No sé qué pasó.
No sé si fueron las peleas, tus constantes disculpas, tu insistencia de una visión perfecta de nosotros o el tiempo que pasamos juntos. No tengo la menor idea, sólo sé que un día desperté y ya no era el mismo que conociste esa mañana de abril y que te prometió sonrisas eternas y un amor sin fin. Por eso no supe cómo decírtelo y, honestamente, pensé que era mejor callarlo hasta que todo regresara a la normalidad, pero eso nunca sucedió.
Lo notaste, pero como un cobarde comencé a mentir y no me detuve, pensando en que con eso podría sostener algo que se derrumbaba y que eventualmente caería sobre ambos y nos destruiría. En mi defensa, no quise herirte, hice todo para evitarlo y no romper mi promesa. Mil veces tuve que decir te amo y las siguientes mentiras, que sólo lograron demorar lo inevitable junto con las lágrimas de tus ojos.
Sí quiero verte
De verdad me esforcé. Aunque no quería hacerlo, porque ya me sentía incómodo y sabía que eventualmente te darías cuenta, pensé que verte me ayudaría a volverme a enamorar de ti, a sentir lo mismo que en el pasado, pero resultó en todo lo contrario. Cada minuto que pasaba contigo me reafirmaba que ya no era igual, que tu sonrisa ya no me provocaba lo mismo. Me dolía. Veía frente a mis ojos cómo se acababa todo y me sentía culpable por ya no amarte.
_
Estoy bien
No lo estaba. Te diste cuenta. Me lo preguntaste constantemente hasta que incluso me harté. Qué absurdo, ¿no? Te preocupabas por salvar lo nuestro y en el intento lo destruías más. No sólo era el miedo de quedarme solo o mi incapacidad de enfrentarte, sino también la absurda comezón que me daba sentirte escaparte de mi ser. Quizá sueno idiota o como un hipócrita, debí ser honesto hasta el final.
_
Todavia siento lo mismo
Creo que lo dije tantas veces que llegué a creerlo. Pero todas las noches regresaba a la normalidad y pensaba en que ya no sentía nada. Tus besos me incomodaban, era como besar a otra persona. Escucharte ya no era la experiencia que solía ser, sino un canto interminable de lamentos y ruegos que me alejaron todavía más. Te mentí y lo siento, sólo no quería herirte, no buscaba tu odio.
_
No estoy enojado
Traté de entenderte. De comprender tu desesperación cuando notaste que ya no me sentía bien y que no quería pasar tiempo contigo. Pensé en que era justo, pero me fue inevitable molestarme por tu constante insistencia. Me hartaste. Me cansaste. Sé que debí decirte algo, pero no sé realmente cómo un día todo se desvaneció. Quizá no pude soportar más de ti. Recuerda que yo no soy el único culpable. Sé que no lo fui.
_
Sí, hay alguien más
Llegué a un punto en el que incluso pensé que era mejor que me odiaras. Que no era suficiente con decirte que ya no te quería, sino que era mejor confesar un enamoramiento falso con una persona inexistente. ¿Es eso normal? No lo sé, pero así lo pensé: que era más sencillo que tú terminaras todo y yo quedara libre de culpa, al menos desde mi perspectiva. Pero no lo hiciste. ¿Por qué tenías que quererme tanto?
_
Un «discúlpame» suena falso. Repito: soy un hipócrita. No sé cómo puedo sentirme asqueado después de hacer eso. Fui egoísta y debí decírtelo en el momento en el que me di cuenta. Quizá nada hubiese terminado tan mal y pudimos trabajar en algo mejor pero dejé que el avión fuera en picada hasta que chocó en el piso y nada pudo salvarse. Nunca verás esto, pero si lo haces, quiero que sepas que nunca fue mi intención herirte. Sólo fue el tiempo… o lo efímero de mis sentimientos.