Esta maldita culpa… Los 10 de mayo la pasamos increíble; mi hijo, emocionado, me hace regalitos, vamos a comer y recibo decenas de flores agradeciendo mi trabajo como madre. Me siento realmente bien, orgullosa de lo que he hecho hasta ahora, me da la fuerza para seguir luchando contra todo y todos por el bien de mi bebé.
Mi mamá y yo celebramos juntas, me llena de amor e ilusión poder vivir este día con ella. Antes era yo la que se esmeraba en festejarle y ahora somos las dos que nos abrazamos, damos regalos y reconocemos lo bien que lo estamos haciendo.
Pero el Día del Padre es diferente.
Tengo un gran papá, siempre me protegió, amó y educó con todo el corazón, el papá de mi hijo no quiso hacerse cargo de él pero mi papá, su abuelo, tomó el papel con muchísimo amor. Es admirable, encantador y saca fuerza de no sé dónde para entregarse completamente a nuestra protección. No es su obligación, por supuesto, y claro que intento no ‘cargarle la mano’, pero él siempre me recuerda lo valiente que soy y súper fuerte al salir todos los días a trabajar para darle lo más que puedo a mi hijo. No tengo un apoyo extra, no tengo el soporte de su papá, pero está el mío, un caballero, un hombre en toda la extensión de la palabra que nunca me ha dejado caer.
Yo le festejo ese día por todo lo alto, pero ¿mi hijo? aquí viene la maldita culpa que creo que todas las mamás en esta situación experimentamos.
No sé si les sucede pero yo me culpo por no haber elegido bien, por no considerar que mi bebé se quedaría sin su papá, por creer que ese hombre nos protegería, amaría y guiaría como lo hizo mi papá con su familia. No me canso de repetirle a mi mamá que qué bien lo hizo, que eligió perfecto y cómo dió con ese gran hombre que es mi padre. Ella me abraza y me dice que no piense en eso, que yo no elegí mal, él no supo responder y no entendió la responsabilidad que era ser la cabeza de un hogar.
Y entonces me ha hecho entender que muchas veces las mamás solteras somos muy duras con nosotras mismas. No, queridas, no estamos mal nosotras, no es nuestra culpa, nosotras hacemos lo más que podemos para cubrir ese espacio que un cobarde dejó vacío. Trabajamos sin descanso por darle todo a nuestro bebé y verlo feliz. Nosotras somos las fuertes, nosotras somos ¡las chingonas! las responsables y sí, la cabeza de familia. Nadie nos dice que no podemos, nosotras a veces nos achicamos por sentir culpa. Tal vez nuestros hijos puedan tener muchas dudas y preguntarse por qué no tienen un papá como sus amiguitos, pero es normal, pongámonos en su lugar y que eso no nos afecte.
Nosotras hicimos lo posible por que así fuera, él no respondió. No es tu culpa, tú lo estás haciendo realmente bien, y aunque es raro que a ti te feliciten el Día del Padre, recibe esos festejos con mucho amor, convencida que sí, tu esfuerzo vale por dos (o más), que lo estás haciendo extraordinariamente por dos (o más) y que el amor, cuidado y cariño de tu bebé tú lo multiplicas por dos y él lo regresa de igual forma.
Lo estás haciendo bien y te entiendo, la culpa nos consume a veces, pero ánimo, tu bebé sí tiene a quién festejarle el Día del Padre: a ti.
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