Son las dos de la mañana. No puedes dormir. Scrolleas en tus redes para enterarte de todas las publicaciones que tus amigos y contactos realizaron durante tu ausencia. La luz de la pantalla es la única que ilumina tu cuarto y es también la que provoca tu insomnio. Por eso no paras de deslizar tu dedo sobre la pantalla. No dejas que nada se te escape en ese preciso y ansioso acto de leer estados, dar “me gusta”, compartir memes, comentar fotografías, actualizar tu estado con frases de libros que tal vez no has leído…
Si también has sentido la necesidad urgente de saber todo aquello que ocurrió mientras no estabas en las redes, y ya te ha sucedido en más de una ocasión, es probable que esto te genere mucha ansiedad y estrés que con el tiempo afectará tu salud emocional.
En más de una ocasión nos ha desanimado el hecho de no poder asistir a un evento público o reunión social, pues en la actualidad, antes de que alguien nos cuente lo que ocurrió, Facebook se encarga de hacerlo. Una tras otra aparecen las fotografías en la sección de noticias e inundan nuestro perfil, nuestros conocidos parecen pasársela bien sin nosotros… en la mayoría de los casos, después de ver las publicaciones, nos limitamos a hacer una expresión de tristeza en el rostro y de pensar: “mejor hubiera ido”.
Existe un factor importante a considera: no todos los usuarios reaccionamos igual ante este estímulo. De esto surge el término FOMO, siglas en inglés de “Fear of Missing Out”, y se refiere a la inquietud y preocupación que nace al sentirnos menospreciados en Internet por nuestros amigos, familia o incluso nuestra pareja.
Este padecimiento ataca principalmente a la generación millennial, además de que se experimenta un sentimiento de inferioridad al perderse los acontecimientos que consideran importantes en su vida.
Los teléfonos inteligentes e Internet como vía de comunicación, arraigan la necesidad de mantenerse informado a través de un medio digital en lugar de uno físico, pues brindan una especie de “comodidad” para saber lo que ocurre en la vida de las personas que conforman nuestro círculo social, todo esto al alcance de un clic; sin embargo, esto no es tan inofensivo como parece, debido a que al ser usuarios activos somos más propensos a la adicción a las redes sociales.
Gracias a un estudio realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) sobre las conductas anómalas en los jóvenes, ahora sabemos que el 85 % de ellos presenta dependencia por las nuevas tecnologías. Así como el estudio que realizó el Dr. Andy Przybylski en el que se investigó a más de 2 mil adultos en Estados Unidos sobre su capacidad de desconectarse de su teléfono.
Este estudio concluyó que el Síndrome FOMO afecta en gran número a las personas jóvenes, sobre todo a los hombres; lo que causa un bajo nivel de satisfacción social y problemas en la salud mental que puede producir depresión o crisis de ansiedad. Algunos otros estudios deducen que las personas que le otorgan mayor valor a las redes como parte de su desarrollo social, tienden a experimentar más este síndrome.
En la actualidad, la facilidad por mostrar nuestra aparente “felicidad” ante el mundo por medio de Instagram, Twitter o Facebook causa inestabilidad emocional y una alteración de la realidad, pues al convertir esto en una prioridad, creemos que estamos exentos de problemas o somos más interesantes al igual que nuestros contactos.
Esto también afecta en la manera en la que nos vinculamos con los otros o cuando terminamos una relación de pareja, por ejemplo, alguna vez hemos sido stalkers profesionales al seguir cada detalle de esa personas a la que no podemos dejar de extrañar; un acto que se vuelve un problema cuando se sobrepasa la delgada línea entre la curiosidad y la necesidad.
Debemos tener muy presente el momento en el cual nuestras decisiones comienzan a depender de la aprobación de los otros, a que nuestro mundo gire únicamente en torno a conseguir una reacción buena en cada publicación, cuando perdamos la satisfacción de realizar actividades reales o nos dañen los comentarios negativos que recibamos, pues es una señal de alarma.
Los expertos afirman que desconectarse por completo de las redes no resuelve el problema, la alterativa para tratar el síndrome FOMO es por medio de terapias cognitivas u otras formas de psicoterapia que ayuden a corregir la distorsión de pensamiento y comportamiento. Incluso, esto debe hacerse desde la niñez para que los menores puedan mantener una autoestima fuerte ante cualquier situación.
En definitiva, el mal uso de las nuevas tecnologías llevan consigo la determinación de nuevas patologías, y debemos estar alerta cuando de excesos se trata. El empleo moderado y responsable de las redes sociales siempre será una forma de combatir tanto éste como padecimientos futuros.
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Convertirnos en personas exitosas requiere de tiempo y experiencias que nos hagan madurar, así como de consejos que nos digan cuáles son las 16 formas en las que una persona exitosa pasa su fin de semana, pues lejos de distraernos en las redes sociales, necesitamos realizar actividades que nos llenen intelectualmente.