Con el lamentable regreso de los jeans y las faldas a la cadera que la Generación Z ya volvió viral con la tendencia YK2 que domina las pasarelas de grandes firmas de lujo como Versace, Miu Miu, y hasta las tiendas de fast fashion que ya pusieron estas piezas dentro de su stock, nos es difícil no criticar a una industria que dicta lo que las mujeres deben usar, así como la manera en la que deben lucir.
“Un Vera Wang no se ajusta a ti, tú te ajustas para entrar en el vestido”, es uno de los diálogos de Kate Hudson en la aclamada comedia romántica Guerra de Novias, la cual protagonizó junto a Anne Hathaway. En esa escena, su personaje estaba preocupado porque subió un poco de peso y ya no le quedaba el vestido de novia de la afamada diseñadora neoyorkina que solo hace sus diseños en tallas bastante pequeñas.
Aunque suena a una simple línea que quizá en el momento nos causó gracia, la realidad es que ese discurso de que las mujeres debemos hacer lo que sea para entrar en las prendas que se encuentran en tendencia, es brutal, ya que nos deja un mensaje de que solo existen cierto tipo de cuerpos para los que es accesible la moda, por lo que las que no tenemos esa fisonomía quedamos relegadas a dos opciones: tratar de molderarnos para caber en la ropa (que implica problemas que pueden derivar en trastornos alimenticios) o sentirnos insatisfechas por no poder usar esas piezas y conformarnos con las tallas que quedan.
No hay que confundirnos, esto no se trata de hacer una crítica a los cuerpos delgados o si alguien está saludable con respecto a su peso o no. Que bien que las mujeres con este tipo de fisonomía puedan encontrar opciones que las hagan lucir bien, así como sentirse cómodas (si es que ese el caso), aquí el cuestionamiento va hacia la industria que debería mostrar una verdadera inclusión creando prendas en tallas para todo tipo de cuerpos, así como crear tendencias que puedan ser funcionales para la diversidad que existe en el mundo.
En el caso de México y Latinoamérica, la fisonomía tiende a ser con caderas anchas, piernas robustas, estatura media y busto grande. Claro que no todas somos así, existe una diversidad de cuerpos. La cuestión está, que cuando queremos subirnos a las tendencias y nos probamos ropa en las tiendas de fast fashion, algo no cuadra.
No se trata de si es una chica con problemas de obesidad, o una joven con sobre peso o incluso una que está perfectamente saludable, con un peso dentro del rango, aquí la cuestión es que cuando llegas a la tienda y te pruebas las opciones que hay, te encuentras con que las tallas que manejan no se ajustan a tu fisonomía y sales pensando que algo está mal contigo, cuando en realidad los que están mal son ellos, porque la moda no debería estar solo destinada al prototipo de mujer alta, sin busto, con piernas delgadas, abdomen plano y brazos ligeros. Todas las demás existimos.
Falsa inclusión en la moda
Durante los últimos años hemos visto “cambiar” a marcas que antes perpetuaban el estereotipo de la “mujer perfecta” como Victorias Secret, que con su imperio de lencería mandaba el mensaje de que solo las jóvenes con cuerpos torneados, sin ninguna imperfección, delgadas y altas eran sexys y podían lucir estos conjuntos.
Tras una caída en sus ventas que sucedió debido al mensaje de la inclusión en la moda, la empresa estadounidense tuvo que plantear su camino e incluir “tallas grandes”.
Aquí la cuestión es que al igual que muchas firmas que han puesto a desfilar a modelos plus size, así como añadido prendas de tallas grandes a sus colecciones, en realidad no hay una oferta real para todas.
Siguen centrándose en el mismo estereotipo de siempre, creando piezas solo para estos cuerpos y nos relegan a tener que adaptarnos a prendas, que evidentemente si no tenemos esta fisonomía extremadamente delgada, nos será difícil encontrar algo que nos ajuste bien.