Ver la pandemia desde casa, con la familia resguardada, los abuelos sin peligro alguno, el hermano menor teniendo clases en línea y tú haciendo Home Office, crea una perspectiva completamente distinta a vivirla en primera fila. Personas aún no creyendo en el Coronavirus, otras sin seguir las medidas de seguridad, utilizando erróneamente el cubrebocas y saliendo de casa como su afuera no pasase nada. Por otro lado, están los que viven el COVID-19 más de cerca, las personas que día con día arriesgan su vida para salvar la de otros; para dar una pizca de felicidad y emoción a aquel señor o señora, joven o mujer que se acaba de contagiar, para no fallarle a la pasión que le provoca su profesión, simplemente para regresarles la esperanza a todos aquellos que lleguen al hospital. Por ello, rendimos este homenaje a todas esas personas que día con día se quedan horas sin comer, sin dormir, sin ver a su familia por un sólo objetivo: ayudar a quien lo necesite. Gracias, héroes, por cuidarnos y protegernos, por seguir luchando por y para nosotros.
Cultura Colectiva LS somos afortunadas de haber recibido las historias de personas que, aunque no conozcamos, valoramos; historias de personas que el mundo entero debe leer para que conozca el otro lado del Coronavirus, los que están en primera fila viviendo la catástrofe que una pandemia ha provocado. Las historias que leerás a continuación son testimonios verídicos que esperamos hagan consciencia en aquellos que no imaginan cómo se vive el virus más de cerca. Una vez más: ¡GRACIAS, HÉROES!
De: Jessi Peralta
Ella es mi hermana Karina Fragoso Peralta, ella es enfermera y en estos momentos yo la admiro mucho porque se dedica a hacer una gran labor.
De: Paulina Barbosa
Ella es mi prima, su nombre es Gloria Orozco Rayón. Es enfermera, ofrece su servicio gratuito y a domicilio para personas que necesiten algún servicio médico y que ante la contingencia no pudieran acudir a un hospital. Cabe mencionar que trabaja y estaba al cuidado de su abuelo enfermo quien ahora está en el cielo, pero ella nunca se desanimó para seguir ayudando personas. Tiene un gran corazón y por eso es mi héroe favorito.
De: Rossy López
Hemos vivido momentos muy difíciles y mientras nosotros nos cuidamos desde casa, hay algunas personas que salen a luchar para combatirlo, ponen en riesgo su salud y sólo quieren ayudar con sus conocimientos a los que más lo necesitan. Ese es el caso de mi primo Gerardo, quien es inhaloterapeuta y admiro muchísimo por su importante labor en estos meses de pandemia. Me compartió su historia. ¡Te quiero, primo y estoy muy orgullosa de ti!
Mi nombre es Gerardo Jaramillo Díaz, soy T.T.R egresado orgullosamente de Conalep Coyoacán hace 3 años, actualmente laboro en el CENTRO MÉDICO NACIONAL “LA RAZA” EN EL HOSPITAL GENERAL como inhaloterapeuta.
Me llena de satisfacción realizar día a día mis labores empezar con gran entusiasmo y también presenciar cómo luchan los pacientes por salir adelante con el apoyo que les brindamos. Al iniciar el turno pasamos a checar ventiladores, equipo, pacientes, cualquier cosa que necesiten con gusto se los damos. Ha sido difícil. Desde que inició el COVID-19 nuestras funciones se incrementaron así como el riesgo de contagio, turno a turno tener que entrar, ponernos el equipo muy incómodo pero necesario, sudar, no poder respirar bien, no poder ver bien; esto es lo que implica ponernos un EPP pero que con gran vocación lo realizamos por salvar las vidas de los pacientes que el virus los llevó a estar en esas camas, pero llenos de fe y esperanza para volver a ver a su familia.
Me quedo con esa gran satisfacción de poder contribuir a esta noble y hermosa carrera: INHALOTERAPEUTA ❤️por vocación.
De: Isabella Flores
Después de meses de esfuerzo, dedicación, valentía, amor y entrega total, podemos decir que cada día admiramos más al mejor doctor del mundo, nuestro papá.
Cada mañana nuestro papá se levanta con todo el ánimo posible para atender a muchísimas personas que no conoce pero que las trata con todo el amor posible, para darle ánimo a los doctores, enfermeras y personal médico con quienes labora, para dar lo mejor de él incluso arriesgando su salud y vida, por la salud y el bienestar de los guatemaltecos.
