que no olvides que eres un ser humano y, sí, cometiste un error, pero no puedes cargarlo para siempre.
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Recuerda que el cerebro está separado de la mente
Esto quiere decir que no podemos controlar cabalmente las emociones que experimentamos frente a ciertos eventos, claro, pero sí tenemos una pequeña oportunidad para cambiar las cosas que estamos sintiendo y transformar nuestro pensamiento. Si guardamos por mucho tiempo ese sentimiento de culpa no estamos haciendo más que alimentar nuestras respuestas impulsivas, completamente emocionales, y dirigiéndonos a una destrucción propia que puede resultar definitiva. Analiza lo que hiciste para romper su corazón, es inútil flagelarte sin respuestas claras.
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Aprende a consultarte con sinceridad
Tal cual lo harías con un amigo, es importante que se hable con uno mismo y se pregunten con claridad determinadas cosas. El asunto está en introducirse objetivamente a la situación, hablarse con sinceridad y no irse por las ramas del sentimentalismo. Es obvio que te sientes mal, pero si no analizas con detenimiento lo sucedido, sólo habrá lágrimas y arrepentimiento vacíos. En el mejor de los casos, siguiendo este consejo, se encontrarán las soluciones o los acuerdos útiles para de verdad superar lo vivido. Nada es para siempre.
“No importa qué es lo que hayamos hecho, no se puede vivir en el arrepentimiento y la amargura por siempre”.
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Aprende de tus errores y abraza el fracaso
Las cosas nuevas asustan, sobre todo si éstas llegaron por un tropiezo o como consecuencia de una estupidez; no obstante, debemos recordar esos años de infancia en que un fracaso era simplemente la oportunidad para seguir adelante intentándolo. ¿Por qué perdimos ese sentimiento de aprendizaje y lo cambiamos por ansiedad? Quizá la responsabilidad de ello se deba a quienes nos criaron, pero no es tarde para recobrarlo. Si hay solución, seguro este capítulo sólo es una prueba de qué tan bien podemos manejarlo, si no, no hay mucho qué hacer. La culpa no sirve de nada.
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Reconoce momentos de “sí” y de “no”
Es importante marcar la línea de lo que es totalmente necesario, funcional, y lo que es por completo inútil; en esas discusiones, sobre todo las que vienen después de haber cometido un error con la pareja, seguro habrá preguntas incómodas o peticiones basadas en el miedo. Lo que no debemos permitir es que la culpa dirija las respuesta en ambos casos. No todos los reclamos necesitan un sí, tampoco todos los acuerdos requieren de un no. Hay que poner la cabeza fría y escuchar lo que se está hablando para que la culpa no se aproveche de la situación.
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Perdónate por esas equivocaciones específicas
Saber que todos somos capaces de equivocarnos, que el arrepentimiento no puede dirigir tus respuestas, que debes hablarte con sinceridad y estar al tanto de que una cosa es lo que siente tu cerebro y otra lo que tu mente dicta, debe dirigirte a este último paso. Puede ser un reto muy difícil, obvio, pero más complicado es darse cuenta de que en realidad nadie te va a perdonar más que tú; pedirte una disculpa y otorgarla es algo que debes hacer para seguir adelante. Pídete perdón y absuélvete para que puedas solucionar las cosas –si es que tienen solución– o para que puedas continuar en tu individualidad por el camino que te está esperando.
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Saber que eres responsable de un llanto no es fácil, pero tampoco es sencillo advertir que los errores cometidos son propios. Con esos dos simples pasos se puede seguir por lo hablado en esta columna e intentar remediar las cosas o saber que todo tiene un fin; en cualquiera de los casos, la culpa no debe dominarte, la culpabilidad debe superarse, ésta no sirve más que para destruir. Para continuar con el tema, revisa estas 8 cosas que tienes que saber si decides salir con alguien que tiene el corazón roto y las Películas para reconfortar un corazón roto que puedes ver en Netflix.