Texto escrito por Eduardo Gutiérrez
El sentido del amor es proporcional al sentido de la existencia. El camino a la felicidad fielmente creído por algunos; el motor de la humanidad y el eje de equilibrio de nuestro día a día. Es así como existen muchos tipos de amor: el amor fraternal, el amor erótico, el amor pasional, el amor a la naturaleza y lo que hay dentro de ella. Al respecto, hablaremos de aquel que nos hace suspirar, que nos quita el aliento, que nos arrebata sonrisas y lágrimas. El de la espada de doble filo. El que todos necesitamos y que buscamos en otra persona.
En la búsqueda del amor nos equivocamos y nos dañamos; sin embargo, estamos en pos de él una y otra vez. Aunque aún son pocos quienes tienen la dicha de haberlo encontrado realmente, o, al menos así lo creen; pareciera que lo conocemos a detalle, y es que se encuentra presente a cada hora, minuto y segundo de nuestra existencia.
Si pensamos a profundidad: ¿qué es el amor?, ¿cuál es su propósito?, ¿por qué un sentimiento que percibimos como bueno nos puede provocar heridas al grado de no querer vivir más? Estas preguntas fueron el motor de pensamiento para algunos filósofos, y su opinión y definición quizá te cueste creerla.
De las referencias que se tienen de filosofía en las que se habla sobre el amor, encontramos “El Banquete”, el cual pertenece a los Diálogos de Platón. Se hace referencia a un banquete servido en honor a Agaton, en el que asistió Sócrates y como principal tema de conversación fue el amor. Fedro es el primero en tomar la palabra para hacer del amor un elogio muy elevado.
“El amor es un dios, y de todos los dioses el más antiguo, el más respetable y el más capaz de hacer al hombre feliz y virtuoso durante su vida y después de su muerte”.
Por su parte, Pausanias complementó la opinión de Fedro e hizo énfasis en que hay dos tipos de amor:
“Hay por tanto dos amores: el primero, sensual, brutal, popular y en el cual se ama al cuerpo por encima del alma o virtudes —no físicas— de la otra persona; su amor no puede tener duración, puesto que se ama una cosa que no dura. El segundo, es el amor con sentimientos más elevados que se basa en la honestidad y se dirige a la inteligencia, al cual considero el más bello y el único digno de ser honrado.
Asimismo, el médico Eriximaco que habló después que ellos, se adelantó mucho más en la conversación y se propuso probar que el amor no reside sólo en el alma, sino que está en todos los seres.
“El amor está en todas partes: en los cuerpos de todos los animales, en las producciones de la Tierra, en otras palabras, como la unión entre contrarios: la armonía entre lo grave y lo agudo que forma el arte musical, el punto templado y confortable entre lo caliente y lo frío que forma el clima ideal”.
Aristófenes se refirió al amor con la siguiente historia:
“En otro tiempo, la naturaleza humana era diferente de lo que es ahora. Primero había tres clases de hombres: los dos sexos que hoy existen y el tercero compuesto de estos dos que se llama andrógino. Tenían formas redondas como una esfera, la espalda y los costados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos órganos sexuales, dos rostros diferentes y puestos sobre un cuello circular. Eran muy fuertes, vigorosos, de corazones intrépidos y un poco engreídos, y por eso, concibieron un día la atrevida idea de escalar al cielo, y combatir contra los dioses. Cuenta el mito que Zeus al ver tal acto decidió partirlos en dos, así se hacían débiles. Hecha esta división, cada mitad se esmeraba en encontrar la otra mitad de la que había sido separada y cuando se encontraban ambos, se abrazaban y se unían, llevados al deseo de entrar en su antigua unidad, con ardor tal, que abrazados perecían de hambre e inacción. De aquí procede el amor que tenemos naturalmente los unos a los otros; él nos recuerda nuestra naturaleza primitiva, hace esfuerzo para reunir las dos mitades y para reestablecer nuestra antigua perfección. Cada uno no es más que la mitad que ha sido separado de su todo”.
Agaton tomó a su vez la palabra y anunció que completaría lo que faltaba aún en la teoría del amor.
“El amor es el más dichoso de los dioses porque es el más bello, escapa siempre de la ancianidad y es compañero de la juventud. Es también el más sutil deslizándose por todas partes, penetrando en todos los corazones y saliendo de ellos. El amor siempre está acompañado de la belleza y peleado con la fealdad”.
