“Yo pienso, luego existo” René Descartes.
La actividad del pensamiento es la prueba más cercana que tenemos acerca de nuestra existencia como seres conscientes, y curiosamente no es una prueba totalmente “lógica” debido a que no depende de una inferencia en la cual a partir de las premisas de “todo lo pensante existe” y “yo pienso”, se confirma la existencia. Al contrario, la frase de Descartes hace referencia a la certeza primera de todo conocimiento, aquello que es indubitable, es decir: la propia existencia concebida a partir de una intuición. A su vez, tal intuición se explica como la expresión necesaria de la duda humana, porque no podría ser que mi existencia como ser pensante fuese una ilusión y a la vez estuviese dudando de la misma. En el caso de que no existiera no sería posible mi pensamiento, mi duda.
Como resultado del pensamiento a través de la historia surge la filosofía, que es un cuerpo de reflexiones acerca de la escencia del ser humano y los que lo rodea. Ésta es la disciplina del amor incondicional a la sabiduría, es un impulso incansable del ser humano por conocer su fin último en la vida.
Actualmente es indudable que el pensamiento es la raíz de todo éxito y felicidad (sean entendidos ambos conceptos como relativos al sujeto y sus creencias), desde la esfera académica hasta las relaciones interpersonales y de negocios, el pensamiento se disfraza de intuición, creatividad y astucia para contribuir a nuestra autorealización. Por lo tanto, el funcionamiento efectivo del pensamiento tiene suficiente poder para transformar nuestra situación.
Como un breve paréntesis no olvidemos a Descartes, porque a pesar de lo que se diga acerca de la forma en que demostró la existencia de dios (Círculo cartesiano), su método es el fundamento de la ciencia y gran parte de la filosofía occidental. En él se encuentra una estructura que permite a todo ser humano, independientemente de su conocimiento, alcanzar la verdad última de las cosas y su situación. No obstante, a pesar de su relevancia es posible que esto te suene poco práctico, pero en realidad es aplicable a la vida moderna, el libro em el que se basa este artículo es una prueba: The 5 elements of effective thinking.
Este libro surge de la inquietud de dos profesores de Matemáticas (Michael Starbird y Edward Burger), durante un curso universitario: Ellos llevaban algún tiempo preguntándose cómo podían aplicar el pensamiento matemático (que tantos estudiantes cuestionan su practicidad a lo largo de su educación) a la vida cotidiana. El resultado se condensó en cinco principios representados por elementos naturales: tierra, fuego, aire, agua y el cambio o evolución. En esta primera parte (de dos), se hablará acerca de los dos primeros elementos.
Tierra: La base sólida del conocimiento.
En ocasiones, la simple memorización de los datos de un tema no rinde los frutos esperados a largo plazo, como el caso de aquel estudiante que se prepara para un examen y después de éste ya no recuerda nada. Tal compresión fue superficial. Por otra parte, una comprensión profunda y estable requiere más que datos aislados, es decir: la estructuración del conocimiento en un terreno firme desde sus elementos más simples. Para lograr éste objetivo sigue los siguientes consejos:
Dedica tiempo a lo básico aunque parezca aburrido: es común que se crea que ya se comprende cuando en realidad se subestima.
¿Lo que sabes que sabes, realmente lo sabes?: compruébalo escribiendo un documento acerca de un tema sin utilizar fuentes externas.
Los problemas complejos no se resuelven en un día: el primer logro del hombre fuera de la Tierra no fue pisar la Luna, sino enviar un satélite para examinarla. Resuelve un problema por partes, cada una de ellas te brindará herramientas para resolver los siguientes.
“No hay arte abstracto. Siempre hay que empezar con algo. Después puede eliminar todos los rastros de la realidad” – Pablo Picasso
Captura la esencia del problema y simplifica.
Cuestiona todo lo que te rodea, la opinión pública no es inmmutable, no porque suene razonable necesariamente es cierto. Galileo cuestionó el pensamiento de Aristóteles acerca de la caída de los cuerpos (“Los más pesados caen primero”) y llegó a una comprensión más profunda.
Ten apertura a las ideas contraintuitivas: Gracias a esto científicos como Niels Bohr y Albert Einstein comprendieron la interacción cuántica de partículas fundamentales (electrones, protones y neutrones).
Encuentra el espacio negativo: deja de mirar lo que tienes enfrente, piensa en lo que falta, encuentra los orificios en tu conocimiento. De igual manera puedes aplicar esto en un negocio, identifica qué necesidades del mercado no han sido cubiertas de manera eficiente.
Fuego: Falla para triunfar
Es muy común en la sociedad actual el miedo al fallo, si no fuese así, entonces ¿Por qué dejamos de preguntar?, la etapa del porqué se acaba y cuando esto ocurre preferimos dejar de actuar a permitir que los demás nos vean fallar y que se percaten de nuestras “debilidades”. Sin embargo, todo éxito se construye de fallo en fallo sin perder el entusiasmo, cualquier proeza creativa o intelectual requirió de una larga sucesión de tropiezos y cambios. Los siguientes consejos te ayudarán a sacarle provecho a tus tropiezos:
“Los errores son portales de descubrimiento” – James Joyce
Falla nueve veces la próxima vez que te enfrentes a un problema difícil. No pienses que fallar es perder el tiempo, analiza las causas de tu fallo y utilízalas para continuar. De esta manera los fallos te guiarán a soluciones creativas y conocimiento.
Aprende de los errores en la historia: antes de fundar Microsoft Bill Gates y Paul Allen iniciaron un negocio de tecnología, Traf-O-Data basado en un sistema de análisis de tráfico automovilístico en las carreteras; con ello pensaban obtener ganancias a partir de la creación de reportes de tráfico. Desgraciadamente, a pesar de la gran infraestructura de software y hardware con la que contaban, el negocio fracasó.
Los fallos son útiles cuando se generan efectivamente: si no sabes cómo hacer algo, seguramente sabes cómo fallar. Y si no sabes fallar, inténtalo. Aproxímate al problema con lo que sabes, prueba hacer una lluvia de ideas, pues aunque las ideas no parezcan tener sentido, eventualmente te ayudarán a llegar a una solución creativa.
Dale crédito a tus errores porque son el comienzo de tu éxito: En 1968 la compañía 3M intentó desarrollar un superadhesivo, pero accidentalmente el resultado fue lo contrario, un pegamento muy suave que posteriormente fue utilizado para hacer los Post-it.
Llévalo al límite, exagera para generar errores: Imagina qué podría pasar si alguna variable de la situación actual se saliera de control, qué medidas tomarías bajo esta perspectiva exagerada, pregúntate si los defectos que aparecen en esta versión hipotética existen actualmente. Esta estrategia ha ayudado a muchas personas a encontrar deficiencias en teorías científicas, modelos de negocios y planes de marketing
Atrévete a ser: fallar no es sinónimo de fracaso o estupidez, ni mucho menos es el enemigo del éxito. El verdadero “fallo” es la inacción, dejar de intentar y permitir que todo nos pase, en vez de provocar que algo pase.
Aquí termina la primera parte, en la segunda se hablará acerca de los elementos restantes: aire, agua y cambio.