Los peores hábitos del mexicano

La identidad del mexicano se desarticula, se vuelve a formar y nos sorprende con extrañas conclusiones que se reflejan en nuestra personalidad. Cada uno es sumamente distinto y al mismo tiempo similar. Tenemos tradiciones, costumbres y un contexto que compartimos. Del Norte al Sur, existen estereotipos que manipulan y resaltan las características de aquellos que

La identidad del mexicano se desarticula, se vuelve a formar y nos sorprende con extrañas conclusiones que se reflejan en nuestra personalidad. Cada uno es sumamente distinto y al mismo tiempo similar. Tenemos tradiciones, costumbres y un contexto que compartimos. Del Norte al Sur, existen estereotipos que manipulan y resaltan las características de aquellos que pertenecen a esa región.

Los del Norte deben ser altos, gordos y, evidentemente, codos. Los del Sur son extremadamente amables, malhablados y viven su vida en calma, como si nada más importara que el segundo en el que están. Los tan odiados chilangos, somos la causa de vergüenza de los otros estados, el típico junior que cree que tiene todas las concesiones por vivir en la capital y puede comportarse como quiera cuando va a otros estados; el que lo tiene todo y no lo aprovecha.

Sin embargo, todos tenemos una cualidad que nos engloba y nos hacer parte: somos mexicanos. El mexicano que, como diría Paz, está consciente de serlo. El mexicano también es motivo de burlas y estereotipos en otros países, estereotipos que, en realidad, son tomados de la realidad cotidiana y exagerados un 80%.

Pero, ¿cómo somos en realidad los mexicanos? El mexicano es, probablemente igual que ocurre en cada país, único e irrepetible. Vive su vida como si no tuviera que huir, como si sólo se necesitara a él y no pensara en el futuro, en lo que pasará al siguiente día. Tal como menciona Octavio Paz en el Laberinto de la soledad, “La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida. El mexicano no solamente postula la intrascendencia del morir, sino la del vivir. Nuestras canciones, refranes, fiestas y reflexiones populares manifiestan de una manera inequívoca que la muerte no nos asusta porque la vida nos ha curado de espantos […] La muerte mexicana es el espejo de la vida de los mexicanos. Ante ambas el mexicano se cierra, las ignora”.

En México hay cosas que a veces desearíamos evitar, redimir, no ser parte, pero no todos somos conscientes de las consecuencias de las acciones. Te presentamos algunos de los peores hábitos que tenemos como nación.

- los peores hábitos del mexicano

El “ahorita”

El mexicano deja todo para el último momento, para cuando ya no tiene otra que hacerlo. En cualquier momento creemos que nos sobra tiempo y no es importante hacerlo en ese instante. Es clásico escuchar un “ahorita es ahorita” porque en México el ahorita puede significar ahora mismo o dentro de tres días, porque no importa cuánto aplacemos las cosas, algún día saldrán. Tal vez junto con esta frase podamos ligar “el hubiera” porque en México desearíamos haber hecho las cosas antes, las postergamos tanto que en un momento, fue imposible hacerlas.

Impuntualidad

Tiempo - los peores hábitos del mexicano
En otros países hasta los transportes tienen horas exactas para abordarlo, en México estamos acostumbrados a oír cosas como “había mucho tráfico”, “me estoy estacionando, llego en cinco”o “no sonó el despertador”. Este mal hábito de los mexicanos demuestra el respeto casi nulo que mostramos ante el tiempo de los otros, hacia aquel que, probablemente, sea más puntual que nosotros.

En el tráfico las personas se gritan y desesperan porque no tomaron el transporte cinco o diez o una hora antes. En las fiestas, sabes que debes invitar a todos una o dos horas antes para que lleguen justo a la hora que lo planeaste y si llega temprano, poco a poco también formará el hábito de llegar tarde a las reuniones porque se dará cuenta que no ha empezado la reunión aún. En fin, se convierte en un círculo vicioso.

A todo le encuentra un doble sentido

Albur - los peores hábitos del mexicano
No importa si sea una reunión formal o simplemente está en el trabajo, el mexicano no puede evitar comenzar a pensar que lo dicho podría interpretarse en otro sentido que se refiera a sexo, sexo y más sexo. Si un mexicano quiere hablar en serio sobre un asunto, la tarea será difícil, sobre todo si es con amigos, porque siempre podrá cambiar el sentido de las inocentes palabras del interlocutor.

