Con la cárcel, los homosexuales, el hip hop, algunas marcas deportivas, un exceso de masculinidad, cobardía y/o con el narcisismo, se relaciona al término fuckboy. ¿Por qué? Porque aún nadie conoce –con exactitud– cuál es el origen de este prototipo masculino; lo que sí se sabe es que toparte con uno de ellos te consumiría hasta vaciarte.
“Por lo general se trata de un chico blanco que se cree todo un hombre, pero que no puede comprometerse con nada ni nadie. Él solo piensa con la cabeza del pene y únicamente le importa cómo y cuándo lo introducirá en quien se deje. Por lo regular, este estereotipo sólo encuentra a una mujer en su vida que por primera vez lo pone en su lugar; misma de la que se enamora profundamente. Por supuesto también arruinan la relación con esa persona especial debido a la obsesión que tienen por acostarse con todas las mujeres del planeta. A pesar de perder a quien de verdad le importa, este tipo de hombre sigue pensando que su pene es lo mejor que ha habitado la Tierra; ¡una vez que alguien se convierte en un fuckboy siempre será un fuckboy!.
Esa es la definición que el “Diccionario Urbano” –uno de los mejores sitios web según “Time”– redactó sobre el concepto fuckboy. La realidad es que nadie ha podido esclarecer la mayor y peor duda de la generación: ¿por qué abundan los hombres que sólo quieren sexo y que ya no aman? Entre las múltiples respuestas se encuentra la teoría que le adjudica toda la responsabilidad a la tecnología y la inmediatez que ésta propicia. En otras palabras, Tinder comenzó como una aplicación curiosa en la que nadie confiaba y ahora es una de las más usadas en todo el mundo: el problema es que ambos géneros la utilizan con diferentes propósitos. Para las mujeres –no todas pero sí un gran porcentaje– la app es una oportunidad para conocer a alguien que por fin se enamore de ellas y así comenzar una relación formal y estable. Para el género masculino este sitio se trata de una máquina expendedora de vaginas en las que pueden introducir sus falos.
Por otro lado se encuentran dos características que juntas crean una insoportable fusión de poder y estupidez, nos referimos al hedonismo y al narcisismo. El hedonista es quien no piensa ni actúa más que para disfrutar y alcanzar su máximo placer (sin importarle a quién afecte con sus decisiones y acciones). El narcisista es el que se cree merecedor de absolutamente todo lo que recibe, por lo tanto, jamás demostrará un ápice de gratitud. Ambos perfiles son los que definen a los millennials, pero también los que motivan a más y más hombres a dejar de amar para sólo ser amados o deseados.
La “apocalipsis del romance”, así es como varios medios estadounidenses llaman al fenómeno que convirtió a decenas de jóvenes (hombres) en máquinas de sexo, sin capacidad o intención de crear vínculos más allá de lo físico. En palabras de algunos expertos un fuckboy es aquel que quiere una novia, sin las responsabilidades que ésta implica; es decir, sólo la desea por los beneficios de los que se puede aprovechar. Desde sexo, hasta atención o favores es lo que esta especie de womanizer espera de cada una de las mujeres con las que se acuesta. Su pensamiento no es capaz de comprender y mucho menos aceptar que si él recibe algo, es justo que entregue algo a cambio; por esa razón un chico con estas características siempre se volverá un vampiro emocional para quienes se involucran con él.
Los fuckboys no son una tendencia, sino el reflejo de un desgaste social y una problemática generacional inspirada en la necesidad de ser “alguien”. El cabrón, el líder, el chingón, así se llaman entre ellos; el número de mujeres a las que logran penetrar simboliza su valor como macho alfa.
Este intento de definir a uno de los estereotipos más odiados por las mujeres no se trata de una crítica positiva o negativa, sino de abrir una sola pregunta sobre la mesa:
¿Quiénes son los fuckboys?
¿Son hombres que eligen disfrutar de una noche intensa por mero placer o son seres humanos incapaces de controlar sus sentimientos? ¿Son chicos inteligentes y seguros de sí mismos a quienes no les importa involucrarse sino reunir la mayor cantidad de experiencias posibles o se trata de personas débiles, sin inteligencia emocional y repletos de miedo al compromiso? ¿Son jóvenes jugando a ser adultos o son hombres que ya no aman?
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Slate
