Imagina construir un lugar para vivir con tus propias manos. No, no hablamos sólo de tu casa. Hablamos de todo tu vecindario. Imagina que debas asegurarte por tus propios medios el poder contar con agua, ojalá potable, y tener energía eléctrica de manera tal que encender la luz no signifique desencadenar un incendio o poner en riesgo tu vida o la de tus seres queridos. Eso que imaginaste es el día a día de más de 104 millones de personas que residen en asentamientos populares, en situación de pobreza y exclusión, en América Latina. Una de las tantas expresiones de las desigualdades existentes en nuestras ciudades. Queda mucho por hacer frente a esta realidad en los asentamientos, y por eso te queremos contar algunos datos a partir de encuestas que TECHO —una organización presente en Latinoamérica, que busca superar la situación de pobreza que viven millones de personas en los asentamientos populares— realizó en seis países de la región.
Son varias las historias de familias que viven en asentamientos en situación de pobreza, que tuvieron su capítulo decisivo en plena ciudad. Allí, la dificultad para pagar los altos costos del arriendo hizo que ir a vivir a un asentamiento, más que una alternativa, fuera la única opción. La mayoría de las viviendas que se encuentran en los asentamientos son autoconstruidas. La situación de incertidumbre es muy grande ante la dificultad de no tener un lugar propio donde vivir y proyectarse. En tres de cada cuatro asentamientos se encontraron familias que no cuentan con la tenencia correspondiente del terreno. Y relacionado a esta realidad, uno de cada cinco encuestados afirmó que en el asentamiento podría sufrir algún tipo de desalojo debido a amenazas o notificaciones recibidas, de quienes reclaman la propiedad.
Casi un cuarto de los asentamientos populares estudiados no cuenta con acceso seguro a ningún servicio básico (24%). Esto significa vivir sin agua, sin luz y sin saneamiento. El porcentaje restante se distribuye entre quienes cuentan con acceso seguro a un servicio (34,3%), con dos servicios (24,9%) y con los tres servicios regularizados (16,4%). De esta manera, las familias deben buscar por sus propios medios maneras de poder contar con lo más elemental para sobrevivir. Por ejemplo, para tener luz deben construir generadores comunitarios; en el caso de los servicios sanitarios, se preparan cámaras sépticas o pozos negros; para contar con agua, desarrollan diversas estrategias como pagar a un carro repartidor, pozos con bomba, manguera comunitaria, aguas embotellada o se extrae de fuentes naturales.
Sin embargo, estas dificultades, lejos de detener a las familias, sirven como motivación para muchos vecindarios que se organizan y participan en el día a día de su comunidad. De esta manera, arman diversos proyectos para resolver cada uno de los problemas que encuentran. Así es que trabajan en la construcción de una plaza para la comunidad, festivales en fechas especiales hasta la regularización del agua o del terreno donde viven. Del total de más de 600 asentamientos analizados, en el 76% se organizan de alguna manera para trabajar por su comunidad.
¿Conocías esta realidad? Habla de una de las tantas desigualdades que afrontan nuestras ciudades. ¿Qué otro tipo de desigualdades identificas en tu ciudad? Para intercambiar ideas sobre las problemáticas de las ciudades que vemos como jóvenes, lo que estamos haciendo y las propuestas que tenemos, TECHO impulsa el evento Campus Urbano: Jóvenes x el futuro de las ciudades de Latinoamérica, entre el 29 de octubre y el 1 de noviembre. Si estás en Buenos Aires, sólo te tienes que inscribir y elegir las charlas que te interesan en ciudadesxjovenes.org. Si estás en cualquier otro lugar, puedes seguir el evento por las redes sociales de TECHO. ¡Súmate!
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