Por años los economistas han tratado de hacer un análisis del comportamiento humano para predecir los cambios en el mercado y mejorar la economía en los sistemas institucionales, pero desafortunadamente estos intentos han desembocado en catástrofes financieras que han llevado a la bancarrota a cientos de personas. ¿Qué ha fallado? ¿Por qué es tan difícil predecir los resultados en el mercado? La respuesta a esta pregunta está siendo descubierta por una nueva rama de estudio que combina la psicología y economía y que se dedica al estudio profundo de la forma en la que las personas hacen elecciones, en especial en el campo financiero. Más allá de entender por qué una vida llena de experiencias y conocimientos están por encima de las malas decisiones, podría decirse que hay factores que podrían mejorar con herramientas adecuadas. Tal vez se haga más evidente cuando te des cuenta de que los anuncios que te rodean pueden afectar tu toma de decisiones, según la ciencia.
En fin, a continuación se reseñan algunos de los errores de evaluación descubiertos por la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos, por los que, lejos de tomar decisiones racionales, el ser humano hace exactamente lo opuesto. Este tipo de errores no se limitan a la cuestión económica, pese a que tiene un impacto significativo en esta área, hasta hace algunos años se empezó a dar especial atención a este tipo de errores pues en el pasado se creía que el ser humano tomaba decisiones puramente racionales. Hay cientos de factores que afectan la elección de las personas, y es importante considerar el mayor número de elementos para tomar la mejor decisión.
Las personas tienden a maximizar la probabilidad de eventos que raramente ocurren y a minimizar la probabilidad de eventos con un alto índice de incidencia
Es común que los medios exploten los eventos únicos y creen la falsa sensación de que existe una alta probabilidad de que ocurran. Lamentablemente el ser humano tiende a tomar decisiones basado en esta falacia y da especial importancia a elementos que en realidad son excepciones, minimizando los que realmente tienen una alta probabilidad de ocurrir y afectar. Un ejemplo de esto fue el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, tras lo que se crearon políticas radicales contra el terrorismo y se minimizó la atención a problemas sociales que eran más comunes.
Las personas toman más riesgos cuando tienen la sensación de estar en control
Una buena autoestima puede resultar contraproducente al momento de tomar una elección, pues la idea de ser un experto o saber cómo se hacen las cosas puede crear una falsa sensación de control sobre las situaciones, lo que desemboca en una pobre evaluación de los hechos y, por ende, una mala elección, que además de mala, es inesperada. A este error se le conoce como controlabilidad.
El ser humano tienden a ver patrones donde no los hay
En la educación formal es común estudiar las probabilidades y existe una ley que establece que la probabilidad de ocurrencia de cualquier evento en particular es igual a la suma de las probabilidades individuales, si es que los eventos son mutuamente excluyentes. Es decir, que dos no pueden ocurrir al mismo tiempo. Sin embargo, el ser humano tiende a tener la ilusión de poder predecir el futuro. Esto ocurre especialmente para quienes apuestan cuando tienen la sensación de poder controlar los resultados de sus apuestas, ignorando las leyes que rigen la realidad.
La perseverancia de la creencia
Las personas tienden a aferrarse por demasiado tiempo a sus creencias pese a que hay pruebas que las contradicen. En el mercado es común encontrar tendencias que se orientan hacia lo negativo. Éste resulta un buen momento para vender las acciones y retirarse sin muchas pérdidas, pero en la psique humana las tendencias se ignoran y se espera un punto radical de cambio que puede llegar en cualquier momento. Este tipo de irracionalidad es producto de la negación a estar equivocados respecto a algo, lo cual a largo plazo genera más pérdidas que ganancias.
Los individuos tienden a atribuir el éxito a los talentos personales y el fracaso a la mala suerte
Este tipo de errores refleja un anhelo por preservar el autoconcepto y proteger el ego, pero desembocan en una pobre evaluación de la realidad y los resultados de la elecciones. Lo ideal sería percatarse de por qué las decisiones que se tomaron no funcionaron y corregir lo que se hizo mal, pero lamentablemente la tendencia se orienta a no responsabilizarse de los propios actos, evitando el proceso de retroalimentación personal.
Error de confirmación
El anhelo profundo de tener la razón lleva al este tipo de equivocaciones. Con el fin de preservar la idea de estar en lo correcto, el individuo tiende a ignorar cualquier tipo de evidencia que indique equivocaciones y a sobrevalorar o poner sólo atención a la información que refuerce estar en lo correcto. En este caso se aplica el principio previamente mencionado, en el que los errores se atribuyen a causas externas y las victorias a las cualidades personales.
Error de “anclaje”
Al momento de presentarse una situación en la que las personas tienen que elegir, un proceso mental natural es ir hacia la información que se tiene sobre el hecho. Es decir, cuando una persona tiene que elegir, va hacia la información que tiene registrada del pasado para evaluar si es conveniente o no el ir a favor o en contra de algo. El problema reside en no darse cuenta de que esa información puede ser errónea o estar sesgada. Tomar una decisión basada en la información de primera mano puede resultar inconveniente, pues ignora otros factores y nueva evidencia del hecho.
Efecto de dotación
El ser humano tiene la inclinación a darle un valor más alto a las cosas que le pertenecen y aferrarse a estos objetos de manera más profunda. El hecho de que algo le pertenece a alguien crea la ilusión de un mayor valor económico o monetario. Es decir, que pese a la devaluación de un objeto, el ser humano tiende a dotar de valor emocional a los objetos, creando la ilusión de que algo es más valioso sólo por el hecho de pertenecerles. Esto limita a las personas en el sentido de no deshacerse de sus objetos por un precio razonable por creer que el valor es superior al propuesto.
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A pesar de que en una sociedad libre la respuesta depende enteramente de cada persona y su entorno, la realidad indica que no sólo es necesario establecer un equilibrio, sino relegar al trabajo y la profesión a un segundo término, por debajo de las relaciones de pareja, con amigos y los momentos familiares. Si bien la definición contemporánea de éxito parece responder más a la imagen de un workaholic que a la de una persona plena en todo sentido, que toma el trabajo como lo que realmente es, hace falta pensarse dos veces si encaminarse a un derrotero laboral sin vuelta atrás, conduce hacia un punto tan visible y satisfactorio como lo es disfrutar de las aficiones, pasiones y sobre todo, el tiempo con las personas más valiosas.