Los periodos en los que el hombre se topa frente a frente con su soledad, con un sabor insípido e hilarante en la vida, toma medidas extremas respecto de su propio actuar, sus hábitos y costumbres. En otro tiempo la reacción fue el pesimismo y el absurdo: en las obras de Samuel Beckett se observa cómo el periodo de posguerra y las vivencias propias de la época lo condujeron a reflejar una sociedad decadente y, por consiguiente, un ser humano igualmente en declive.
¿Qué nos encontramos en su obra? Me refiero principalmente a “Fin de partida”: una serie de individuos que viven aislados en una casa. Entre esas cuatro paredes, los individuos poco pueden saber del exterior en el que en algún momento estuvieron: lo más importante son las reflexiones que se dan al interior, lo que existe afuera apenas pueden recordarlo y mirarlo a través de una pequeña ventana, demasiado alta para que más de dos personas puedan asomarse a un mismo tiempo sin caerse de la escalera.
¿Qué ocurre con el hombre posmoderno? Después de una serie de cambios tecnológicos y de estilo de vida, además de las distintas guerras que se han suscitado a lo largo y ancho del mundo (afectando a diversos países) se ha propagado una nueva tendencia que consiste en permanecer aislado en casa como una forma de protegerse, de descansar y de olvidarse del mundo.
Ante estas tres máximas se han precipitado distintas empresas: en el terreno del hogar como espacio predilecto, los diseñadores de interiores han promocionado cada vez más ofertas para hacer de los hogares un lugar lleno de agradables aromas, estructuras y ambientes. Han surgido campañas de indumentaria en las que se ha confeccionado ropa para permanecer en casa y, al mismo tiempo, lucir presentable en el exterior. Y, finalmente en el ámbito del aislamiento del mundo, los que practican esta forma de vida se han visto seducidos por las prácticas de meditación.
Sin embargo, ¿qué nos revela esta práctica cada vez más difundida? Que, tal como se muestra el individuo y sus preocupaciones dentro de la obra de Samuel Beckett, atraviesa por una crisis: se le da más prioridad a estar conectado al entorno mediante una computadora, tableta o teléfono inteligente que salir al mundo físicamente. La gente cada vez entabla más relaciones virtuales y menos físicas; hay una ruptura con el contacto, casi todos prefieren la seguridad que les brinda el anonimato para relacionarse con los demás que hablar en persona.
Hay además un incremento en el bullying dentro de las escuelas y eso dificulta que se formen lazos entre los niños, lo más cómodo es mantenerlos encerrados frente a un ordenador antes que solucionar el problema social de fondo: la hostilidad hacia sus semejantes y el miedo.
Finalmente una última señal de esta crisis es precisamente el individualismo que ha conducido hacia el aislamiento voluntario y el miedo que hay hacia los ataques terroristas y los estallidos de violencia social. Esto lo confirma el hecho de que este hábito haya surgido en Estados Unidos después de los atentados a las Torres Gemelas en 2002, a partir de ese suceso la sociedad en general ha cambiado su forma de vida y adoptado el Stay at home como una alternativa para quitarse la ansiedad que les producen no sólo sus labores cotidianas sino también el hecho de encontrarse en el exterior como una potencial amenaza.
Existe una necesidad creciente de sentirse protegido porque el mundo exterior es percibido por la sociedad como algo muy peligroso. Las nuevas generaciones no sólo están bombardeadas por los adelantos tecnológicos que les permiten pasar horas entretenidos sin moverse de su sofá, sino que también tienen una visión del mundo más pesimista y han sido criados (en su mayoría) bajo la tutela de unos padres que buscan protegerlos constantemente ante cualquier contingencia producto de la convulsa época de ataques y problemas políticos y sociales nacionales.
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Somos seres sociales, el hecho de encerrarnos en una jaula, por muy hermosa que parezca, sigue siendo una prisión. ¿Hasta qué punto hemos llegado que ya ni siquiera disfrutamos de una charla o una caminata y es preferible estar detrás de una pantalla para convivir con el mundo? Habrá que replantearnos qué estamos haciendo individualmente para contribuir a que esto se siga propagando: probablemente lo mejor sería tratar de hacer del exterior que nos rodea un ambiente agradable en lugar de alimentar el individualismo aislándonos en un bello refugio imperturbable.
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Cuando una persona supera el Nesting tal vez tenga la necesidad de viajar por distintos lugares para encontrarse a sí mismo y también de conocer los sitios interesantes de las ciudades que probablemente visite.
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Referencia
La Nación
Samuel Becket