Y tú, ¿fuiste de la generación donde faltarle al respeto a tus padres, maestros o adultos mayores era firmemente sancionado? O te tocó ser de las más recientes donde nadie te puede regañar ni decir nada, no conoces los castigos y sientes que todo lo mereces. La primera pasó por toda su etapa escolar antes del Internet y la última es la más joven que aún se encuentra en este proceso.
La diferencia entre estas dos radica en la forma en la que cada una tuvo que aprender a manejar sus emociones debido a factores externos que afectan directamente cómo las integran. El Internet, las redes sociales y los nuevos modelos educativos han influenciado en la creación de nuevas emociones que respondan a las necesidades actuales, pues lo seres humanos nos hemos vuelto más complejos.
Anteriormente existían sólo seis tipos de emociones: alegría, tristeza, temor, enojo, disgusto y sorpresa, éstas se definían y se podían identificar con los diferentes músculos faciales que utilizamos cuando sentimos alguna de ellas. Sin embargo, recientemente la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) publicó un estudio donde teóricos y científicos de la Universidad de Ohio en Estados Unidos, descubrieron 15 emociones más que surgen a partir de la combinación de las ya existentes.
Te has sentido ¿felizmente angustiado? o ¿felizmente sorprendido? Estas emociones ya son un hecho, hay cosas que nos hacen enojar y la vez nos entristecen o pueden hacernos felices, piénsalo, nos hemos vuelto tan complejos que no podemos quedarnos con sólo seis emociones. No es lo mismo estar triste y sorprendido que triste y enojado, así que es más importante conocerlas y entenderlas que sentirlas.
Ahora, tu siguiente pregunta podría ser: ¿de qué sirve conocer las emociones o sus variantes? La respuesta no es nada simple, sin embargo, si se llega a tener una compresión total de cada una de ellas será posible analizar de mejor manera al ser humano y por ende, entender cómo se conceptualiza. Una persona que no sólo conoce sus emociones, sino que las entiende y las maneja puede llegar a ser más exitosa que una que nunca ha tenido contacto con ellas.
Cuando se habla de la generación blanda y del manejo emocional hay un factor clave: la educación que se recibe al respecto. Por eso, Daniel Goleman, psicólogo estadounidense popularizó una teoría –como lo hiciera en su tiempo Howard Gardner con la Teoría de las Inteligencias Múltiples– sobre la inteligencia emocional (IE), la cual dicta que una persona que es capaz de manejar y aprovechar sus emociones puede ser mejor que una con un coeficiente intelectual (IQ) sobresaliente.
Ponte a pensar un segundo, cuando compraste esa chamarra fue: a) por su precio en el mercado, b) por una mejor calidad frente a otras similares o c) porque algo simplemente dentro de ti dijo: “la quiero”. Las emociones rigen nuestras decisiones, por lo que aprender a controlarlas y entenderlas desde temprana edad puede ser un factor clave para el desarrollo de una persona en cualquier esfera social.
Ahora, en una cuestión laboral resulta que los empleadores desde la primer entrevista deberían analizar la inteligencia emocional de aquéllos que apliquen a una vacante, ya que una persona con control de sus emociones podrá manejar de mejor forma todos los retos que implique dicho puesto. En un momento de estrés o presión extrema sabrá cómo resolver la situación y conseguirá darle la vuelta a un problema; contrario a alguien que no está en contacto con sus sentimientos, quien en ese momento entrará en crisis y eso no beneficia a ninguna de las dos partes.
El carácter se rige desde temprana edad, por eso la generación blanda es un tema interesante para pedagogos, maestros, psicólogos y el Estado en general, puesto que si un niño de esta generación se cae no se levanta solo, espera a que llegue alguien mayor para ponerlo a salvo. Ése es justo el mal manejo emocional que tiene como resultado tener adultos incapaces de resolver cualquier tipo de problema.
Tomar decisiones, ser asertivo, saber hablar, escuchar y tener facilidad para relacionarse con otras personas son algunos de los hábitos que pueden identificar a alguien con un coeficiente emocional alto (IE). Si bien no son exactos, sí pueden ser un referente al momento de conocer a alguien en el trabajo, la escuela e incluso, a una persona con la que quieres entablar una relación amorosa.
Si una persona quiere llegar a un puesto específico donde esté a cargo de un área y por ende, tenga que trabajar con otros, necesitará tener un coeficiente emocional alto para no mezclar situaciones personales con las laborales y de este modo apreciar el trabajo de cada persona de su equipo, saber guiarlo y convertirse en un líder, no sólo en un jefe.
Cuando controlas tus emociones tienes una mayor facilidad para expresar tus ideas, tus inconformidades e incluso, alguna cosa aunque no sea buena para otros, esto es gracias a la seguridad que brinda un IE alto o estable. Este tipo de personas no se ofenden ante la crítica, al contrario las toman como un reto personal o simplemente como una retroalimentación que a futuro les ayudará a ser mejores.
Pedir perdón, aceptar los errores y optar por mejorar para no cometerlos de nueva cuenta es otra de las facultades que las personas con IE tienen, pues en lugar de victimizarse, reconocen de manera humilde sus desatinos y buscan la forma de no cometerlos una vez más.
Sin duda, podríamos enlistar cada una de las ventajas de desarrollar un control y manejo emocional desde temprana edad y con ello resaltar las cualidades que quizá podrías tener o en todo caso detectar si algún miembro de tu familia es de la generación blanda, ya que en ese punto se deberá tomar ciertos tipos de medidas para evitar que a largo plazo su rango para la resolución de problemas y manejo de crisis sea menor.
La IE no es algo que se haya descubierto en fechas recientes, en los colegios británicos el carácter es algo que se forja a través del deporte y otras actividades. Un claro ejemplo es la conocida frase que menciona que la Batalla de Waterloo se ganó desde los campos de deporte, pues ningún niño que cayera al suelo era ayudado por otro si realmente podía solo. De esta forma nos damos cuenta que se puede atender desde casa y la escuela todos los problemas relacionados con las emociones, antes de llegar a una oficina.
Controlar nuestras emociones debería ser algo que tendríamos que aprender desde pequeños para poder rendir mejor en cualquier aspecto de la vida adulta.