Future is Female fue la frase impresa sobre una playera blanca en 1975 para dar continuidad contestataria y vestimenta política a los movimientos iniciados una década atrás; a la llamada de un mundo más incluyente y coherente con esa humanidad que tanto ha exaltado a lo largo de su historia. Según registros, ésta fue hecha por una librería feminista en New York y no tenía interés otro más que el ser una prenda que visibilizara la postura de los protestantes. Fue hasta 2015, 40 años después, que su vitalidad fue recobrada por celebridades y activistas contemporáneos, originando una nueva ola de statement shirts en medio de una sociedad nuevamente azotada por el machismo (denuncias de acoso y abuso salían por todos lados), acciones estéticas en redes sociales y una comunidad de la moda que volvía su mirada hacia los verdaderos problemas del ahora.
En 2017, Maria Grazia Chiuri al frente de la firma Dior, sumó su dirección creativa al entendimiento e instrumentalización de la costura como denuncia social. Retomando el título de un ensayo de Chimamanda Ngozi Adichie, imprimió en una de sus tees la frase: We should all be feminist. El éxito y la resonancia no se hicieron esperar. Tampoco las críticas negativas. Hubo quienes dijeron que ese supuesto intento por reivindicar el feminismo a través de un desfile de moda, sólo era un acto oportunista por utilizar al movimiento como producto comercial.
En pocas palabras: se desestimó la participación de Chiuri y se menospreció el poder de una playera con lettering, cuando –en realidad– esas prendas son signo de un momento histórico (hoy) en que las personas prefieren llevar ropa que sea una extensión y un desdoblamiento de su actitud social-política, en vez de ropa vacía de contenido. Son síntoma de una generación que cuestiona aquellas instituciones y normas de antaño en todo soporte posible. Y si no se entiende de esa forma, habría simplemente que poner más atención. Allí está, por ejemplo, el MEXICO IS THE SHIT que levantó Anuar Layón en una temporalidad específica de conflictos norteamericanos con nuestro país, y que se convirtió en una herramienta indumentaria para la noción de orgullo, esfuerzo y poder que actualmente nos atraviesa.
Debemos advertir que el lettering no es sólo palabras impresas y que las prendas statement no son ropa y nada más. De lo contrario, el regreso a Washington que hizo Melania Trump este 20 de junio de 2018, tras haber visitado los albergues de niños inmigrantes en Texas, no habría sido tan escandaloso. La Primera Dama de EE.UU. fue vista subiendo a su avión vistiendo un abrigo de reminiscencia militar –decisión nada atinada en este contexto de tensión norteamericana– en cuya espalda se podía leer: I REALLY DON’T CARE, DO U?
Aunque su vocera ha dicho que Melania no respalda las explicaciones del Presidente y que esa prenda “es sólo un chamarra”, todos sabemos que 1) a ese nivel de representación política y 2) tomando en cuenta el entendimiento que una exmodelo tiene sobre su propia imagen, ninguna decisión estética es accidental. Todo es medido, todo tiene un propósito, nada se escapa de una total coordinación. Y a su defensa ha salido el Sr. Trump, quien escribió en su cuenta de Twitter: «REALMENTE NO ME IMPORTA, ¿Y A TI?, escrito en la parte posterior del abrigo de Melania se refiere a los medios de comunicación falsos. ¡Melania ha aprendido cuán deshonestos son y realmente ya no le importa!».
¿En serio, Donald? Es decir, la Sra. Trump no recorrió el albergue en Texas y se acercó a docenas y docenas de niños con esa chaqueta encima, pero la utilizó a su regreso, frente a tantos fotoperiodistas fue posible y posterior a un acto tan delicado y que supondría el encaramiento de la Primera Dama a una situación sumamente triste e inhumana. Se esperaba un poco más de reflexión de su parte. Deducíamos que su acercamiento, que buscaría en todo caso una lente más humana en las políticas de Estado, una suavización de ese rotundo «Los enviaremos al infierno» pronunciado por la voz presidencial, tendría más cuidado de no portar –literalmente– una frase tan fuerte como I REALLY DON’T CARE.
Desatinada en todo sentido fue su decisión de vestir este abrigo de Zara, si es que Melania en verdad no recapacitó en lo que llevaba puesto. Siendo la primera integrante de la familia que visita la frontera con México en mucho tiempo, algunos ingenuos todavía pensábamos que los resultados podían ser distintos si es que se involucraba a una Primera Dama en este cuadro. Lástima absoluta. Parece que la Sra. Trump juega a ser una más de esas mentes ilusas que cree que la ropa es sólo ropa, que ha hecho de su vestimenta una transtextualidad manifiesta y ha querido burlarse de todos “pasando inadvertida”. Hayan sido sus intenciones o no, lo hizo en el peor momento posible, y eso convierte su mensaje en uno solo y sin otra significación