Estamos ante una generación en la que absolutamente todo es dañino; desde la pasta hasta las bebidas azucaradas tienen mala fama de ser productos cancerígenos. Sin embargo, a menos que hablemos de cigarrillos mentolados, pocas veces se toca el tema de la infertilidad. Pensar en el hecho de que algo que entra directamente a tu boca puede afectar a tu entrepierna es complicado; incluso hay quienes creen que es imposible; no obstante, e acuerdo con un estudio realizado por Juan Miranda Ríos, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, aseguró que el consumo de azúcares es más dañino de lo que creemos.
Más allá de ser un factor que determina nuestras esperanzas de vida, ingerir azúcar en exceso —de acuerdo con lo descubierto por Miranda— puede ser un factor determinante para desarrollar infertilidad. Para llegar a estos resultados, el investigador utilizó como sujetos de prueba a algunos ejemplares del gusano Caenorhabditis elegans, el cual comparte el 60 % de su material genético con el ser humano; es decir que buena parte de su organismo es equivalente a la nuestra.
Tras alimentar a los especímenes con las mismas cantidades de grasas y azúcares que un humano en proporción con su cuerpo, el investigador pudo notar un descenso en el número de descendientes del gusano. Esta cantidad de “hijos faltantes” fue casi del 50 % en comparación con el periodo reproductivo anterior. Los C. elegans ponen alrededor de 200 huevecillos durante todo su periodo de vida; sin embargo, después de la ingesta de azúcar, la cantidad de huevos no fue de más de 100.
Considerando la cantidad de material genético que compartimos con estos animales, Miranda y su equipo sugieren que estas cifras podrían ser exactamente las mismas en el ser humano; pues al igual que se observó en los gusanos, tras ingerir cantidades altas de azúcares las personas reducen su tiempo de vida en al menos un 50 %.
A través de su investigación, Miranda y su equipo persiguen dos objetivos principales: primero, que la población haga conciencia respecto a su forma de alimentarse y segundo, que las empresas farmacéuticas agilicen su trabajo y comiencen a crear productos que controlen químicamente los cambios interno provocados por una ingesta elevada de azúcares.
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