“Yo no soy como las demás”, el sexismo entre mujeres

"Yo no soy como las demás"

"Yo no soy como las demás"

Todos y todas en algún momento de nuestra vida hemos repetido ciertas conductas sociales sin analizarlas, una de ellas, por supuesto, es el machismo. Quizás en algún momento has llegado a escuchar o, quizás has dicho: “El peor enemigo de una mujer, es otra mujer”, “Yo no soy como las demás, soy distinta”, “Las mujeres son frívolas, yo no soy así”, “Prefiero tener amigos que amigas, ellas son un drama y yo soy diferente”, “Yo no uso el rosa, es muy de niñitas”, si alguna de estas frases las has utilizado en tu vida, eres sexista.

Pero, ¿qué es el sexismo? El sexismo es una Actitud discriminatoria de quien infravalora a las personas del sexo opuesto o hace distinción de las personas según su sexo. Esto le afecta, principalmente, a las mujeres, ya que éste las considera inferiores por naturaleza y, como consecuencia, las excluyen y rebajan sistemáticamene en todos los ámbitos.

El sexismo va ligado con el machismo –al final del día, los dos rebajan a las mujeres-, pero ¿el sexismo les afecta a los hombres? En cierta medida sí, sí les afecta, pero de manera distinta y desigual. La mujer es oprimida y castigada por haber nacido mujer y salir de las expectativas impuestas con base en su género; los hombres, en cambio, son castigados y discriminados cuando se aleja de su masculinidad y se acerca a la feminidad, lo cual refuerza la idea de ser mujer como algo indeseable o por debajo del hombre.

Cuando somos conscientes del sexismo lo enfrentamos constantemente, lo vemos en todas partes; por ejemplo, a una persona le gusta el color rosa, pero no lo hace público, seguramente sea porque lo asocia con fragilidad, sumisión, delicadeza o debilidad, resultado de asociar automáticamente el color rosa con las mujeres ya que la educación patriarcal le enseñó que, si lo asociamos con las mujeres, es frágil.

Desafortunadamente esto pasa entre mujeres también cuando se lucha por no ser como “las demás” y rechazar lo que es considerado como femenino, por querer ser asociada a conceptos masculinos, ya que a los hombres -socialmente- se les considera como seres racionales, inteligentes y valiosos.

Cierto es que el sistema les ha impuesto a las mujeres cánones de belleza para poder ser valoradas y encajar en la sociedad; como son el maquillaje para cubrirse imperfecciones en el rostro, la depilación femenina, la esbeltez extrema para lucir cierto tipo de vestimenta, etc. Pero deconstruir estos modelos es muy difícil, todas las cosas típicamente femeninas o supuestamente, exclusivas para el sexo femenino, ya está impuestas y normalizadas; así como las asociaciones con algo tonto, superficial o con algo ajeno a nosotros, lo veamos por donde lo veamos querer encajar en ésta imagen no hace menos a una mujer.

Una de las características más preocupantes del sexismo es automáticamente dar más valor a lo que tradicionalmente se considera masculino, pero justificarlo como rebelión contra el sistema patriarcal.

Hay que estar conscientes de este tipo de machismo que es mucho más complicado de identificar, e intentar cambiarlo; una de las armas que pueden ayudar a desarrollar una perspectiva distinta del mundo y más que nada, de otras mujeres, es la sororidad: el apoyo mutuo, resistiendo la idea machista de competir entre mujeres por la atención y validación masculina.

Aprendamos de los errores que llegamos a cometer –que fomentan odio-, analicemos nuestras actitudes sexistas y cambiémoslas por respeto mutuo, apoyo y amor hacia otras mujeres.

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