Sócrates, el único que continuaba silencioso. No sin razón habló al final, pero primero se esmeró por desmitificar todo lo dicho anteriormente:
“El discurso de Agaton es muy bello, pero quizá tiene más poesía que filosofía; quizá más aparente que verdadero. El amor no es bello, porque no posee belleza, ya que es lo que desea. Uno siempre desea lo que no tiene. Tampoco es bueno, porque siendo lo bueno inseparable de lo bello, todas la cosas buenas son bellas. Resta probar que no es dios porque si fuese dios, sería bello y bueno; porque como a los dioses, nada les falta, no pueden estar privados ni de bondad ni de belleza. El amor es un ser intermedio entre el mortal y el inmortal. Su objeto, como último resultado, es la posesión de lo bello y del bien. El amor no es más que otra cosa sino que es el deseo mismo de inmortalidad. Esta es la única inmortalidad posible para el hombre respecto a su cuerpo. De esta manera perpetua la sabiduría, y se asegura una inmortalidad muy superior a la primera”.
Otro autor que describe al amor es Arthur Schopenhauer, quien en su libro El amor, las mujeres y la muerte, nos dice que es imposible concebir al amor siendo un sentimiento extraño o contrario a la naturaleza humana o un puro capricho, que no se cansen de pintarlo los poetas, ni la humanidad de acogerlo.
Hace hincapié en que por muy desinteresada e ideal que pueda parecer la admiración por la persona amada, el objetivo final es, en realidad, la creación de un nuevo ser. El que cierto hijo sea engendrado, ese es el único fin y verdadero de toda novela de amor, aunque los enamorados no lo sospechen. Este ser que van a engendrar será como la prolongación de su existencia y la plenitud de ella; en el que continuarán viviendo reunidas y fusionadas las cualidades que heredaron de sus padres. Esta es la voluntad de vivir, manifestada en toda la especie.
Para alcanzar tal fin y excitar la actividad de un ser individual es preciso que la naturaleza embauque al individuo con alguna hazaña, en la cual vea de forma ilusa su beneficio. El individuo se hace esclavo inconsciente de la naturaleza en el momento que sólo cree obedecer sus deseos. Esta ilusión no es más que el instinto muy determinado, muy manifiesto y, sobre todo, muy complejo que nos guía en la elección tan fina, tan seria, tan particular, de la persona que se ama, y la posesión de la cual se apetece.
Si el placer de los sentidos no ocultara más que la satisfacción de una necesidad dominante, sería indiferente la hermosura o la fealdad del otro individuo. Siendo aquí lo importante mantener lo más íntegro y puro posible el tipo de la especie. Por tanto, no hay hombre que como primer término, no desee con ardor y no prefiera a las más hermosas criaturas, porque realizan el tipo más puro de la especie. Después buscará las cualidades que le faltan, o a veces las imperfecciones opuestas a las suyas, y que le parecerán bellezas.
El amor tiene a su favor la capacidad de trascender el espacio a través de continentes, países y ciudades; de trascender el tiempo y revelarse en el presente, en memorias del pasado y en añoranzas del futuro. Trascender lenguas, religiones y razas. A veces lo único que podemos hacer es limitarnos sólo a experimentarlo, pero también puedes seguir estos consejos:
No creas en el amor porque no existe. Aunque cada vez que te miro, no puedo más que admirar tu belleza, y la belleza es amor .
No creas en el amor porque siempre que lo buscas debes subir a la luna y tratar de encontrarlo aunque esté muy lejos. Aunque si tú estás ahí, todo vale la pena.
No creas en el amor porque sólo es una bomba de tiempo. Aunque si tuviera que esperar a tu lado, no me importaría que pasara un ciclo más de vida.
No creas en el amor porque te puedes volver adicto a una persona. Aunque si tú fueras esa persona, te fumaría todos los días.
No creas en el amor porque siempre le das a una persona lo mejor de ti y si termina, tú eres el más afectado. Aunque si fuera contigo, cometería los mismos errores y viviría la misma historia una y otra vez.
No creas en el amor porque es pura maldad. Aunque cada vez que te miro, no puedo dejar de ver lo buena que eres.
No creas en el amor porque te puedes enamorar.
No creas en el amor porque tal vez puedas encontrarlo de verdad.
Pero, sobre todo, no creas en el amor porque te amo.
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Benjamin Patch.