Seguramente en un arranque de ira perdiste la cordura, dijiste groserías a cualquiera que estuviera frente a ti e incluso, pudiste haber pateado algún objeto con el afán de destruirlo. Eliminaste toda la ternura que existe en tu corazón y comenzaste a pensar que el odio no era algo tan malo, sin embargo, una hora después cuando todo estaba calmado y más positivo, recordaste lo que habías hecho y, como si te vieras frente a un espejo, comenzaste a sentir vergüenza. Aquello fue un ataque, pero también algo que quizá no fue del todo tu culpa, sino un reflejo que tu entorno malicioso provocó.
Todos en algún momento de nuestras vidas tenemos esos arranques y las causas pueden ser diversas: una palabra, un gesto, hasta un insulto; pese a ello, para las miles de personas que viven en una ciudad o municipio donde existe violencia desmedida, todo radica en un detonante único: el ambiente.
Podría pensarse que un ataque de ira provocado por ver una fachada en mal estado o una turba de gente que se aglutina en el tráfico impidiendo que llegues a tu casa temprano es algo ridículo, pero sucede y es sumamente real. De hecho, según la teoría de las ventanas rotas, todo odio surge a partir de ver algo que no te gusta y te estresa, la cual surgió de un estudio enarbolado por Philip Zimbardo, investigador de la Universidad de Stanford, quien realizó el siguiente experimento:
Zimbardo dejó un auto en el Bronx –uno de los barrios más peligrosos de Nueva York–, abandonado con las placas arrancadas y las puertas abiertas sólo para ver qué sucedía. Pasaron aproximadamente 10 minutos para que las llantas y los componentes en su interior fueran robados hasta terminar destrozado. Lo mismo hizo en Palo Alto, California –un barrio relativamente chico– y sucedió exactamente lo mismo.
Lo anterior se explica muy fácil, pues según la teoría antes mencionada, cuando las personas ven algo deteriorado tienden a destruirlo aún más, como si dijeran: «aquí no hay nadie que cuide de esto», así es posible que lo roben hasta desaparecerlo. Aunque suene increíble, aquello es uno de los detonantes más potentes de la inseguridad dentro una zona urbana, como si fuera un efecto dominó, cualquier signo de desfachatez genera violencia, arranques de ira, delitos y otras malas acciones que terminan en un solo escenario: infelicidad.
¿Qué se puede hacer para contrarrestarlo? Parece un problema que no tiene solución, pero es bastante sencillo y la palabra “planeación” es la clave de todo. En la Neurociencia existe una ramificación bastante curiosa llamada Neuroarquitectura, ésta plantea que construir entornos abiertos con mayor luz natural y colores vivos proporcionan al ambiente una especie de quietud y paz. Aquello lo percibe el cerebro en una región llamada Parahippocampal Place (PPA) – ubicada en la zona del hipocampo cerebral–, la cual se encarga de procesar nueva información, almacenar memorias y recuerdos.
La región PPA solamente se activa con la percepción de lugares, es decir, cada que llegas a un nuevo sitio, ésta es la zona del cerebro que decide si te sentirás bien o mal. Ahora, pensemos en lo siguiente: si combinas lo anterior con la teoría de las ventanas rotas, el resultado es sorprendente, ya que si la PPA no está a gusto con el lugar en donde vives, podrías tener –tú o tus vecinos– la mentalidad de destrozarlo hasta dejarlo en la miseria. Justo ahí surge la necesidad de crear esperanza y nuevas formas de hacer felices a los ciudadanos.
Por eso, Ecatepec propone una salida a este ambiente que ha sido mermado por el crecimiento de la violencia y el crimen en esta zona. Le da un respiro a sus habitantes para provocar que sean felices cada día con la pintura de sus fachadas. Ésta tiene como propósito cambiar el rostro urbano, de gris a color para mejorar su imagen, hacer que los habitantes estén más tranquilos, armónicos y generar un ambiente de paz, ésa que tanto se necesita y exige con ansiedad la sociedad mexicana.
Con esa mentalidad, el gobierno de Ecatepec, en coordinación con autoridades estatales y federales y como parte de las acciones para atender la alerta de género, llevó a cabo los programas: “Pinceladas en Grande”, “Ciudades Seguras para las Mujeres” e “Ilumina México” para beneficiar a 156 mil viviendas de 60 comunidades como: San Andrés de la Cañada, La Joya, Lomas de Atzolco, El Tejote, El Árbol y Santa María Tulpetlac.
Así es como la ciencia ayuda a eliminar las grandes problemáticas sociales, atacando todo desde la raíz y con ayuda del cerebro se generan ciertas percepciones. De este modo la Psicología es un elemento clave para lograr la ansiada calidad de vida que todos los mexiquenses merecen tener, la cual es la esencia y el comienzo para construir un nuevo futuro, uno donde la teoría de las ventanas Rotas no exista y la delincuencia desaparezca.
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