Tengo días malos, muchos en realidad, y aunque intento recibirlos siempre con una sonrisa, hay momentos en los que es imposible y me derrumbo completa, me encierro en el baño y lloro hasta el cansancio. Y está bien. No siempre puedo ser la mujer fuerte que proyecto ser; a veces las cosas no salen como deseo, a veces me siento molesta, a veces me siento débil, o a veces simplemente quiero permitirme disfrutar los sentimientos que estoy teniendo en ese momento y dejar de aparentar que estoy magnífica, porque no es así.
No está mal llegar a casa y tirarse, llorar en la regadera, o antes de dormir, o a la hora de cocinar mientras suena una canción triste. No está mal que esté de mal humor, o que grite, o que no sonría. No sería normal no hacerlo, de hecho. Aprendo a ser amable con mis sentimientos, a permitirme sentir cada uno y aprender de ése. Dejar de evitar la tristeza, o el enojo, o la nostalgia, más bien, aprendo a escucharlos, a acariciarlos, a dejar que vengan a mover una o dos cosas y que, después de que sea la hora, se vayan. Y con ello, pueda sentirme mucho mejor.
No es bueno temerle a los días malos. No es bueno temerle a la furia o al dolor, y no porque no sea fuerte, al contrario, precisamente porque lo soy, atravesaré por estos momentos grises porque a mí no me definen mis días buenos, sino cómo supero los malos. Cómo me permito sentirlos, vivirlos, acariciarlos y, con más fuerza, dejarlos ir para que, de este modo, pueda valorar la felicidad que está a punto de tocar la puerta.
Llorar no es símbolo de debilidad, más bien es de fuerza y valentía. Y también lo quiero hacer. Quiero conocerme en la oscuridad, quiero sentir, caer y levantarme las veces que sean necesarias. Un día de fracaso, o una noche de lágrimas, o una tarde de enojo, no son lo que definen mi vida, por lo que no me preocuparé en disfrazar todo con una sonrisa bonita.
Está bien tener días malos, ¿quién no los tiene?, ¿quién es completamente feliz todo el día todos los días? ¿Quién realmente es tan fuerte para nunca pasarla mal? No existe. Disfruto de las noches de tormenta, las disfruto porque exactamente ésa es la razón por la que soy una mujer fuerte.
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