Texto escrito por Sarai EsRu
Todas estamos muy familiarizadas con la historia de la princesa y el sapo. Aun cuando hay varias versiones, todas tienen el mismo final: la princesa besa al sapo y éste se convierte en el príncipe de sus sueños. Me llama mucho la atención el trasfondo psicológico y el mensaje sugestivo de este cuento de hadas; y es que hoy muchas mujeres seguimos pensando que podemos “besar” a unos cuantos sapos hasta que encontremos al ideal príncipe encantador. Hay algo muy rescatable de este cuento, y es que la princesa tenía el poder de convertir al sapo en príncipe; en la vida real esto aplica totalmente, somos nosotras, las mujeres en busca del “hombre ideal”, quienes tenemos el poder de convertirlo en ese “príncipe encantador”. Interesantemente, somos también nosotras, las mujeres, quienes muchas veces hacemos de cada “sapo” que conocemos un príncipe, y esto lo hacemos idealizando. Idealizar es considerar a una persona, cosa o situación como un modelo de perfección ideal o como mejor de lo que en realidad es. En este sentido, todas nosotras hemos conocido a más de un sapo al cual después de sólo unas pocas interacciones asumimos que es el príncipe encantador que esperábamos, el hombre ideal. Es ahí donde muchas de nosotras olvidamos nuestro lugar, y ponemos a este nuevo “príncipe” en lugar de nosotras y de nuestras necesidades.
Si en algún momento has hecho alguna de las siguientes cosas, probablemente seas una princesa que está haciendo de cada sapo que conoce un príncipe:
Piensas que eres demasiado afortunada al estar con él
No hay nada de malo con sentir admiración por tu pareja, pero hay una línea muy delgada en admirar o idolatrar. Cuando sientes que solo tú eres la afortunada, quitas el valor que le das a la relación. En una relación ambas partes se sienten afortunadas y existe admiración por parte de ambas.
2. Te es difícil encontrar un defecto
Esta es una de las actitudes más comunes, expresiones como “es perfecto” o “no encuentro nada que me desagrade de él” son riesgosas. Es muy bueno reconocer las cualidades de tu pareja, pero cuando éstas nublan o te ciegan de sus imperfecciones es muy probable que no haya espacio de mejora. Esto también puede llevar a que sientas que todo el tiempo debes esforzarte más para estar a ese nivel de “perfección”.
3. Crees que no vas a encontrar alguien mejor que él
Una vez más no hay nada de malo en sentirte segura y convencida de que él sea “the one”; sin embargo, cuando te limitas a pensar o creer que sin él en tu vida eres nada, otra vez haces que todo lo que te rodea sólo gire alrededor de una persona.
4. Tu éxito depende sólo de él
Reconocer los logros de tu pareja es algo bueno y necesario. Desafortunadamente a veces ocurre que algunas de nosotras nos enfocamos tanto en los éxitos de la otra persona que olvidamos los nuestros o incluso nuestras metas. Menospreciamos lo que hemos logrado o lo que queríamos lograr. Admirar los éxitos de tu pareja es necesario y saludable, siempre y cuando los tuyos también sean realizados y admirados.
5. Sientes que tienes menos que ofrecer en la relación
En una relación saludable ambas partes reconocen la importancia del otro, así como las distintas cualidades que enriquecen la relación. Sin embargo, cuando sientes que eres tú la que no tiene mucho que ofrecer, puede que estés idealizando a tu pareja, y consideres que tu presencia en la relación es más de decoración que de aportación. Recuerda que tú también haces la relación y de igual forma la enriqueces.
Recuerda, no necesitamos ser princesas besando a sapos hasta llegar al indicado; somos mujeres que deciden ser profesionistas, mujeres que evalúan sus opciones hasta decidir la más conveniente. Mujeres arriesgadas, valientes, satisfechas y soñadoras. Mujeres que pueden ser solteras, casadas, madres, profesionistas, y que en cualquiera de sus facetas son ellas quienes deciden y quienes escogen no a su príncipe sino a su compañero de vida.