Las personas perfeccionistas suelen tener el control de todo lo que les rodea, les cuesta delegar actividades, critican severamente y sienten que nada es suficiente. Si ya has descubierto que posees estas características y conoces lo difícil que resulta tener todo perfecto, quizá te hayas sentido, alguna vez, incapacitado para realizar ciertas actividades.
El mayor de los problemas si eres perfeccionista es la cantidad de tiempo que empleas para ajustar detalles pequeños, muchos de ellos sin importancia. Ser perfeccionista en exceso le resta naturalidad a las cosas, y en caso de no poder controlar algo que salga de tu esquema, te hará sufrir; sin embargo, continúa leyendo para que aprendas a ser una persona segura:
1. Hecho es mejor que perfecto
Es cierto que las cosas necesitan que se hagan bien; sin embargo, obsesionarse con los detalles puede limitar la creatividad. Además, esto resulta agotador pues nunca estarás conforme con el resultado, y esto te impedirá avanzar hacia tus metas.
2. Tu eficacia disminuye
Al ser en exceso perfeccionista sólo se consigue ser menos eficaz, ya que no es el afán por la excelencia lo que representa un problema, sino la angustia que surge ante el posible fracaso, lo cual afecta tu capacidad para dar algo por terminado. Esto te provocará posponer tareas importantes porque te sentirás abrumado y presionado ante la idea de no haber hecho las cosas como esperabas.
3. Afecta tu autoestima
La obsesión con la perfección deja secuelas en el autoestima, ya que nunca se sentirán satisfechos con los resultados que obtienen, lo que conlleva a exigir a los demás una medida que tampoco logra ser comprendida. Es decir, los perfeccionistas viven infelices al encontrarse atrapados en su jaula; salir de este encierro será difícil, pero sólo de esta manera podrás disfrutar tu vida y realizar más actividades.
4. Reduce el número de asuntos en los que quieres ser perfecto
Cambiar de un día para otro es casi imposible, ya que se trata de un proceso que toma tiempo. El perfeccionismo es una actitud muy arraigada en la que siempre existirá una raíz capaz de atormentar. Por ello, lo mejor es diminuir poco a poco el número de asuntos o cosas en los que se busca la perfección.
5. Deja de exigirle a los demás
Los perfeccionistas son exigentes consigo mismos, por eso lo serían más con quienes los rodean y demostrarán un control excesivo. Pero es necesario entender que las personas no serán como esperamos. Así que debes respetar el margen de los demás, aún si esto implica tener que mirar hacia otro lado. Antes de pedir, valora lo que la persona está dispuesta a entregar.
6. Disfruta los matices de la vida
El perfeccionista suele ver todo en blanco o negro, perfecto o imperfecto, por eso su capacidad para sentir satisfacción es poca, pues no es capaz de ver que hay otros tonos, colores y matices. Si aprendes a observarlos te darás la oportunidad de disfrutar de los resultados de tu trabajo y el de los demás. Recuerda que las cosas que valoramos son desde nuestra subjetividad, así que mientras sea mayor tu perspectiva, más podrás disfrutar de lo que te rodea.
7. Alimenta tu sentido del humor
El buen humor nos permite ver más allá de lo que tenemos de frente, notar nuevos matices y divertirnos con las imperfecciones. Las personas perfeccionistas no suelen ser de esta manera, pero lo que te ayudará a relajarte es disfrutar lo que has hecho, y lograrás restarle importancia a aquello que no se puede cambiar. Es la capacidad de poder reírse con los defectos propios y ajenos.
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