Todos lo hemos vivido. Un evento, relación o idea tan triste que parece que las secuelas se convierten en un trauma. Después de un tiempo parece que las cosas se salen de control y sólo se quiere olvidar, superar o algo por el estilo, pero parece imposible. El recuerdo se transforma en obsesión y aunque queremos seguir adelante, nos encontramos atrapados en el pasado, deseando volver a él, pues en definitiva ése era un tiempo mejor. Durante años la Psicología ha apostado por superar el pasado con muchas cosas, demostrando que sólo pensar en eso parece ser bastante dañino, pero recientemente se le ha dado la oportunidad a combatir el dolor con dolor y parece ser la verdadera solución.
La melancolía es la etapa de nuestra vida en la que nos definimos por vivir en un recuerdo. Ese estado de regresión, de tristeza y desencanto por lo que estamos pasando. Es tan difícil soportar la realidad que ésta parece flotar en un halo azul en el que estamos desconectados y nuestra mente se encuentra semanas, meses e incluso años atrás, rememorando y anhelando.
Durante mucho tiempo se creyó que la nostalgia era causante de depresiones. El patrón parecía lógico; no dejar de pensar en el pasado te llevaba a olvidarte del presente y caer en una depresión por no poder alcanzar la verdadera felicidad que supuestamente tenías.
Cada recuerdo evocado debe violentar en alguna medida sus orígenes. Como en un juego. El juego del teléfono. Lo que uno altera medio el recuerdo tiene sin embargo una realidad, sea o no conocida.
—Cormac McCarthy
Al pensar en el pasado nos quedamos con lo bueno, no importa lo poco que esos momentos supongan de un total. Nancy Kalish, psicóloga de “Psychology Today”, tiene un interesante experimento. Listar los días buenos de los últimos seis meses de relación y compararlos con los malos, casi todos pueden recordar los buenos por pocos que sean y los aprecian mucho más a pesar de que seguramente los malos dominaron ese periodo.
A pesar de lo antes mencionado, investigaciones recientes han descubierto que la melancolía es esencial para seguir adelante, es una forma de enfrentar el pasado y luchar contra él, pues usualmente después de un tiempo, esas ideas del pasado te hacen sentir más seguro de que el futuro puede ser mejor. Es quitar una capa oscura que cubre el futuro y gracias a los recuerdos, empezar a construir; lo que realmente resulta difícil, es dar ese paso, pero la melancolía, en lugar de enfrascarte en un sitio, te permite rememorar lo bueno para saber que si ya sucedió algo así, puede volver a pasar.
Incluso superando la pérdida de un ser querido, la melancolía es una de las herramientas más importantes. Perdernos en los buenos recuerdos nos permite absorber la esencia de la persona y después, con mucho tiempo, aceptar la pérdida, pero quedarnos con lo mejor de la relación con esa persona y de esa forma realmente dejar atrás el pasado y aunque nunca lo olvidemos, saber que somos capaces de seguir hacia lo que el futuro depare sin nuestro ser amado.
Lidiar con el pasado es bastante difícil, pues parece que siempre estamos en una cuerda floja en la que si logramos rememorar por tiempo suficiente, podemos llegar al glorioso final y seguir adelante, pero si caemos en la obsesión, la depresión es el resultado. A pesar de eso, no hay nada de malo en recordar, en añorar y dejarse llevar. Lo que se debe tener en cuenta es que ese periodo terminó, que esa etapa llegó a su fin y que al recordarla se debe tener claro que es para un día continuar hacia algo completamente distinto.
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Fuentes: Psychology Today, Elite Daily