Desde que todo comenzó podemos decir que nunca hemos visto a mi papá hacerse para atrás y rendirse por miedo a contagiarse, al contrario ha estado más fuerte en sus convicciones y ha asumido cada una de sus responsabilidades con gran amor y entrega total. La situación lo orilló a dejar a un lado a personas y cosas, especialmente dejar de vivir con nosotros, por nuestra seguridad. No ha sido fácil, ni para él ni para nosotros, podemos decir que cada día que pasa lo extrañamos más, pero la fe y la confianza la tenemos puesta en Dios. También nos llena el saber todo el apoyo y esfuerzo que nuestro papá da al servir a los demás desinteresadamente a través de la vocación que Dios le dio.
No es fácil estar en primera línea, dar todo tu esfuerzo, amor y entrega y ver a alguien sufrir esta enfermedad e incluso verla morir, no es fácil ver a miembros de tu equipo de trabajo que dan lo mejor de sí para combatir esta enfermedad y que también lleguen a enfermarse, no es fácil ver cómo algunos médicos o enfermeros se hacen para atrás por miedo a contagiarse, no es fácil saber que cada día te estás jugando la vida, no es fácil.
Como hijos de médicos y vivir esta pandemia desde una forma más “cercana”, les pedimos que seamos ciudadanos responsables y solidarios, cumplamos con las normas mínimas de bioseguridad, usemos las mascarillas, salgamos de casa sólo si es necesario, cumplamos con el distanciamiento social, ayudemos a quien lo necesita y hagamos todo lo posible para que esta enfermedad no se siga propagando. No sabemos todos los sacrificios y esfuerzos que nuestros héroes están haciendo por salvar nuestras vidas, valorémoslo.
Pd. foto de la última vez que vimos a mi papá
De: Edna Filio
Mi papá trabaja en el hospital del ISSSTE en Tultitlán, desde que todo esto empezó tuvo que aislarse de la familia.
Mi papá no vive conmigo, vive con mi abuelita la cual hace un tiempo tuvo un EVC. Para protegerla por ser una persona de la tercera edad, también a mi hermano de 10 años y a mí que nos veía seguido, tuvo que mudarse este tiempo a su casa en Tecámac. Tiene 3 meses que no lo vemos, sólo por videollamada.
Es enfermero especialista y atiende a pacientes con COVID-19 todos los días, ha visto muchas personas fallecer y otras que logran sanar. Se ha lastimado bastante la cara por usar mucho tiempo las protecciones y ha bajado de peso por la mala alimentación y largas horas de ayuno.
Lo extrañamos demasiado pero sabemos que es su pasión y lo hace con todo gusto, esperemos que pronto volvamos a abrazarlo.
De: Rossy López
Mi prima Giovanna es toda una heroína quien ha ayudado a salvar muchas vidas en estos meses de pandemia y además siempre ve el lado positivo de las cosas. ¡Te admiro mucho! Le dije que me contara su experiencia y me conmovió hasta las lágrimas:
Hola, soy Giovanna, enfermera en área urgencias, de módulo COVID-19. Desde que inició la pandemia ha habido muchos cambios en las rutinas de trabajo y casa, yo tenía poco de haber llegado al hospital, a compañeros y amistades nos acomodaron en el área. Aprendimos todo el proceso de colocación y retiro del equipo de protección. Todos los compañeros, que ahora son amigos, del cubículo de COVID-19, tuvimos una buena conexión por la manera en que trabajamos: metódicos, ordenados y exagerando en las medidas de higiene, todos viendo por todos.
Cuando nos toca tener contacto con el paciente, debemos prepararnos de muchas maneras: emocionalmente porque se siente un encierro y desesperación fea, usar todo el equipo de protección que a la larga lastima la cara, no comer y tomar agua para evitar tener ganas de ir al baño, entre muchas otras cosas.
Nosotros contamos con equipo de protección que nos brinda el Instituto, pero nos lastimó el rostro y optamos por comprar nuestra propia mascarilla y gogles de protección; la vestimenta nos deshidrata porque sudamos demasiado y nos causa la sensación de tener sueño y/o salir mareados, además de tener limitación de movimiento. Aún así, se intenta dar la mejor atención.
