¿Cuántas amigas mujeres tienes?
La mayoría de nosotras nos sentimos mejor cuando estamos al lado de hombres porque ellos no nos juzgan con tanta fuerza y nos permiten ser nosotras mismas. No confiamos en las demás con tanta rapidez y ponemos trabas cuando la amistad parece crecer porque ya hemos sufrido desencuentros, peleas estúpidas por celos y, en el peor de los casos, la traición absoluta cuando deciden involucrarse con nuestros ex o hablan mal de nosotras a nuestras espaldas.
¿Cuántas veces otra mujer es la causante de tus angustias y problemas?
Creemos que se debe a que competimos socialmente por ser la mejor de entre el resto. No nos gusta que nos comparen con las que están a nuestro lado y buscamos sobresalir a toda costa. Algunas se toman esto con mayor rigor. En lugar de apoyar a sus compañeras de trabajo, deciden hacerle la vida imposible a quien parece la más fuerte. En la escuela, son las mujeres las que barren a otras o que intentan que fracasen tanto en el ámbito académico como en cualquier conquista amorosa que se planteen.
Buscan un motivo para romperlas, quebrarlas y dejar de lado las ideas de una amistad para siempre. “¿Te acuerdas de Poncho, el novio de tu amiga?… Yo se lo bajé”, una frase que aún resuena en mi cabeza cuando recuerdo el primer acercamiento de una chica de la universidad, se sentía orgullosa de ser una cretina y, no sé si para intimidar o mostrar su valor, se le ocurrió decir las palabras que marcaron una separación eterna dentro del ambiente escolar.
–
Según un artículo de “The Atlantic”, existen dos clases de mujeres: las justas y las abejas reinas. Las primeras se caracterizan por ser un ideal de mujer que apoyan a otras, son ellas las que desde que las mujeres han sido víctimas de sexismo, reconocen y van junto a otras mujeres para eliminar las barreras de género.
Pero las otras son las más peligrosas. Diagnosticadas como mujeres que sufren el Síndrome de la abeja reina desde los años 70, este tipo de personas intentan alejarse todo lo posible del patrón femenino y para mostrar lo diferentes que son, humillan y hacen menos a otras mujeres.
Ellas mismas repiten cosas como “las mujeres son demasiado emocionales” o “no soy como todas las mujeres, yo sí me enfoco en mi carrera”. Hacen comentarios machistas o misóginos, intentan que en una gasolinera, por ejemplo, no las atiendan otras mujeres porque, aseguran, su trabajo es menos eficiente. Esas mujeres son las que nunca quisieras en tu ambiente escolar o de trabajo, son las perras que hacen todo para sobresalir humillando al resto.
En la mayoría de los casos no lo hacen por machismo, sino para intentar derribar el estigma de que una mujer sube de puesto o la tratan mejor en una clase sólo por su sexo. Así, la competencia y una discusión acalorada que involucra a dos mujeres parece, ante el resto, un encuentro titánico que nunca terminará bien. Las consecuencias, piensan todos los demás, terminarán en venganzas sinsentido e irreparables insultos.
Quizá pienses que todo está basado en estereotipos de género aunque probablemente no sea así. Un estudio psicológico de la Universidad de Leiden, Holanda, examinó cómo los profesores de posgrado catalogaban a sus alumnos a pesar de que todos tenían el mismo número de publicaciones y el mismo nivel de compromiso con el trabajo. Sólo las profesoras creían que sus estudiantes mujeres estaban menos comprometidas que los hombres.
Este Síndrome de la abeja reina no está implícito en nuestro ADN ni tampoco ocurre al azar. Se da por la discriminación de género, sobre todo cuando existe un prejuicio de género o no hay solidaridad hacia el mismo. ¿Cómo? Las mujeres que no se identifican plenamente con su género y para las que éste debería ser irrelevante en cualquier aspecto de su vida, intentan no enfrascarse en los prejuicios que nos aquejan.
De este modo, se alejan de esos patrones para hacerse notar como una buen líder antes que como mujer. Minimizan el trabajo de las demás, intentan que no se les catalogue como una más, les muestran a los otros que el patrón se ha roto con ellas y que no harán las cosas del mismo modo que el resto del género.
Así, se distancian de otras mujeres en una clase de estrategia individual para lograr avanzar. Se describen con adjetivos masculinos, y sin querer, terminan denigrando a otras mujeres. Sin embargo, lo hacen con el único propósito de no ser encasilladas y pertenecer al gran número de mujeres que tienen una desventaja social.
Entonces, las mujeres que hacen un juicio negativo de otra mujer, no son vistas como impulsoras del sexismo, sino que creen, hacen una evaluación imparcial desde que se cree, equivocadamente, que los miembros de un grupo no pueden juzgar a los otros miembros del mismo.
Si estás intentando justificar tus actos ante las demás después de leer este artículo, tal vez deberías darte una vuelta por el texto “La friendzone no existe, sólo es tu machismo” para que te des cuenta que no somos las únicas con este arraigo social que nos destroza. Porque así como con las amigas, las mujeres tenemos serios problemas al elegir pareja… ¿por qué las mujeres aman a los patanes?
**
Referencia: The Atlantic
***
También te puede interesar:
¿Por qué las mujeres heterosexuales no tienen tantos orgasmos?
Poemas para las mujeres fuertes que ansían el amor como oxígeno
Libros que que reflejan el lado más cínico y despiadado de las mujeres