Lávense los dientes con gasolina.
Duerman todo el día y trepen a los árboles por la noche.
Sean monjes y beban perdigones y cerveza.
– Friendly Advice to a Lot of Young Men de Charles Bukowski
Quizá no tengamos por qué seguir los consejos de Bukowski al pie de la letra, pero se reciben con gratitud. Todo con tal de construirnos en esa alegoría de nunca-envejecer. Siguiendo la vieja sabiduría popular: los 50 son los nuevos 40, los cuarenta son los nuevos treinta, los 30 son los nuevos 20 y, en algún punto de la existencia, los veinte son como estar en pañales. Y sí. Aunque a muchas no les entusiasme cumplir años, la realidad es que con la llegada de estos sólo se puede esperar mayor conocimiento del mundo –para bien o para mal–, mejor autoestima, más tranquilidad con el-que-dirán, mejores fortalezas, más manías (¡claro que sí!) y, por supuesto, un guardarropa más lindo. Los veintes son ese ensayo y error que se volvería a repetir, por qué no, pero también resultan, a la distancia, un jardín de juegos en comparación con lo que experimentas ahora.
Si estás por terminar tu segunda década de vida o apenas sobrepasas los treinta, no nos dejarás mentir: hay mucho más que disfrutar ahora y de maneras muy diferentes –llámese amigos, viajes, trabajo, escuela, familia, perros, sexo y parejas–. Sobre todo si hablamos de ello en términos de inteligencia incrementada, amor propio y una mejor noción de estilo personal.
¿Cuáles son esos básicos que debes sumar en esta etapa de tu vida o que se han añadido sin que te dieras del todo cuenta?
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Un bolso XL. Para ir a todos lados; desde ese curso que te fascina, la cita que te ha emocionado toda la semana y el bar con los amigos en noche de jueves.
Blazer. Porque es clásico, versátil, joven, formal, classy y desenfadado. Es una paradoja del vestir que no sabemos bien qué tiene, pero funciona a la perfección.
Abrigo clásico. Porque una no puede andar por la vida sin ser una chica de la nouvelle vague por lo menos una vez.
Tacones de brazalete. Ideales para sacarte de apuros formales. Ahora que seguro muchas de tus amistades se casan, tienen hijos y demás, seguro las estarás usando casi diario.
Suéter de cachemira. Porque comodidad y auto-apapacho no están peleados con el estilo.
Trench coat. Para tener ese toque dramático a lo Casablanca sin importar la fecha, la hora o el contexto. Siempre es efectivo.
Camisa blanca. Un clásico que siempre se renueva y siempre es útil para muy diversas ocasiones; el comodín de tu semana.
Falda de piel. Porque a cualquier edad está bien ser una Debbie Harry.
Pantalones de vestir que te hagan sentir bien, cómoda, joven, guapa y todo lo que siempre estás buscando.
Jeans, tees básicas y tenis… Eso nunca cambia y jamás deberías de apostar por un outfit de señora con el paso de los años.
Especialmente, guarda en tu clóset todo eso que siempre has amado y te ha hecho ser tú en cualquier momento; si son unas botas Dr. Martens, úsalas; si es una falda escocesa, póntela; si es un choker que te recuerda aquellos años de plena adolescencia, cárgalo; si es un bolso de Hello Kitty, llévalo. No te limites. Sólo hazlo con seguridad, con ese estilo que te caracteriza y en plena conciencia de que estás creciendo, de que tu presencia tiene que evolucionar y estilizarse, pero ello no significa abandonar tu quintaesencia.