«¿Qué significa tu tatuaje?» ¿Hay una pregunta más incómoda que esa? Las cosas se ponen mucho peor cuando el diseño por el que te cuestionan es el que te hiciste cuando estabas en el momento más alto de la relación más importante de tu historia; la que tu viste con el amor de tu vida.
No te vas a poner a explicar: «pues… verás estaba muy enamorada y me hice este tatuaje pensando que nuestro amor sería para siempre, pero –como puedes ver– eso no funcionó y ahora me arrepiento profundamente te tener este recuerdo en mi piel para siempre».
Antes de que saques tus conclusiones debes saber que hacerte un tatuaje dedicado al amor de tu vida no sólo no es malo, sino que no deberías arrepentirte de ello ni un sólo momento:
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I
El diseño
Fue por la madrugada. Nadie había hecho algo así por ti, nunca. Imaginas cómo fue que arreglara todo para esa noche: las estrellas, el vino, las flores, la música y el mantelito floreado para colocar los bocadillos. ¿Cómo hizo que la noche luciera así?
«Si esto no es amor, ¿qué diablos es?», te preguntas incrédula de sentir tanto. Lo miras, te ves a ti misma reflejada en la oscuridad de su pupila. Ahí está su alma y ahí está la tuya. «Te amo», te dice. «Yo también te amo», le respondes sabiendo que acabas de rendirte a todas las defensas que planeaste mantener. Esta noche fue tan mágica que cambió sus vidas por completo. Ya está decidido: se harán un tatuaje en forma de constelación en el antebrazo como compromiso permanente de este amor que están seguros, es para siempre.
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II
El dolor
Duele. La tinta se adhiere a tu piel con fuerza. El zumbido es tan constante como tus dudas «¿de verdad quiero hacer esto?» Entonces, volteas y lo miras. Él también tiene miedo, también le duele pero la promesa que han hecho ambos hace que valga la pena. «El amor todo lo soporta», te dices. Y estás segura de eso. Aguantas, él también aguanta.
El tiempo hace lo suyo y la primer pelea se hace presente. A esa le sigue otra y a esa, otra. A cada discusión, las inconformidades aumentan. Poco a poco comienzas a desconocerlo; ya no es esa persona dulce y espontánea que conociste un día. También tú le pareces extraña. ¿Dónde quedaron las promesas?, ¿en qué momento se extravió el amor?
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III
La cicatrización
El tiempo ha pasado y tomaron la mejor decisión: separarse. Pero no es fácil. De vez en cuando se vuelven a ver con cualquier pretexto: regresarle la sudadera que te prestó cuando fueron a la feria, darte el disco que olvidaste en su casa cuando hicieron maratón de películas; en el fondo no quieren estar lejos. De ahí que siempre que se despiden se quedan por minutos abrazados soltando un par de lágrimas ante la impotencia de querer estar juntos pero saber que ya no es posible.
Así pasan los días. Lo extrañas, no puedes dejar de pensar en él. Pero también sabes que, aunque duela, lejos es la mejor manera de estar. Es el amor de tu vida, terminar con él no hace que eso cambie. Pero sabes que tienes que aprender a vivir sin él. No ha sido fácil, pero ya llevas un buen trecho recorrido. Un día cualquiera, te miras al espejo y te sorprendes de lo mucho que has cambiado. Volteas al antebrazo y ahí está la constelación estelar.
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¿Fue mala decisión?
Es justo en ese momento cuando te preguntas: «¿por qué lo hice?, ¿en qué estaba pensando? Jamás podré olvidarlo. Fue la peor idea que se me pudo haber ocurrido en la vida».
Aunque quieras correr a una clínica para que te retiren el tatuaje con láser o arrancarte la piel de un golpe para borrar ese recuerdo, debes saber que hacerte un tatuaje dedicado al amor de tu vida, fue lo mejor que pudiste hacer.
Es el testimonio vivo de tu historia; implica que eres un ser humano que tiene la capacidad de amar y la fortuna de ser amada. Refleja tus decisiones del pasado, lo profundamente entregada que has sido al amor. Ese tatuaje representa algo que no tienes por qué borrar: todas esas risas por la calle, las horas tirados en la cama hablando de sus sueños y miedos, las noches en las que cantaban en el coche; los días en los que fue el amor de tu vida.
Después de un tiempo, cuando mires de nuevo ese tatuaje y en lugar de rabia, tristeza o nostalgia, esboces una sonrisa y sepas atesorar ese momento de tu vida, sabrás que lo has superado, que ha valido la pena y que no cambiarías por nada tener ese testigo entinado en tu piel.
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