Emocionalmente es algo duro de hablar, que me han tocado casos de vida o muerte y lamentablemente varios casos fueron de muerte. Pero lo peor viene después cuando debemos mantener tranquilos a los otros pacientes que presenciaron el momento. Yo sigo siendo la misma enfermera con ellos, los hago reír, platico con ellos, les pido que manden palabras a sus familiares. Sí es algo muy emotivo. En casa hubo muchos cambios: llego a lavar mi uniforme y darme un baño, me volví fanática del Lysol, cloro, pinol, toallitas húmedas para limpieza de rostro y de utensilios y conseguir antisépticos para la ropa. Adapté un espacio para el retiro de zapatos del hospital, la ropa y la mochila, bañados anteriormente con Lysol o el antiséptico que tenga.
Distanciarme de la familia fue algo emocionalmente duro pero sé que es por su bien. Me fui a realizar la prueba de COVID-19 ya que hubo compañeros que salieron infectados, la espera del resultado se me hizo eterna y fue un gran alivio ver el resultado negativo. He aprendido, he llorado, he tenido días buenos, días malos, cada día se tiene más trabajo, cada día sale algo nuevo que agregar en los cuidados en el hospital y en casa, pero eso sí, siempre aplicando el “saludar, sonreír y mirar a los ojos”.
De: Anónimo
Es paramédico, ama lo que hace y desempeña con mucha pasión su profesión, sólo busca ayudar al prójimo y lo hace con amor y dedicación, siempre sobreponiendo el bienestar de los demás individuos. Él por parte de su corporación ayuda y brinda servicios a la comunidad de manera gratuita en tiempos de COVID-19, puso a disposición sus servicios para cuidados médicos indispensables y ayuda a la comunidad.
Siempre es así, una persona leal y humilde, nunca busca un reconocimiento, sólo ayudar a los demás. Por eso y más es mi héroe, Omar Carrasco.
De: Rossy López
Mi sobrino Alexis es un gran ejemplo de valentía, pasión y empatía. Él ha estado durante toda esta pandemia con la mejor actitud para ayudar. Le pedí que relatara su día y esto fue lo que me compartió. Te quiero y admiro mucho.
Soy Alexis, terapeuta respiratorio del Hospital de Especialidades Centro Médico Nacional Siglo XXI, muy pocos conocen la labor que los terapeutas respiratorios realizamos, desde el inicio de la pandemia nuestra protección y cuidado hacia los pacientes cambiaron, cambiaron tanto que la duda y el miedo aumentaron al saber que cualquiera podría presentar esta nueva enfermedad.
Nos preocupamos, teníamos que aprender qué lo estaba ocasionando, cómo podíamos ayudar y poder salvar vidas. De pronto comenzaron a llegar una persona tras otra. Ahí empezaba el miedo. Usamos equipo de protección por muchas horas, nos quedamos sin comer, sin tomar agua, sin nada, solos en esa área, el paciente, el virus y nosotros, intentando ayudar, viendo cómo día a día se iba complicando la situación y, por desgracia, se iban. Nosotros, asustados y frustrados, no podíamos contener la magnitud del nuevo virus.
Todos los días veo pacientes con el amor y dedicación con la que he trabajado estos años, pero ahora con un miedo adicional, ese miedo de saber que puedo contraer el virus y si mi cuerpo no reacciona de la manera correcta, complicarse como lo veo con algunos pacientes y, quizá, ser la última vez que hablaría con mis seres queridos.
Usar goggles tantas horas ha provocado marcas en el rostro que se quedan ahí. Todos los días desde que llegamos debemos colocarnos goggles, gorro, dos pares de guantes, un traje aislante blanco de plástico llamado tybek, un par de botas, una bata, un cubre bocas y una careta, terminamos en más o menos 10 minutos; lo más difícil es quitarlo, tardamos aproximadamente unos 15 o 20 minutos para hacerlo de la manera correcta y evitar contagios.
La salud mental se afecta, los ataques de ansiedad se hacen presentes, las noches de insomnio también. He tenido ganas de llorar, de gritar, de parar, pero siempre regreso todos los días con la misma sonrisa y la disposición de darle a mi paciente confianza y esperanza de que todo estará bien, para que siga luchando y regrese con su familia.
Algo que me dolió mucho fue ver compañeros contagiados, médicos y enfermeros que perdieron la batalla en esta guerra. El miedo aumentaba más al verlos partir haciendo su labor, poniendo mucho esfuerzo por detener esto y sobreguardar la vida como prometimos cuando decidimos dedicarnos a esta profesión.
Ser personal de salud es algo muy noble, pero a la vez peligroso. Es impresionante cómo estamos luchando contra algo que no vemos. Alejarme de mi familia por tener miedo a contagiarlos es de lo que más me pesó, tengo meses sin poder estar con ellos, sin poderlos abrazar, sin poder recibir un beso, algo que extraño y que me da fuerza para poder continuar. Pero seguimos luchando porque sé, que este esfuerzo es por algo y que llegará el momento donde estaré con ellos de nuevo.
