En la formación y educación de todo individuo es importante contar con una o dos figuras cariñosas, fuertes y enriquecedoras. En el ámbito latinoamericano es frecuente que la figura materna a menudo toma un sitial privilegiado que roza con lo “sagrado”. En todo caso, algo verdaderamente importante es mantener una buena relación con nuestras madres, pues es la base sobre la que se construyen todas las demás relaciones afectivas. Con ella alguna vez fuimos uno al estar en su vientre durante 9 meses, fue la primera persona con la que nos relacionamos y los expertos afirman que forma un papel fundamental para nuestro desarrollo. Tanto así que el vínculo que se forma entre madre e hijo se reflejará directamente en la personalidad de cualquier persona, así como en las conductas de su etapa adulta. Algunos estudios revelan que aquellos niños que puedan tener tendencias caprichosas o serios problemas de conducta pueden estar altamente relacionados con niños a los cuales no se hayan atendido sus demandas o que hayan sido sometidos a diversos castigos, físicos o psicológicos, en sus primeros años de vida. Por otra parte, los niños que son menos caprichosos son aquellos que durante sus primeros años de vida han sido cuidados correctamente, motivados cognitivamente y emocionalmente por sus madres.
Entonces imaginemos qué pasaría si ese vínculo no es tan bueno, si todo el tiempo en nuestra adolescencia o vida adulta peleamos con nuestra madre y no sabemos qué hacer para llevarnos bien. Seguramente afectará de manera negativa en nosotros, muchas veces no es totalmente nuestra culpa, pues el comportamiento de nuestra madre es tóxico, claro, sin descontar por completo la figura paterna, que también debe tomar un papel primario en nuestra educación. Eso debe quedar también claro. Pero en este caso se toma como referente a la figura materna. Es probable que algunas personas noten que cuando eran niños a su mamá la visualizaban como una heroína bondadosa, pero cuando crecieron y entendieron el significado de lo que está bien o mal notaron que su personalidad de hecho no era tan perfecta. Muchas veces, de ella depende de la elección inconscientemente de una pareja, el patrón de personalidad que tenga es el que los hombres suelen aceptar o rechazar de una mujer y en el caso de las mujeres es crucial para su toma de decisiones. Por ello es importante identificar cuáles son esos tipos de madres tóxicas que definen nuestro comportamiento.
Insegura
Ve a sus hijos como una salvación de todo aquello que no la hace sentir segura, así como el hecho de tener que vivir algún día sola sin ellos. Por ende, hará todo lo que esté a su alcance para controlar y mantener a su lado a sus hijos. Cuando crezcan, el control será aún más, ya que las relaciones sentimentales son una amenaza para ella. Si somos pequeños y queremos a alguien de pareja, es normal que nuestra madre nos aleje, pues lo hace porque piensa que aún no es tiempo o nota que la otra persona es mala influencia, pero si al ser adultos hace lo mismo, debemos prestar atención a la situación, ya que puede traer consigo malas consecuencias.
Excesivo control
Controla cada aspecto de su vida tanto como la de sus hijos. Para ella ese control es una muestra de amor por los demás, pues piensa que así los protege de cosas que son supuestamente malas. Lo ve como algo positivo y necesario de hacer. De lo contrario puede mostrarse a la defensiva si no se cumple con lo que ella desea, incluso puede hacerse la víctima para que sus hijos sientan que tienen la culpa. Esta conducta es perjudicial desde la infancia, ya que impide que los pequeños aprendan a ser autónomos y a tomar decisiones correctas.
Sobreprotección
Es normal que las madres cuiden a sus hijos, pero cuando lo hacen exceso tiene como consecuencia hacer que sus hijos no puedan realizar actividades por sí solos. Son mujeres temerosas, desconfiadas, que proyectan sus temores y la falta de fe en sus hijos. Transfieren sus propios miedos a sus pequeños. Les dicen tal cosa porque algo malo les podrá pasar. Un comportamiento común que se desencadena es que cuando los pequeños crecen se hacen limpiadores compulsivos, ya que su mamá todo el tiempo les advirtió excesivamente que era malo ensuciarse y aplicó algún tipo de violencia en ellos. También otra manera de sobreprotegerlos es impedir que tengan amistades o relaciones amorosas simplemente porque a ella no le gustan y piensa que dañarán a su hijo.
Indiferente
Es el tipo de madre que no importa qué problema haya sucedido en la familia porque se mostrarán indiferentes como si nada hubiese pasado. De igual manera lo hace para no pelear con sus hijos y se somete a realizar lo que ellos desean. Esta conducta influye negativamente en los pequeños, ya que se convierten en personas que no saben defenderse en su vida adulta, además de estar todo el tiempo frustrados debido a que están acostumbrados a obtener lo que desean y al momento que ellos dicen.
Hijo ideal
Ella tratará de que sus hijos sean esa persona que ella jamás ha podido ser. Dirá frecuentemente frases como “no quiero que cometas los mismos errores que yo”, “quiero que consigas lo que yo no pude”, “necesitas hacerlo por el bien tuyo y de tu familia”, entre otras. Pero en ningún momento piensan en lo que verdaderamente quieren o necesitan sus hijos. Y esta conducta puede afectar gravemente varios aspectos de su vida, ya sea económicos, académicos y profesionales. Todo esto asfixia psicológicamente al pequeño, pues la madre hará lo que sea para que se convierta en la persona perfecta según sus ideales.
***
Si te cuesta identificar estos rasgos, tal vez una cinta podría ilustrártelo mucho mejor. Por eso podrías ver la película de terror de una madre tóxica que nos puede hacer daño.