Mercedes decidió abortar. Estaba dentro del tiempo reglamentario—aún no cumplía con las 12 semanas de gestación— y solicitó el servicio en un lugar seguro. Sin embargo, la posibilidad de abortar le fue negada. ¿La razón? Su ex —con el que sólo había durado 6 meses— no estaba de acuerdo con su decisión.
En Uruguay, donde esto ocurrió, la jueza del caso decidió que el hombre tenía derecho a ser padre por lo que la joven tenía la obligación de continuar con la gestación en contra de su voluntad. Las organizaciones feministas protestaron argumentando que la ley uruguaya establece el derecho de cualquier mujer a abortar. Entonces, ¿por qué hacer esta excepción anticonstitucional?, ¿no es sólo la mujer quien puede decidir sobre su cuerpo? A la par, colectivos antiaborto celebraron la decisión; si el hombre quiere ser padre, ¿por qué negarle el derecho?, ¿quién protege a los hombres de las decisiones que se tomen sobre su progenie?
_
¿Quién tiene la razón?
Este caso suscitó una ola de opiniones y posturas contrapuestas a nivel mundial. No es para menos. Algunos lo vieron como una grave violación a los Derechos Humanos de la mujer y otros aseguraron que era la protección a los derechos del varón. Estas son algunas de las posturas sobre si el hombre puede tener injerencia en el aborto de su pareja:
_
A favor
Dalton Conley, decano de la Facultad de Sociología de New York University
«Si queremos hacer relevante el papel de los padres, también necesitan derechos. Si un padre está dispuesto a comprometerse legalmente a criar a un niño sin la ayuda de la madre, debería ser capaz de obtener una orden judicial contra el aborto del feto que ayudó a crear».
_
En contra
Mónica Roa, directora de Women’s Link Worldwide
«La que corre con todos los gastos biológicos y fisiológicos del embarazo es la mujer. Por esa razón, jurídicamente, no se puede condicionar la decisión de abortar o no a lo que opine el hombre. Pero eso no quiere decir que socialmente no deba promoverse que los hombres estén más involucrados dentro de este tipo de decisiones».
A favor
Men and Abortion
(sitio web para hombres cuyas parejas abortaron contra su voluntad)
«Hay un mito en la sociedad que dice que a los hombres no les importa. La gente parece creer que los hombres sólo participan en las decisiones sobre el aborto como forzadores o abandonadores. La creencia es que los hombres no son tocados por la experiencia y que los hombres son simplemente donantes de esperma que luego se marchan. Si bien en algunos casos, eso podría ser cierto, mi experiencia de haber escuchado historias de hombres a lo largo de los años es que los escenarios son mucho más complicados. La ley y la expectativa social de que el aborto debería ser sólo un asunto y una decisión de la mujer, tal vez haya impedido que algunos hombres hablen lo que está en su corazón».
_
En contra
Lilián Abracinskas de la ONG Mujer y Salud Uruguay (MySU)
«Las convenciones internacionales estipulan que interferir sobre algo que está consagrado en la ley y afecta el cuerpo de las mujeres causando daño y tratamiento degradante es tortura. Los grupos pro vida han estado buscando una manera de plantear la inconstitucionalidad de la ley pero les faltaba un caso y éste les vino como anillo al dedo. Lo que se busca es que se venza el plazo de 12 semanas de gestación».
El problema se agudiza dado que la Organización Mundial de la Salud no se ha posicionado al respecto. La manera de compartir responsabilidades y la autonomía sobre el cuerpo propio sigue siendo una discusión que permanece en el vacío.
Por si fuera poco, esta confrontación de opiniones ha derivado en asuntos mucho más espinosos. Tanto así que en Estados Unidos ha nacido el movimiento “aborto masculino” que defiende el derecho de los hombres por negarse a las responsabilidades de tener un hijo que la madre sí desee. El argumento es: si las mujeres pueden decidir deshacerse de la responsabilidad de un hijo sin consultar al padre, ellos también pueden hacerlo sin temor a represalias morales.
Sin embargo, mientras el asunto moral se resuelve, existen leyes. Éstas varían según las divisiones políticas de cada país. En todas ellas hay variantes que deciden qué, cómo, cuándo y dónde puede realizarse un aborto. En la Ciudad de México, por ejemplo, una mujer puede hacerlo en clínicas legales donde no tienen la obligación de explicar cuáles son las causas ni pedir opinión de otros mientras sea antes de la semana 12 de gestación. Es decir, sólo la mujer decide, es un derecho avalado por el Estado.
Cada quien podrá crearse su propia postura al respecto, pero lo que es un hecho es que la pelea por parte de algunos hombres que buscan decidir ser padres pese a la negativa de la madre continúa; mientras tanto, la lucha por los derechos femeninos sobre la libre elección sobre sus cuerpos y sus vidas también.
Imágenes:
Hadar Ariel Magar, Palma Poljaković y Kristina Varaksina