Cuando vas a la playa sólo quieres estar sumergida en el mar sintiendo las olas en tu cuerpo, el sol en tu piel y la brisa recorrer tu cabello. Es una sensación de calma y se siente realmente bien, ¿no es así? Ahora imagina que las bacterias sienten exactamente lo mismo cuando están anidadas en tu rostro.
Wut?
Para ellas es la misma sensación de frescura y diversión. Estar en tu cara y cuerpo gozando de la suciedad significa un paraíso ya que entre más sucios sean los hábitos que tienes, mejor para ellas. Muchas veces no eres consciente de ello y por eso sigues haciéndolos sin darte cuenta. No es nada que no puedas solucionar; sin embargo al enterarte de cuáles son, en definitiva serás más precavida… o eso esperamos.
Tocarte la cara
Es, probablemente, lo peor que le estés haciendo a tu piel. Al tocar el rostro constantemente, inclusive con las manos limpias, tu piel se llena de células muertas que producen barros, espinillas y acné. Recuerda que tus manos están en constante contacto con objetos que van desde el baño, el celular o hasta el contacto físico con otras personas.
Beber alcohol en exceso
Sí, sabemos que un viernes de fiesta es hasta necesario para el cuerpo, pero si exageras y lo haces constantemente, causa deshidratación y se forman arrugas en los ojos, además de manchas rojas constantes que con el tiempo causan comezón y caída de piel.
No te desmaquillas
Puede que no lo hagas una noche, pero no puedes pausarlo toda la semana, puesto que sólo harás que la suciedad que vive en tu cara (producto de una acumulación de todo el día) y lo que hay en tu almohada, te provoquen enfermedades de piel, entre ellas, la constante convivencia con ácaros y otras bacterias que se anidarán en tu cara para siempre. No es broma.
Te duermes en la misma almohada
No basta con cambiar la funda o sábanas constantemente, es necesario que hagas una limpieza profunda de la almohada en sí y de ser posible, la cambies cada 6 meses porque dentro de ella viven ácaros y aunque no lo creas, dejas en su interior restos de piel muerta que, eventualmente, provocarán acné en tu cutis y nadie quiere eso.
Usas el celular
Sabemos que es inevitable, pero cuando decimos “usas”, nos referimos a todo lo que haces con él. Desde ir revisando el time line de Facebook en el transporte público, hablar por él a toda hora. Estudios recientes aseguran que el móvil puede tener hasta 18 veces más bacterias que el WC, y 10 más que las uñas. Así que imagina la cantidad de bichos que estás acumulando en el cuerpo.
Te muerdes las uñas
Es un hábito que todos hemos tenido en una etapa de la vida, pero no es nada recomendable seguir haciéndolo, en especial cuando es el lugar que más bacterias guarda. Imagina si te comes todas ellas y encima tu saliva, al ser ácida, arruina tu cutícula. Tendrás como resultado uñas feas y enfermedades múltiples. Terrible.
Usas crema hidratante
Aunque tu rostro debe estar perfectamente bien hidratado, hay que saber qué productos usar. No puedes tener cualquier tipo de crema para usar en tu cuerpo y rostro, siempre opta por las más naturales y de ser posible, aceites especiales. Si no lo haces, tendrás más grasa de la normal y provocarás que el acné sea mucho más evidente, además tendrás arrugas en el cuerpo y hasta imperfecciones pasajeras (o duraderas).
Revientas tus granitos
En lugar de aliviar tu acné o de calmar la ansiedad que sientes por reventar tus granitos, sólo liberas las bacterias del fondo del grano y estas se extienden a lo largo de tu cara provocando cicatrices, manchas oscuras y más barritos molestos que sólo ensucian tu rostro. Además, si no te lavas las manos, se juntan las bacterias propias del barro y las de tu cuerpo.
Usas flequillo
Sabemos que es maravilloso y que luce genial en tu rostro, pero en definitiva, hace que se acumule grasa y la piel muerta no se caiga de tu cara. Puedes llevarlo, siempre y cuando haya días en los que dejes descansar tu frente y la descubras para que los poros respiren y se llenen de oxígeno, mas no de suciedad y mugre.
Sabemos que no es tan fácil deshacerte de ellos, en especial si los tenías de manera inconsciente (como todos). Pero lentamente puedes tratar de cambiarlos. Basta con prestar más atención a tus movimientos. Cuando los evites entenderás que no es complicado, sólo algo tedioso, pero al final benéfico para tu salud.
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