Mírate, vamos, mírate. Eres hermosa, no importa que no tengas la misma forma de los labios que la chica que viste esta mañana, no importa que tu cabello no sea del mismo color que tu compañera de trabajo, y tampoco importa si la forma de tu cuerpo es distinta a la de la mujer que está cruzando la calle. Eres perfecta tal y como eres. Debes intentar aceptarlo, intentar reconocerte, valorarte y, sobre todo, amarte.
Llegó la hora de que dejes de compararte con otras personas y ames lo que tienes tú; es hora de que reconozcas lo que te gusta de ti y abrazarlo todos los días, después reconocer lo que no te gusta pero valorar lo que hace por tu cuerpo. Si no te gustan tus piernas, sólo recuerda que por ellas estás de pie, y así hasta que comprendas que, aunque no exista el cuerpo perfecto, así como eres estás bien y vales mucho.
No te lamentes de tener estrías, celulitis o “llantitas”, son expresiones normales del cuerpo humano, ¿quién no las tiene? Tú eres tú y eres más grandiosa de lo que crees. No te lamentes por no ser “perfecta”, eso no existe, y si existiera, tú serías de las primeras en serlo.
Enamórate de ti todos los días, enamórate de lo que ves en el espejo, de lo que haces, de tu forma de andar y de tu peinado alborotado. Enamórate de tu lápiz labial y de cómo lucen tus labios con éste, enamórate de tu lunar en el brazo y de tus ojos pequeños, de cómo te ves con la ropa, de cómo hablas y también de cómo bailas. Enamórate de ti porque nadie más lo hará tan bien como tú. Porque eres la única que se puede dar todo ese amor que considera necesitar y, primero, debes empezar por aceptarte como eres.
No importa cuántas mujeres más veas a lo largo de tu día: ellas son ellas y tú eres tú. No hay cambios, no hay devoluciones y tampoco puntos de comparación. Sé feliz con quien eres y con lo que estás luchado por tener. Mírate al espejo y ve qué bonita estás. Mira la nariz que te acompaña, el cabello, tu pecho, tu piel, tus ojos. Mírate completamente y piensa que no hay nadie como tú. Y eso, hermosa, es lo que te hace perfecta.
Si existiera la perfección, estarías en el primer lugar.
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