Existe un lugar en el mundo para todos los que rechazan una buena conversación, una invitación o cualquier sonrisa que transmite un saludo amigable. Para ellos, está destinado el rechazo o que todo el mundo los señale con el dedo y les diga haters por siempre, un adjetivo que los obliga a pertenecer a un sitio donde los olvidan. El término hater no es nuevo, pero ha sido tendencia por nuestro encanto con los anglicismos. Ser un hater no es del todo malo, algunos llegan a ser hasta personas graciosas, pero otros rayan en la absoluta mediocridad, tanto que no queda más que apartarlos.
Muchos amigos te dejan de hablar y otros se ganan ese derecho, anteponen un mecanismo de defensa que los deja fuera del contexto de la gente, fuera de sus vidas, después terminan paseando sin rumbo por un camino de calles desoladas quejándose de su existencia. Se autonombran misántropos, cuando por dentro piden a gritos ser incluidos en un grupo, sin embargo, caminan infelices y lo seguirán haciendo hasta que no hagan algo por cambiar esa furia los consume por dentro.
La furia es como el fuego, se propaga lentamente y consume todo lo que hay a su paso. Ahí también nacen los pretextos, excusas y mentiras, mismas que si se repiten causan el mismo efecto que el fuego, te quema hasta que ardes en él y cuando todos se dan cuenta de tus cenizas es demasiado tarde para rescatarte. Por eso, te presentamos algunas cosas que pueden hacerte salir de ese bache, dejar de ponerte obstáculos, controlar tus emociones y no permitir que aquellos mecanismos de defensa o vicios reinen tu vida; no seas tu propio exprimidor y comienza con estos sencillos hábitos.
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Cambia el mañana por el hoy
¿Cuántas veces has dicho: “mañana lo hago”? Postergar es una práctica muy común, todos lo hemos hecho en algún momento de nuestra vida, pero seguir repitiéndolo es caer en un agujero una y otra vez. Bien dicen que de los errores debes aprender y ésta no es una aseveración equivocada; se necesita pensar más en el ahora, el presente y lo que vives minuto a minuto, es ahí donde comienza todo.
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Aprende a expresar lo que sientes
La magia de las palabras no sólo se puede observar en un libro, su gramática, composición, lírica o sencillez, también cae sobre los sonidos y aquellos fonemas: la intencionalidad de lo que dices. No es lo mismo decir “hola” con la cara pálida, el tono bajo y desanimado a gritar “¡hola!” lleno de vitalidad y felicidad. Saber decir lo qué te pasa, contar tus secretos y frustraciones para que salgan de ti y no te consuman por siempre; así que suéltate, ve a un espejo y admira tus facciones, ve cómo el mundo te observa y piensa si eso es lo que quieres proyectar.
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Siempre traza metas
Es básico, durante toda la vida nos han dicho que delimitemos todo lo que hacemos a corto, mediano y largo plazo; sin embargo, eso no nos asegura nada, ya que hay que estar preparados para lo peor y todo lo malo jamás se ve en una lista de objetivos a futuro. Vive el presente, pero ten en claro tus metas, lo que quieres lograr y en lo que deseas convertirte.
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Escucha música
Está claro que la música tiene la magia de eliminar el estrés y ponernos de buen humor. Así que lo único que debes recordar es lo siguiente: prepara un playlist y cómprate los mejores audífonos… cuando sientas que es necesario poner esa lista de canciones que siempre te alegra el día, busca un lugar o camina hacia la nada; canta, piensa y haz que tu mundo crezca, tan grande para que puedas encontrar el razonamiento, la creatividad y sobre todo la felicidad.
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Corre y respira
Tan fácil como se ve, corre por el parque y mientras lo haces, respira muy hondo hasta que tu cuerpo ya no pueda más y sueltes un grito. Hazlo por lo menos tres veces a la semana, así tu condición mejorará, te pondrás en forma y tu confianza al vencerte a ti mismo crecerá… con eso en mente te desharás de muchos demonios que te hacen inventar pretextos en todo momento.
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No toques tu smartphone en una hora
¿Difícil? sí ¿imposible? ¡No! Llega a tu casa, relájate y antes de ver tu smartphone siéntate, toma agua y reflexiona; si te acabas de levantar y tu alarma te hizo la vida imposible, no vayas tras la pantalla táctil a ver qué ha pasado en Facebook durante seis o siete horas, quédate acostado y planea el día. Esos son dos ejemplos en donde puedes permitirte eliminar el celular de tu vida. Obviamente jamás te desharás de él, pero sí podrás alejarlo por un rato. Como dato curioso recientes investigaciones han comprobado que las redes sociales –excepto YouTube– deprimen gradualmente, la que más lo hace es Instagram, precisamente por envidiar el estilo de vida de otros.
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Elimina el “no puedo” de tu vocabulario
Las palabras que decimos definen nuestra vida, son éstas las que dan el mensaje y proyectan aquello que queremos que conozcan los demás. Así lo retrata Jorge Luis Borges en su poema “El Golem”, describiendo el lenguaje como el único dios del universo, ése que dicta cómo los humanos aprendieron a convivir entre ellos –una habilidad divina.– Si no puedes dominar palabras como “no puedo”, es posible que el nivel evolutivo de tu ser no esté dando el ancho, así que elimina eso que es nocivo hasta en el vocabulario.
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Sé positivo, también es contagioso
Si eres una persona negativa estás afectando a los demás, éstos se están quedando confundidos y desorbitados ante el manojo de tus groserías y la mala actitud. Tu energía negativa se contagia, así que si eres así, no es demasiado tarde, sólo rodéate de personas positivas porque esas sonrisas, halagos, abrazos y saludos nobles también se contagian, también te hacen mejor persona.
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Poco a poco nos vamos convirtiendo en personas que piensan más en lo malo que en cómo luchar contra la adversidad, sin darnos cuenta que esa desdicha se puede arreglar con conceptos básicos y pasos sencillos. Son simples las maneras, pero para llegar a ellas debemos cambiar ciertos hábitos nocivos y dejar de autosabotearnos.
https://www.youtube.com/watch?v=ZizkxDUTABA
Mientras caminemos lentamente terminaremos apartados, afuera de las vidas de otros y “comiendo” nuestra sangre, al tiempo que aspiramos la de los demás: somos exprimidores de la energía. Por eso, hay que cambiar esos momentos, darle el giro que merecen y exprimir con facilidad aquello que es innecesario, que te quita vitalidad, recuperemos el brillo que algún día perdemos cuando la negatividad se apoderó de nosotros.
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