Fueron años esperando que te dieras cuenta de lo mucho que significabas para mí, que valoraras todo lo que hacía por ti y sobretodo, esperando que me amaras de la misma manera que yo lo hacía hasta el punto de querer estar conmigo toda la vida. Nunca te diste cuenta ni lo entendiste.
Pasamos juntos casi una década entre idas y vueltas, enfrenté a mi familia por ti y te defendí de todo con la ilusión de que algún día llegaríamos al altar y formaríamos esa familia feliz con nuestros tres hijos. Tú y yo contra el mundo, estuve equivocada.
Me hiciste creer que no cometeríamos los mismos errores de nuestros padres y que nada podría separarnos, aunque tus bromas en un punto se cometieron en cuchillos y tu desinterés comenzó a doler en el corazón.
Estaba tan cegada que no veía que quizá solo estabas por pura costumbre, ya no estabas a gusto conmigo pero eras tan egoísta que tampoco me dejabas ser feliz. Fueron 10 años viviendo de la ilusión de tener un anillo en mi dedo.
Por un tiempo traté de sacarme de la cabeza la idea de vestirme de blanco y tener una boda de mil invitados, nuestro primer baile, el pastel, las damas de honor y el cuento de hadas porque me hiciste creer que lo más importante era nuestro amor sin etiquetas, sin pretensiones, “¿para qué te quieres casar si ya estamos juntos?”, decías.
Maté mis ilusiones con tal de estar contigo de alguna manera pero llegó un momento en el que me di cuenta que alguien que de verdad me amara haría todo por cumplir mis sueños por más cursis o ridículos que fueran. ¿Querías que te esperara toda la vida? No, y fue todavía peor cuando se sumaron tus infidelidades y tu insoportable ego.
En 10 años conmigo nunca quisiste formalizar nuestra relación
Fueron 10 años contigo, una década sin ver a nadie más, jamás pensé que todo terminaría de esa manera pero el tiempo no perdona nada, fuimos felices de alguna forma con nuestros tres hijos (lo que más te agradezco) pero eso pasó de ser amor a solo costumbre.
Cuando todas mis esperanzas se fueron contigo y creí que ya era demasiado tarde para volver a creer en el amor, llegó él… con su pinta de rompecorazones y sus aires de bad boy que terminaron siendo lo mejor de mi vida.
Con él no hizo falta pedir nada porque él me dio todo desde el primer segundo, desde su dulce corazón hasta un anillo de compromiso, esa “tontería” (como la llamabas) de la que tanto evitabas hablar.
Sus tatuajes fueron proporcionales al amor que estaba dispuesto a darme, trató a nuestros hijos como propios y no pensó el hecho de estar conmigo, de formalizar, de jurarnos un “por siempre”.
Y entonces, entendí que el amor no se trata del tiempo, se trata de sentirlo, la vida da mil vueltas, mientras a ti te costó casi 10 años saber si querías estar conmigo, él lo supo desde el primer segundo (y yo también lo hice porque él es todo lo que soñé tener en mi vida y no costó mucho para que lo demostrara).