Juntos lucharemos, juntos terminaremos.
De: Anónimo
Ellos son Paramédicos del H. Cuerpo de bomberos de Mexicali, Baja California, México.
Día tras día se enfrentan a la pandemia, siendo la primera respuesta para pacientes con sospecha o ya confirmados con COVID-19. Algunos desafortunadamente han enfermado, otros siguen al pie del cañón. Actualmente el cuerpo de bomberos trabaja solo al 50 %, ya que muchos fueron incapacitados por ser personal de alto riesgo de contraer el virus o por infectarse.
De: Lau Vélez
Ellos son hermanos, Benjamin y Laura, durante esta pandemia han trabajado largas y pesadas jornadas laborales. Muchas veces han llegado a la desesperación de ver que la gente continúa sin creer en el virus y comienzan a salir exponiéndose y exponiendo a sus familias. Siempre piden porque todo esto termine y ellos puedan volver a abrazar a sus papás a quienes no han podido ver desde que inició la contingencia debido a que son adultos mayores y no quieren que algo les pase. No pudieron estar en sus cumpleaños, Día de las Madres y tampoco en el Día del Padre, y más triste es que no pueden estar en videollamada por las demandantes jornadas que inician muy temprano y terminan muy tarde.
Así como ellos hay miles de doctores exponiendo su vida para salvar otras vidas y merecen ser reconocidos.
De: Gasdheli Gumi
Mi papá es mi héroe. Lucha día con día para salvar la vida de muchas personas. Él es médico de la Marina Armada de Mexico y pertenece al comité de control del área covid-19 de la misma. Es médico internista egresado de la UNAM. Es mi héroe porque todos los días se expone a trabajar, coordina algunos traslados, pacientes y temas relacionados al área covid-19, pero es mi héroe desde siempre y más ahora porque veo su esfuerzo, preocupación y dedicación, porque a pesar de poner en riesgo su vida y la de nosotros al llegar a casa, no se ha permitido dejar de trabajar y luchar por la salud de muchas personas. También trabaja en la clínica 29 del IMSS en Aragón por las noches, así que está más expuesto.
El es mi papá, se llama Roberto Gumi Yaber y es mi héroe.
De: Carlos Maya
Gracias por estar conmigo. Cuando me enteré que estarías atendiendo a pacientes con covid-19 estaba preocupado, tenía miedo, pero poco después me sentí orgulloso de ti porque sabía que ibas a salvar vidas entregando tu máximo esfuerzo. No ha sido fácil para ti, para tu familia y para mí. Este virus nos ha cambiado la vida para hacernos más fuertes. Todos los días das lo máximo para aliviar a tus pacientes. No te das por vencida. Tu corazón y mente sacan todo el poder que tienen para seguir adelante en momentos difíciles. Sé que tus cicatrices y marcas que te ha dejado este virus es el reflejo de todo el amor que le tienes a tu profesión, a las personas, a tu familia y a México, porque no cualquiera arriesga su vida para salvar a otras. Gracias Aribe Michelle Ramírez Guayan por cuidar de todos, eres el ángel que ha cuidado de muchas personas desde antes del covid-19.
Gracias en nombre de todos. Hace unos meses nos enteramos de este virus desconocido y difícil de combatir. Asusta, genera pánico y terror pero ustedes han sabido enfrentarlo, se han puesto la armadura para combatirlo a pesar de los temores que tienen. Sé que es difícil para ustedes como enfermeros estar muchas horas completamente cubiertos para no contagiarse. El calor infernal y la deshidratación son inexplicables. Solo las marcas y cicatrices que tienen nos dejan a la imaginación todo el dolor, sufrimiento y alegría que tienen cuando entran al combate para salvar vidas. Es imposible ponerse en su lugar. Creo que en este mundo nadie arriesgaría su vida por la de otra persona como ustedes lo hacen, en verdad me siento orgulloso de ustedes. De ti, amor, por dar todo sin importar los obstáculos. Gracias por salvar la vida de todos los mexicanos.
Son unas cuantas historias de miles que el mundo aún no ha contado, sin embargo, han sido agradecidas y valoradas día con día por tan enorme esfuerzo, valor, amor y pasión para salvar la vida de otros y, a pesar de la tempestad, no rendirse. Los verdaderos héroes.
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