Parte de la magia de tener veintitantos es que sientes que esa edad durará para siempre. Sales de fiesta sin pensar en el día siguiente, comes lo que se te antoja, descansas cuando te da la gana y el único futuro que te preocupa es el siguiente fin de semana. Cuando tienes veinte, la vida es ahora.
Sin embargo, el tiempo sigue su curso y va más rápido para quienes desean detenerlo. Entre más disfrutas un momento, más rápido pasa. De repente, rebasaste la frontera de los 30, trabajas la mayor parte del día y comienzan a dolerte partes del cuerpo que no sabías que tenías. Entonces te preguntas qué pudiste haber hecho diferente y cuáles errores de tus veinte te pasaron factura diez años después:
–
Esperar a graduarte para buscar trabajo
Para cuando saliste de la universidad, ya habían cientos de egresados con más experiencia profesional que tú. Te rezagaste en la competencia, tardaste en conseguir empleo y lo dejaste al poco tiempo porque te diste cuenta que no era lo tuyo. Si hubieras empezado tu vida profesional cuando aún eras estudiante, habrías invertido de forma más eficiente tus primeros años laborales.
–
No informarte antes de tomar decisiones importantes
Elegiste carrera profesional sin antes haber estudiado a fondo toda la oferta académica. Aceptaste el primer trabajo que te ofrecieron y nunca te enteraste si tenías Afore. Te endeudaste pagando un coche que terminaste vendiendo por lo caro que era mantenerlo. Admítelo, si te hubieras dado el tiempo de investigar un poco, habrías hecho algunas cosas diferentes.
–
Abandonar tus pasiones
Alguien te dijo que la natación no era para ti y le creíste. Arrumbaste la guitarra junto con tu sueño de tener una banda. Dejaste jugar futbol porque ya no te daba tiempo. Quizá no hayas sido un músico o deportista profesional, pero pudiste seguir desarrollando tus capacidades y descubrir todo lo que podías lograr, si no hubieras abandonado tus sueños.
–
Ignorar a tu cuerpo
Diste por hecho que tu metabolismo de los veinte duraría para siempre, así que le entraste con ganas a los carbohidratos y pasaste más noches despierto que descansando. Nunca te atendiste ese dolor en la espalda y ni por error consideraste ir al médico sólo por un chequeo. ¡Sorpresa! La gastritis, las contracturas y esa pancita se pudieron haber evitado si le hubieras puesto más atención a tu cuerpo.
–
Tirar tu tiempo y dinero
Derrochaste horas de tu vida con personas que te demostraron no valerlo. Pasaste más tiempo viendo series que leyendo y ahora te das cuenta que con lo que gastaste en tantas noches de fiesta pudiste haber pagado ese viaje que todavía sueñas con hacer.
–
No creer en ti
Siempre habrá personas que duden de ti y te aseguren que no podrás cumplir lo que propones, el problema fue que les creíste. Dejaste de soñar y te conformaste con la realidad que estaba a tu alcance. Ahora que tienes una vida hecha, miras hacia atrás y no puedes evitar preguntarte qué habría pasado si hubieras confiado en ti y no en los otros.
–
No tener un Afore
No entendías la importancia del ahorro hasta que comenzaste a tener gastos y deudas. Si ahora que gozas de salud y eres económicamente activo, a veces te es difícil llegar a fin de mes, ¿te imaginas cómo sería tu vida si tu situación cambiara? ¿has pensado que sería de ti si ya no pudieras trabajar? Hazte un favor y comienza a evaluar cómo garantizar tu futuro considerando qué Afore es el mejor para ti ¡YA!
Si quieres conocer qué opciones tienes para empezar a ahorrar para tu retiro, acércate a Afore Sura e infórmate de manera sencilla y personalizada sobre toda la gama de productos de ahorro, protección e inversión. Además, Sura cuenta con su propia app para que mantener el control de tu Afore sea de lo más simple.
Ya no puedes remediar los errores que cometiste en tus 20, pero aún puedes facilitarle la vida a la persona que serás en el futuro.