Deseo poco y lo que deseo, lo deseo poco.
—San Francisco de Asis
El mayor problema del hombre poderoso es no poseer todo lo que tienen los demás. Justo en el momento en que parece que lo tenemos todo, llega a nosotros una sensación de vacío imposible de explicar; el humano ha confundido la felicidad con la posesión y acumulación de bienes materiales.
¿Alguna vez has sentido que a pesar de tener lo que deseas no estás completamente feliz? Eso sucede porque –seguramente– después de haber conseguido tus objetivos, nuevas ambiciones llegan a tu mente. Se trata de una cadena de deseos que poco a poco se convierte en una insatisfacción infinita, misma que impide que podamos sentirnos plenos con el simple hecho de existir. Incluso sabiendo que las cosas materiales no atraen la felicidad, los medios de comunicación masiva nos convencen a través de distintas estrategias de que necesitamos ciertos objetos para ser felices y sentirnos satisfechos.
Tratando de ponerle fin a esta absurda búsqueda de plenitud a través del consumo, el budismo se ha encargado de formular una serie de reflexiones para llegar a un estado de paz absoluta en sus mentes. Una de las premisas más importantes de estas meditaciones está directamente relacionada con la presencia del sufrimiento en nuestras vidas. El máximo líder de la religión budista,
Siddhartha Gautama, se dio cuenta de que uno de los principales impedimentos para que las personas encontraran la felicidad, era la constante búsqueda de la misma.
Según esta lógica, cuando un individuo se encuentra en busca de la dicha es porque está sufriendo y, por lo tanto, trata de acabar con ese sentir. Sin embargo, al darse cuenta de que ésta no llega, una sensación frustrante contamina la mente y el alma de quien no halla su felicidad.
Para los budistas es necesario encontrar un equilibrio en el que su cuerpo y alma se encuentren en completa paz con el Universo; es decir, es importante aprender a aceptar cada uno de los momentos a los que nos enfrentamos diariamente. Sólo de esa manera el dolor se disipará a través de la reflexión.
Al llegar a un estado mental armonioso, la gente puede percibir el mundo tal y como es, lejos de todo prejuicio o fantasía que distorsione sus pensamientos. A este punto de iluminación se le conoce como nirvana, que significa “extinguir el fuego”. Uno de los propósitos de la religión budista es que sus seguidores logren llegar a ese estado de reflexión; sin embargo, sólo el 1 % de ellos lo logra. La razón de que este porcentaje sean tan bajo, es que los practicantes concentran todas sus fuerzas en alcanzarlo, lo que implica que ha crecido en ellos una especie de deseo y todo anhelo –por más bien intencionado que éste sea– es generador de sufrimiento.
Es por ello que muchos de estos adeptos, al igual que algunos líderes hindúes como Bhaktivedanta Swami Prabhupada o el Maharishi Mahesh Yogi, optan por adorar a diferentes dioses a quienes les piden ayuda no sólo para lograr su ascensión al nirvana, sino para cumplir también sus deseos mundanos; mismos de los que, a través de la meditación, trataron de escapar durante mucho tiempo.
¿Alguna vez te habrías imaginado que tus deseos por mejorar tu vida eran los que te hundían en el sufrimiento? La mayoría de las religiones te dirá que tanto la felicidad como la tristeza, existen como pruebas de fe y devoción. Sin embargo, la sabiduría budista muestra que el verdadero camino para la plenitud es eliminar esos dos conceptos de tu vida por medio de la inhibición del deseo, ya que a partir de éste, se origina un sentimiento y una inconformidad que no hará más que crecer aún después de cumplir alguno de nuestros caprichos.
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Fuente
Harari, Yuval Noah (2014) De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad. Titivillus. España.