No me daba cuenta de que merecía un amor que se gritara a los cuatro vientos, de que no se avergonzara de salir conmigo, de que me presentara ante cualquier persona y que no me escondiera. No me daba cuenta de que no merecía ser el secreto de nadie, al contrario, merezco que me presuma, que no me oculte y que firmemente me diga cuánto me ama.
Merezco un amor que me tome fotos y no que me prohiba subirlas, que no le dé pena que el resto del mundo vea nuestro amor, que no me cite a una cierta hora y en ciertos lugares para que no lo vean a mi lado; merezco a alguien que me invite a salir sin miedo a encontrarnos con conocidos, alguien con quien pueda tener citas cualquier día y a cualquier hora y en cualquier lugar.
¿Por qué me ocultaba? ¿Por qué no quería que nadie se enterara de que estaba a su lado? Simplemente porque nunca me tomó en serio y, aunque tardé en comprenderlo, yo no merezco una relación así. Sólo jugaba conmigo y yo me dejaba llevar porque pensaba que sentíamos lo mismo uno por el otro; él sólo me tenía como su pasatiempo mientras yo quería pasar el tiempo a su lado. Él sólo quería tenerme en secreto, mientras yo quería gritarle al mundo que lo amaba.
Los sentimientos me cegaron, me dejé llevar por lo que creía que sentía por mí, sin embargo, era todo menos amor, menos interés, menos cariño. Ni yo ni nadie merece algo así, no merecía a una persona que me mantuviera en secreto.
Yo ya no viviría bajo su sombra ni actuaría como si nada pasara, como si no lo conociera, como si no existiéramos. Ya no porque me di cuenta de que merezco un amor que me grite al mundo entero, que me grite hasta el rincón más insólito, que me grite y no me esconda.
No merezco ser la segunda opción de nadie. Merezco a alguien que me ame tanto como yo lo voy a amar a él, no a alguien que me mantenga en secreto, no a alguien que no se atreva a darme lo mismo yo.
VER MÁS:
No fuiste mi primer beso, pero quiero que seas el último.
Tú eres ese punto medio, entre lo que me duele y lo que todavía amo.
Llegó el día en el que me tengo que ir, prefiero recordarte a no reconocerte.