Dice Paz “El juego de los ‘albures’ —esto es, el combate verbal hecho de alusiones obscenas y de doble sentido, que tanto se practica en la ciudad de México— transparenta esta ambigua concepción. Cada uno de los interlocutores, a través de trampas verbales y de ingeniosas combinaciones lingüísticas, procura anonadar a su adversario; el vencido es el que no puede contestar, el que se traga las palabras de su enemigo”.

Lo puede todo

Inteligente - los peores hábitos del mexicano

No hay tarea que no podamos realizar. Como asegura Paz, “El mexicano puede doblarse, humillarse, ‘agacharse’ pero no ‘rajarse’, esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad”. Sepamos o no sepamos hacer algo, creamos que algo nos puede matar, lo hacemos porque un reto es un reto, y no cumplirlo significa vulnerabilidad ante el otro.

Chorero

Si no sabemos, lo inventamos. Si alguien nos pregunta algo y no tenemos idea de qué habla, es más fácil darle la vuelta con cosas que no entienda en lugar de quedar en ridículo. Porque el mexicano lo sabe todo: una dirección, la respuesta del examen que nunca estudió, la receta que alguien más nos pregunta, todo puede ser creado por nuestras cabezas aunque no sepamos de qué estamos hablando, porque el mexicano es chorero.

Malinchista

La tradición indígena permanece en nuestro corazón y hablamos con orgullo de nuestros antepasados, pero cuando se trata de los indígenas que viven ahora y con los que convivimos a diario, es más fácil ignorarlos. Por otro lado, si en un trabajo piensan escoger entre un mexicano y un extranjero, del lugar que sea, el extranjero probablemente sea el que gane el puesto, porque seguramente sabe más que alguien que nació aquí.

Resignado y conformista

Por no decir mediocre. El mexicano está acostumbrado a su modo de vida y no le interesa nada más; mientras viva bien y no le falte nada a la familia, qué más da lo demás. Si las cosas van a cambiar, no será por su esfuerzo, sino por un milagro divino que logra dar un giro de 180° a su vida. Es muy común escuchar frases como “si Dios quiere”, “ni lo mande Dios”, “ya Dios dirá…” Porque nosotros no somos capaces de cambiar nuestra vida, requerimos un poder supremo.

Hacerse el dormido o simplemente ignorar la situación

Dormido transporte - los peores hábitos del mexicano

Cuántas veces en el transporte público no hemos visto que aquellos que ocupan el lugar de los discapacitados, deciden cerrar los  ojos si ven que alguien necesita el lugar reservado. No es que no  quieran dar el lugar, es que no vieron que había alguien que lo requería porque estaba dormido… muy buena excusa.

Burlarse de todo

Muerte - los peores hábitos del mexicano
La muerte no se salva. El mexicano se burla de todo, las tragedias no lo son porque siempre hay una risa que ayuda a que la situación no parezca tan difícil. Con él no se puede hablar en serio, el mexicano puede botarse de risa mientras tiene la conversación más seria y ser indiferente ante lo preocupante.

Extremadamente religiosos

Basilica - los peores hábitos del mexicano
Si algo puede mover sus pasiones es la religión: afectos a los santos y Dios, las palmas se las lleva la virgen. En cada colonia puede encontrarse al menos un altar al santo patrón y la vida del mexicano transcurre porque una fuerza sobrehumana lo quiso así.

En México no es voluntad de la gente dejar de tomar, el doctor no causa la cura de una enfermedad y el destino está en manos de una fuerza mayor. La gente va a la Basílica de rodillas a jurar que nunca más tomará o para pedir que la enfermedad de alguien cese, si el milagro es cumplido, regresan para agradecer. Todo se mueve gracias a Dios. Y sólo él tiene el poder de lo que pasa. Probablemente a esto se deban gran parte de los otros defectos, porque lo que importa es la vida después de la muerte.

Machistas

No sólo el hombre es machista, la gran mayoría de la población en México lo es, porque “una mujer sirve para atender a su marido y nada más”. En cada persona hay rasgos de machismo. En México las mujeres no son capaces de cuidarse solas, necesitan un hombre que las acompañe; las mujeres manejan muy mal, el hombre tiene un audaz control del volante;  la mujer no toma, no fuma y no se tatúa, el hombre lo puede hacer todo.

“El chingón es el macho, el que abre. La chingada, la hembra, la pasividad, pura, inerme ante el exterior. La relación entre ambos es violenta, determinada por el poder cínico del primero y la impotencia de la otra”, Octavio Paz.

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